Indignación y empatía despertó el caso de Juana Irusta, una mujer de 90 años de Santa Catalina Holmberg que, tras ausentarse unos días por un problema de salud, volvió a su casa y la encontró vacía: los delincuentes se llevaron todo, desde muebles y electrodomésticos hasta ropa, cortinas y alimentos. Pero en medio del dolor, surgió un mensaje de esperanza: vecinos y personas de toda la región comenzaron a tenderle una mano.
«He recibido donaciones, ropa, platos, vasos, cubiertos y algo de dinero… pero todavía me hace falta todo, hasta garrafas, porque todo me llevaron. Por ahora no puedo volver a mi casa, no tengo ni para prender la cocina y hervir agua», contó Juana entre lágrimas.
«Me la paso llorando, porque la casa que con tanto esfuerzo logré montar quedó sin nada», agregó con dolor.
🙏 La ayuda sigue llegando, pero aún queda mucho por reconstruir.