El legado del «Mandinga»: Un gimnasio para contener a los jóvenes de su barrio

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Por Martín Urricelqui – A Néstor «Mandinga» Rojo la muerte lo sorprendió muy joven, a sus 17 años, mientras disputaba una pelea en el sur del país.
El fatal episodio ocurrió hace un año en un festival de boxeo que se disputaba en Puerto San Julián, en la provincia de Santa Cruz.
Néstor se enfrentó al trelewense Leonardo Báez, quien terminó noqueándolo. Sufrió un paro cardíaco en el ring y fue trasladado de inmediato al hospital de la zona, aunque en el lugar no había una ambulancia como exige la normativa para este tipo de combates.
«Mandinga» se había formado como boxeador en el Centro 11 de Río Cuarto de la mano de Daniel Behm y Raúl Paniagua y pese a su corta edad, prometía un gran futuro.
Paradójicamente, la muerte lo encontró en un ring. El mismo cuadrilátero en el que había encontrado su lugar en el mundo, esa vía de escape que quizás, le permitió alejarse de los males a los que están condenados muchos jóvenes que no encuentran oportunidades en una sociedad cada vez más excluyente.
Ahora es su familia la que tomó su legado. En su vivienda de la calle Olegario Andrade al 1960, en la periferia de la ciudad, levantaron un gimnasio donde enseñan boxeo a los chicos del barrio, sin ningún costo.
La iniciativa recién comienza y surgió por el impulso de una madre que no logra mitigar su dolor, pese a intentarlo, como señaló en diálogo con Telediario:  «El amor que no puedo darle a mi hijo, se lo voy a dar a los chicos de mi barrio. Y Así yo me voy a sentir satisfecha»

-El informe de Jorge Dedominici en Telediario Segunda Edición:

 

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