Los complejos problemas que desafían en este nuevo siglo, y que ya se venían avizorando al final del siglo pasado, deberían ser abordados en la escuela y más específicamente en el aula. Con eso intentaríamos provocar fenómenos sociales humanos, esto es, que la toma de conciencia del sistema social imperante consumista por un lado, y el cambio individual por el otro, pueden llegar a generar un genuino cambio social. Después de todo tenemos la sociedad que representa lo que somos, o mejor dicho la sociedad es el reflejo de lo que proyectamos como individuos.
Sería interesante reflexionar sobre las necesidades de superar el pensamiento cartesiano, para intentar volver a la concepción de nuestra condición humana, localizándola en el bien común, en la ética y en la moral. Es para mí, un complejo reto del mundo actual. Para Steven Mithen los cambios de comportamiento ocurridos a lo largo de la historia del hombre, como habitante del planeta, son el resultado de un cambio importante en la arquitectura mental, con creación de nuevos tipos de pensamientos, que fueron llevando al surgimiento de mentalidades, en algunos casos “cognitivamente fuidas”, en sintonía con el mundo que se vive hoy. El argumento de Humphrey, sobre la evolución de la conciencia reflexiva permitió la adquisición de un papel integrador que fortaleció la comunicación de conocimientos sociales e individuales.
Y esto nos da a los educadores fundamento para pensar en las posibilidades del joven alumno de tener actitudes críticas al sistema emergente. Para Arendtl la búsqueda frenética de conocimiento lleva al individuo a las limitaciones del modelo que él mismo creó. O sea, para entender mejor lo que está pasando actualmente con la sociedad de consumo: un sistema formado por seres vivos que a través de interacciones recurrentes constituyen una red de acciones coordinadas, en la cual ellos se realizan así mismos; éste es el sistema que genera todos los fenómenos que llamamos sociales
Tomaría ahora el pensamiento de Mithen de “cognición fluida”, para adentrarme al pensamiento de Zigmun Bauman, quien para mí mejor describe el consumismo y su influencia en las relaciones humanas Este sociólogo polaco acuñó el concepto de «sociedad líquida», y de los riesgos de aplicar en las relaciones humanas los modelos que rigen el consumo de bienes materiales. Bauman sostiene que “el consumo no es una máquina patentada que arroja cierto volumen de felicidad por día”, sosteniendo que «someterse al yugo hedonista no consigue aumentar la suma total de satisfacción de los sujetos, sino todo lo contrario». Aclara que cuando se trata de la relación entre seres humanos, no es estar en contra del consumo, ya que todos los seres vivos deben consumir, es una necesidad del metabolismo. Lo que le preocupa es el consumismo o el síndrome del consumismo: cuando la relación que tenemos con los objetos de consumo se traslada a otras áreas de la vida que deberían estar sujetas a reglas y actitudes totalmente distintas. Y que esto ocurra en escala masiva, eso sí es un fenómeno nuevo. Sostiene que los modelos de consumo están a tal punto interiorizados, que rigen los comportamientos más íntimos de las personas. Es la forma de batallar con los objetos materiales. Supone que no hay otra forma, dado que su único valor, y por ende, el único examen que tienen que pasar, es dar satisfacción a quien los consume. El problema se plantea cuando tratamos a los seres humanos de la misma manera: en cuanto alguien deja de satisfacernos, o simplemente se vuelve parte de una rutina, lo descartamos o cambiamos por otro, como una blusa o una remera. Si algo no satisface en el corto plazo, no sirve. En una pareja ambas partes viven con el miedo permanente a ser descartados o cambiados. Antes, describe Giddens, alguien que era infeliz con su pareja y quería abandonarla no podía divorciarse y/o buscar una nueva, y él considera que esto era muy restrictivo respecto a la libertad del individuo. Giddens tiene razón, pero la idea de que si se sacan las restricciones entramos en el paraíso es errada, porque sin las restricciones entramos en un mundo de incertidumbre continua respecto al futuro, que trae una enorme ansiedad a las partes involucradas. Creo con Bauman, no es que estemos progresando al pasar de un tipo de vida a otro, sino que pasamos de uno con ventajas y desventajas a otro con ventajas y desventajas, solo que distintas. Las consecuencias de estas nuevas formas de relacionarse entre humanos Bauman las llama los “daños colaterales”. Son las consecuencias no intencionales y que no se tomaron en cuenta al hacer o deshacer relaciones de una manera consumista. En el plano material, podemos ver que la economía consumista es una economía que genera mucho desecho, lo cual trae los problemas de la basura, aguas contaminadas, calentamiento global, polución de la atmósfera. Estos son los daños colaterales en el medio ambiente. Su paralelo en la relación entre personas se ve, por ejemplo, en los chicos cuando son pequeños. Cuando una pareja se rompe, ellos son los que sufren los daños colaterales; otro tipo de daños colaterales de nuestra sociedad consumista es la exclusión de aquellas personas que quedan fuera del sistema, los que no tienen los recursos para entrar en ella con los mismos derechos que los demás. Es una tendencia deshumanizadora a escala global, porque con el creciente nivel de consumo cada vez son más y más los que quedan en esta categoría. Uno nunca puede tener suficiente cuando el de al lado tiene más. La sociedad de consumo es una escalera que nunca se puede terminar de subir. En síntesis, la tarea de cambiar los modelos sociales no se circunscribe solo a los espacios docentes, sino que deben involucrarse todos los medios institucionales e individuales de una sociedad que quiere crecer.
LIC ELENA FARAH