Crece el consumo de anabólicos en los gimnasios

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Ir al gimnasio y combatir el sedentarismo es una de las prácticas más saludables. Pero hay un costado oculto que implica un gran riesgo: cada vez más hombres van a “hacer fierros”y buscan un crecimiento rápido de sus músculos a través del consumo de esteroides anabólicos. Su venta está prohibida en la Argentina (excepto en un producto que se utiliza con fines médicos), pero aún se consiguen en los mismos gimnasios, por Internet o incluso en farmacias.
“El uso de esteroides anabólicos para aumentar la musculatura se da principalmente en hombres que rondan los 30 años de clase media y alta. A pesar de que están prohibidos, los consiguen”, cuenta a Clarín Alejandro Rodríguez, magíster en ciencias sociales de la Universidad Nacional de General Sarmiento y becario de doctorado del Conicet en el IDES, quien sigue el problema desde 2002 hasta la actualidad con trabajos publicados desde la mirada etnográfica. Los “fierreros” que consumen esas sustancias lo hacen para verse bien y atraer miradas de los demás. “Son muy pocos los que compiten como fisicoculturistas”, señala Rodríguez.
Cada “fierrero” que entra en el mundo secreto de los anabólicos aprende de otros que están más avanzados. “Por lo bajo, algunos médicos y entrenadores también los recomiendan, o se saca información en foros virtuales. El uso de anabólicos se inscribe en una tendencia a recrear un patrón de belleza específico e incluye seguir una dieta especial, entrenamientos extremos y en algunos casos cirugías. Los anabólicos ofrecen un camino rápido para conseguir el cuerpo de las publicidades”, agrega Rodríguez.
Al principio, siguen un plan de consumo de anabólicos en pastillas (que llaman popularmente “estano”) durante varias semanas y que cuestan entre 200 y 400 pesos. Algunos, más “avanzados”, pasan a consumirlos en inyecciones. En algunos casos, se las aplican en farmacias o aprenden a inyectarse las drogas en sus casas, según el relevamiento que hizo Rodríguez. A diferencia del consumo de la marihuana, “los anabólicos generalmente se usan de manera individual y con dosis graduales”.
En 2011, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) había advertido que “si bien el consumo de nandrolona y de otros anabólicos como el estanozolol y la testosterona se encuentra prohibido, algunos deportistas los utilizan para aumentar su rendimiento, sobre todo en el caso de actividades como el fisicoculturismo y el tenis, entre otras. Para ello, aprovechan que dichas sustancias se ofrecen por Internet, en algunos casos sólo con una etiqueta donde figura el nombre de la droga y el de la droguería”. Pese a la advertencia de ANMAT, la venta ilegal siguió.
El consumo prolongado de los esteroides anabólicos puede generar eventos adversos graves, incluso la muerte. “Desde 2011 en adelante hemos detectado un aumento significativo de casos de hombres que consumen esteroides anabólicos y que han sufrido lesiones severas en el hígado, que los llevaron a la insuficiencia renal”, explica a Clarín Fernando Bessone, profesor de gastroenterología de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, a cargo del Registro Hispano-latinoamericano de Hepatoxicidad, que publicó un trabajo en la revista Alimentary Pharmacology & Therapeutics.
“El deseo de tener una imagen poderosa y viril –sostiene el médico y psicoanalista Ricardo Rubinstein, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autor de Deportes al diván– hace que los hombres consumidores de esteroides anabólicos nieguen la realidad, que incluye el conocimiento de los efectos tóxicos”.

Fuente Clarín

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