El Sumo Pontífice recibió al presidente cubano en una audiencia reservada en la que hablaron del acuerdo entre Cuba y Estados Unidos. EEUU.
La visita tuvo carácter privado en un salón vecino a la inmensa aula Pablo VI de las audiencia generales, donde Francisco realiza las audiencias importantes pero menos protocolares que las que exigen la Biblioteca Pontificia, en el palacio Apostólico. El mismo salón será el escenario en junio de la audiencia papal a la presidenta argentina Cristina Kirchner.
No hubo información sustancial de los contenidos de la charla, que duró tres minutos más de los 52 que tuvo el encuentro entre el Papa y Obama en 2013. Pero una fuente aseguró a «Clarín» que el Papa argentino y el presidente cubano pasaron revista a todos los temas de una hipotética agenda sobre el tema EEUU.
Castro arribó a Roma desde Moscú, donde participó ayer de las celebraciones en la plaza Roja del 70 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, que los rusos festejan con más nostalgia que alegría, porque la lucha contra la invasión alemana y el hitlerismo costó a Rusia más de veinte millones de muertos. No se sabe si Raúl le consignó algún mensaje del presidente Putin, pero la cuestión del papel ruso en la actual coyuntura europea está entre las oraciones y problemas a los que el Papa argentino dedica mucha atención.
Las relaciones entre Cuba y la Iglesia católica marchan por la buena senda. El régimen ha levantado las peores medidas discriminatorias contra los católicos, como constató entre el 22 y 29 de abril el prefecto de la Congregación para el Clero, cardenal Beniamino Stella, uno de los principales «ministros» de Jorge Bergoglio en la Curia. El cardenal Stella fue nuncio en Cuba entre 1993 y 1999, por lo que jugó un papel importante en la preparación del viaje de Juan Pablo II a la isla en enero de 1998, que dio un vuelco positivo en las relaciones. Fidel Castro había sido recibido por el Papa en 1996 cuando vino a Roma a una reunión internacional, que sirvió de pretexto para justificar el encuentro.