Estrés laboral

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Demasiada presión nos desborda con facilidad, pero la cantidad adecuada puede ser motivadora….”
La biología y la medicina han incorporado el término “stress” como el proceso o mecanismo general con el cual el organismo mantiene su equilibrio interno, adaptándose a las exigencias, tensiones e influencias a las que se expone en el medio en que se desarrolla”.
Según Hans Selye (medico y fisiólogo), “estrés” es la “respuesta no específica del organismo a toda demanda que se le haga”.
La Organización Mundial de la Salud define el estrés como el “conjunto de reacciones fisiológicas que preparan el organismo para la acción”.
Cuando estas respuestas se realizan en armonía, respetando los parámetros fisiológicos y psicológicos del individuo, es adecuado en relación con la demanda y se consume biológica y físicamente la energía dispuesta por el Sistema General de Adaptación, adoptamos el concepto de “estrés” como “eustrés”.
Cuando por el contrario las respuestas han resultado insuficientes o exageradas en relación con la demanda, ya sea en el plano biológico, físico o psicológico, y no se consume la energía mencionada, se produce el “distrés”, que por su permanencia o por su intensidad  produce el Síndrome General de Adaptación, pasando por fases de alarma, resistencia y agotamiento.
Si aplicamos el concepto al ámbito de trabajo de los individuos, podríamos ajustar la definición de estrés como “el desequilibrio percibido entre las demandas profesionales y la capacidad de la persona para llevarlas a cabo”.

Tipos de estrés laboral:

  • Episódico: por ejemplo un despido
  • Crónico: que se puede presentar cuando la persona se encuentra sometida a las siguientes situaciones: ambiente laboral inadecuado, sobrecarga de trabajo, alteración de ritmos biológicos, responsabilidades y decisiones muy importantes,  estimulación lenta y monótona,  condiciones laborales inadecuadas.

No todos reaccionan de la misma forma: así, por ejemplo, si la exigencia es adecuada a la capacidad, conocimiento y estado de salud de la persona, el estrés tenderá a disminuir y podrá tener signos positivos, estimulantes, que le permiten hacer progresos en el ámbito de trabajo, mayor proyección en el mismo con gratificación personal, espiritual y material.
Por el contrario, una inadecuación entre demanda y adaptación generará mayor distrés, en forma crónica e invalidante, con angustia, desesperanza, indefensión y agotamiento.

Uno de los mecanismos de respuesta, previa valoración de un estresor, es la lucha o la huida. el ámbito laboral es el ausentismo, que junto con las enfermedades laborales son índices elocuentes de la repercusión del estrés organizacional sobre los trabajadores.

La actividad laboral es generadora de estrés y es justamente por la conveniencia de mantener nuestros puestos de trabajo que esa lucha es hoy más intelectual y psicológica que física, por lo que en ella no se consume la energía resultante (distrés).
Sería esto  lo que lleva a menudo a salidas como, por ejemplo, el cigarrillo, el alcohol, los psicofármacos, las drogas, la obesidad, que terminan agravando el distrés y sumando factores de riesgo.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se refiere al estrés laboral en los siguientes términos: “Esta enfermedad es un peligro para las economías de los países industrializados y en vías de desarrollo. Resiente la productividad, al afectar la salud física y mental de los trabajadores” y  sostiene que, “las empresas que ayuden a sus empleados a hacer frente al estrés y reorganicen con cuidado el ambiente de trabajo, en función de las aptitudes y las aspiraciones humanas tienen más posibilidades de lograr ventajas competitivas”

Algunas técnicas para evitar el estrés

  •  Enfocarse en el trabajo y decidir por dónde se empezará: hacer una lista con las tareas diarias a realizar, y organizarlas según la inmediatez e importancia que requieren.
  • Siempre es bueno distraerse realizando actividades fuera del horario de oficina, practicar algún deporte, reunirse con amigos o buscar alguna actividad que logre desenchufarse de la rutina
  • Aprender a manejar el horario laboral y dividir el día: Si se trabaja la mayor parte del tiempo sentado,  aprovechar entonces los intervalos para tomarse un café, un vaso de agua o ingerir algún alimento que ayuden a mejorar la concentración y el rendimiento.
  • Tomarse unos minutos de descanso para respirar y mover brazos y piernas, es un buen ejercicio de relajación.

 

Luciana A. Manenti Fontan
Instr. Natación, Spinning, Aeróbica, Pilates Reformer
Máster en Personal Trainner
Masajista Profesional

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