Con la música del Bolero de Ravel, como fue su último pedido, despidieron con emoción a Don Héctor Otegui

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A los 99 años falleció Héctor Otegui, el maestro del arte riocuartense. Tal como lo había pedido, lo despidieron con la música del Bolero de Ravel y con gran emoción.
Don Héctor cumplió 99 años el 13 de mayo. Había nacido en Pergamino en 1920, pero a los dos años se hizo riocuartense por adopción y para toda la vida.

Fue pintor, pero también escritor, poeta, escultor y escenógrafo. Sus obras llegaron a España, Francia, Chile, México y Perú.
En Río Cuarto, decidió vivir en la vivienda de calle Tucumán en barrio Alberdi, donde creó una escuelita en la que siempre enseñó gratis.

Don Héctor en frases:

– Los lugares que más me gustaba pintar era en la Estancia El Durazno donde mi papá me llevaba de muy niño incluso conocí a la viuda de Olmos. Es un lugar hermoso donde no hay cemento porque hoy vemos lamentablemente cemento por todo lado, sin naturaleza. También me gustaba pintar en Alpa Corral y Las Albahacas y Río de los Sauces y siempre andaba buscando lugares naturales que no hay en la ciudad.

-Buenos los maestros de la escuela primaria ya me habían hablado de la belleza de los colores y del uso de en la pintura, a mí me gustaba la pintura pero no era bueno para la matemática. Estaba en sexto grado cuando Río Cuarto no había ni veredas en las calles todavía estaban las vías de un tranvía que funcionaba en la ciudad. He sido muy afortunado en descubrir la pintura desde niño.

-Me llamaba la atención que cuando pintaba los niños me miraban. Una vez un portugués que tenía un almacén en Lavalle y Pringles me preparo el salón y allí empecé podemos decir con la pintura. Como docente primero con los niños y en el año 1972 empecé con la gente mayor. -Luego empecé con la escenografía y el propio Juan Filloy me sabía corregir algunos modelados de escenografías. Lo he hecho hasta hace poco a esto también.

-Mire nadie es más que otro todos tenemos nuestros problemas pero también nuestro cuarto de hora de felicidad. Yo trabajé para enseñar a los niños pobres y otras veces he trabajado para los ricos, en Chile, en Perú, en Méjico y aprendí que todos tenemos nuestros grandes problemas pero también momentos de felicidad.

-Claro el sueldo del maestro no alcanza. Las esculturas eran más caras. La escultura la descubrí con algunos maestros que tuve y amigos que me ayudaron a dar los primeros pasos. Íbamos al río y ellos me pedían que les hiciera una escultura sobre la costa de una mujer desnuda –dijo entre risas-. Ya trabajé con distintos maestros que enseñaron a hacer los moldes y a hacerme en los distintos secretos de la escultura.

-Hay que urbanizar si se quiere pero poner jardines, flores, balcones con macetas. Hay que llenar de jardines el Boulevard Roca, Plaza Racedo y otros lugares públicos que tiene la ciudad. Vemos por ejemplo una ciudad como Brasilia una ciudad llena de rectas y curvas en las construcciones pero con pocos espacios verdes para pasar un buen momento, tomar un descanso de los problemas.

-Una obra de estilo abstracto puede verse como grupo de pinturas esparcidas con colores sobre un lienzo pero para mí esos colores me pueden sugerir un amanecer y esa obra ya no es más abstracta. En algún momento en Río Cuarto había una puja entre los figurativos, a los que pertenezco, con los abstractos pero hoy tenemos que aceptar que los tiempos cambian y los estilos también. Hay que aceptar los cambios en el tiempo.

-Yo tuve una infancia pastoril en medio de la naturaleza hoy los niños no pueden aprovechar esta naturaleza porque además de ir a la escuela tiene que prepararse para otras exigencias de la vida actual como aprender inglés y le queda poco tiempo para jugar. Yo viví en una época donde en Río Cuarto había que hacerse curar el empacho porque había dos médicos que no alcanzaban para todos. A mí me sacó el empacho una india me dio un brebaje muy amargo y me salvó y acá me tiene.

-Siempre me gustó el arte la poesía. A los 16 años le regalé un poema (Fragmentos de luna) a mi madre, ella se emocionó y me dio una cachetada pero me no creía que yo lo hubiera escrito, tampoco la maestra que me dijo mentiroso y en el próximo examen me hizo rimar unos versos.

La última entrevista a Don Héctor Otegui: «Quiero pintar hasta el final»

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