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La cifra sólo tiene en cuenta las producciones de soja y de maíz. Representa entre 0,5 por ciento y uno por ciento del PBG. A nivel nacional, la pérdida rondaría los 2.871 millones de dólares. Tendrá impacto en el crecimiento de la economía proyectado para 2018.

El verano ha sido complicado para la producción agrícola en la provincia. La falta de lluvias –que en algunas zonas fue la más baja en 40 años– ha provocado daños en los cultivos de maíz y soja.

En ese escenario, la pérdida económica en ambos cultivos podría rondar los 500 millones de dólares, a partir de una proyección a nivel nacional realizada por el Ieral de la Fundación Mediterránea.

Con los últimos datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el informe de coyuntura elaborado por el economista Juan Manuel Garzón parte de una producción nacional de 42 millones de toneladas de soja y 35 millones de toneladas maíz, 17 millones menos que lo previsto.

Así, el balance entre lo que se gana y pierde por el efecto sequía da negativo en 2.871 millones de dólares. De esa magnitud en rojo, Córdoba contribuye con alrededor del 25 por ciento al 30 por ciento: cerca de 860 millones de dólares.

Si bien aún las cifras son preliminares –ya que la información actualizada disponible sobre producción es por regiones y no por provincias–, las pérdidas tendrán su impacto en toda la economía nacional.

Sobre la hipótesis de que el sector resigna 17 millones de toneladas entre soja y maíz, la cifra equivale a 0,5 puntos del producto interno bruto (PIB) de 2017. De confirmarse esta proyección, la tasa de crecimiento de 3,5 por ciento prevista por el Gobierno en el Presupuesto 2018 deberá ser reajustada.

En Córdoba, y en términos porcentuales, el impacto de la pérdida en el producto bruto geográfico (PBG) será mayor que a nivel nacional debido a la incidencia que tiene el agro en la composición del indicador. Podría llegar hasta uno por ciento del PBG.

La alta disponibilidad de soja de la campaña pasada aún por vender podría atenuar el impacto que la menor cosecha actual tendría sobre la generación de divisas.

Según Garzón, la suba de precios internacionales, en especial de la harina de soja, ha valorizado las existencias, pero no lo suficiente como para compensar el impacto macro que genera la reducción de los volúmenes. A diferencia de lo sucedido durante la sequía de 2009, el informe del Ieral precisa que el mercado internacional tomó nota de los problemas en Argentina, lo que se tradujo en una mejora de los precios internacionales. Pero aclara que, de ninguna manera, alcanzará para atenuar el efecto de falta de lluvias.

El mayor impacto negativo, sin embargo, se exhibirá a nivel de la microeconomía. “Del conjunto de productores más afectados por la sequía, los mayores problemas económicos y financieros recaerán sobre los que operan bajo campo alquilado y asumen todo el riesgo productivo”, sostuvo Garzón. También se sentirá en los establecimientos primarios de transformación (granjas porcinas, avícolas y feedlots), las industrias vinculadas, los prestadores de servicios y el propio Estado, que verá recortados sus ingresos por impuestos.

Según el economista, el ajuste en el valor bruto de la producción se distribuye en menor retribución a los factores (tierra, capital y excedente empresario), menos gastos en servicios que se demandan en el proceso de producción, transporte y comercialización, y una caída en la recaudación impositiva.

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