Ante los hechos referidos al campo que son de público conocimiento, la educación nuevamente no puede quedar al margen, pues es ella quien va participar de los acontecimientos desde un espacio reflexivo y crítico. Lo hará a través de la pareja educativa docente-alumno. Aprovechar los contenidos de las distintas disciplinas que bordean el análisis de nuestra Constitución Nacional, para construir un escenario educativo y… parafraseando a Morin “trabajar con los saberes de la vida que hacen a la formación de un ser cívico, crítico y representativo”.
Se me ocurre, en una pequeña síntesis, ¿bajo que disparadores podrían ser abordadas estas temáticas en la escuela? Luego llevando esa misma reflexión a la familia, para interactuar se supone inteligentemente, poniendo el máximo de interés para colaborar con la escuela. Hay que aprovechar la oportunidad histórica, haciendo una cuasi-obligación a la familia que se atreva a emitir también sus opiniones. Principalmente con los adolescentes de mayor rango que están en mejores condiciones y capacitados para entrar activamente en estas deliberaciones. Porque, mi visión no se limita a lo manifiesto sino debe ir más allá, ya que no se limita al debate campo-gobierno solamente, sino que entra en juego toda una ciudadanía, por ahora expectante, pero que demuestra el interés y deseo ferviente de participar en algo decisivo y trascendental para el país: o república federal o unitarismo tenaz personal.
Lo que está claro es que la problemática no se limita a retenciones o no, aunque haya beneficiados y perjudicados, sino que los nebulosos métodos utilizados para dirimir las cuestiones atentan contra un régimen republicano en donde deben primar los institucionales y no los personales. Una de las cuestiones a debatir sería esa: una de las partes deja de lado las apetencias propias para mostrar un aspecto muy importante: sacudir las instituciones dormidas de la república y ponerlas en acción con reflexión, donde la intención por una de las partes sería el blanquear la decisión con fundamentos auténticos, siguiendo las pautas trazadas por Alberdi en la Constitución de 1853 y sus reformas posteriores.
Creo que el sector agropecuario ha logrado algo inédito en el país: la defensa concreta de las instituciones, al ponerlas en funcionamiento en un escenario en que las responsabilidades estaban vagamente definidas, o lo que es lo mismo lo que se decía
en forma individual, no armonizaba con las actitudes posteriores.
Una de las partes evitó siempre la confrontación personal, elemento predominante en la administración central, y acudió con convicción a que sean las instituciones democráticas quienes en última instancia ser las decidoras de las conductas políticas a resolver.
Fíjense que no estoy tomando parte de quien tiene razón en sus argumentos, ya que no tengo acceso veraz al análisis numeral del enfrentamiento, lo que pretendo interferirme es en la metodología utilizada por uno y otro para la resolución del conflicto. Y en esto ya diría que “el conflicto continuarà porque el problema está mal tramitado”. Y mal tramitado por la ausencia hasta ahora de la participación institucional y ciudadana, que es el motivo fundamental de abrir el debate educativo tanto en el aula como en cada hogar argentino.
Para finalizar un fragmento de un libro de Beatriz Doumerc “…el rey grande de un país chiquito, de un pueblo que no quería ser gris, ordenaba solamente. Ordenaba que hicieran así, o que hicieran “asà”…Es más que obvio la similitud en esta línea de tiempo que nos toca transitar
LIC ELENA FARAH