Basural radiactivo alarma a la ciudad de Córdoba

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La planta de uranio Dioxitek tiene plazo hasta fin de año para abandonar el barrio de Alta Córdoba por los daños ambientales ocasionados. Su inminente traslado a la frontera entre Formosa y Paraguay ya genera controversias.

Por Gerónimo Mariño

En pleno corazón de Alta Córdoba (uno de los barrios más tradicionales de la capital cordobesa), opera hace más de 30 años una planta de uranio extremadamente contaminante para los vecinos y la ciudad en su totalidad. Situada en una zona densamente poblada (a tan sólo diez cuadras de la cancha de Instituto), su predio alberga más de 60.000 toneladas de residuos radiactivos, los cuales se acumulan sin membrana y sin ningún sistema de contención hasta el día de hoy.

Si bien la fábrica funciona desde 1982, la empresa Dioxitek está a su cargo desde los últimos 18 años. Sociedad anónima de carácter estatal (el 99% de sus acciones pertenecen a la Comisión Nacional de Energía Atómica), su función consiste en suministrar polvo de dióxido de uranio a las tres centrales nucleares del país (Embalse, Atucha I y Atucha II) para la generación y obtención de electricidad.

Pese a ser un eslabón importante dentro de la cadena de producción de energía atómica, la empresa fue blanco de múltiples denuncias desde su instalación en el barrio. Tanto la Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Alta Córdoba como diversas organizaciones ambientalistas, vienen alertando a la ciudadanía cordobesa sobre los peligros que implica el emplazamiento de una planta nuclear en una zona de constante crecimiento poblacional.

Según el Dr. Raúl Montenegro, presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam) y titular de la cátedra de Biología Evolutiva de la UNC, los desechos allí depositados contaminan el ecosistema cordobés, al entrar en contacto directo con la atmósfera, el suelo y las napas de agua subterránea causando un daño irreversible. Además del impacto ambiental, los restos de uranio afectan a la salud humana por sus altos componentes tóxicos y cancerígenos. Dicho mineral suele afectar los sistemas renal y óseo (entre otros órganos del cuerpo) e inhalarlo puede provocar cáncer de pulmón.

“Desde hace décadas y con total irresponsabilidad, la planta viene descargando kilogramos de polvo de uranio al aire libre y a la colectora cloacal. Además, almacena sin membrana más de 57.000 toneladas de residuos radiactivos siendo una verdadera bomba de tiempo (…) Dioxitek viola normas provinciales y le falta el respeto al ambiente y a la salud de los cordobeses”. Por otro lado, el ecologista asevera que la fábrica sufre accidentes, explosiones e incendios constantemente, liberando también importantes volúmenes de amoníaco (una sustancia que también afecta al sistema respiratorio).

Frente a este estado de situación, sumado a las reiteradas clausuras municipales, Dioxitek abandona la ciudad de Córdoba a finales de este año. Tras la medida cautelar presentada por la empresa, el gobierno municipal y la CNEA acordaron un plazo máximo hasta noviembre de 2014 para la relocalización de la planta. No obstante, todavía no se sabe qué pasará con el pasivo ambiental depositado en uno de los barrios más poblados de la ciudad, una vez que Dioxitek se marche de la provincia.

Mientras tanto, la reubicación de la fábrica ya fue rechazada en diferentes localidades del interior provincial, como Despeñaderos, Embalse y Río III. Tampoco Mendoza y La Rioja la quieren alojar en sus territorios por sus altos niveles de contaminación. Sin embargo y a pesar de los riesgos ya mencionados, la provincia de Formosa aceptó convertirse en su próximo destino.

“Dioxitek necesita mudarse a Formosa porque la están expulsando de la ciudad de Córdoba y no es aceptada en otras provincias. Ya le dijeron no la provincia de Mendoza, la ciudad de La Rioja y la ciudad de Despeñaderos en Córdoba. Frustrados también los intentos de trasladarla a las localidades de Río Tercero y Embalse (en la provincia de Córdoba) solo les queda buscar una provincia feudal como Formosa, donde las protestas públicas son violentamente reprimidas” (Montenegro).

Tanto el Congreso Nacional de Paraguay como los opositores locales al gobierno de Gildo Isfrán (la comunidad wichi, políticos de otros partidos y hasta la Iglesia católica) ya expresaron su resistencia a la radicación de la planta. La nueva sede sería en el Parque Tecnológico de Formosa, ubicado a sólo 5 km del río Paraguay y a 20 de la frontera con el país vecino.

En base a información divulgada por medios nacionales, las obras ya están en marcha y el terreno se encuentra custodiado por gendarmería. Ante este panorama, legisladores paraguayos se muestran preocupados y expectantes. Sospechan que la instalación de la planta en la frontera se debe a la existencia de grandes reservas de uranio en la región. Lo cierto es que Dioxitek continuará funcionando en la capital cordobesa hasta los últimos meses del 2014, por más que se mantenga vigente una ordenanza municipal que prohíbe la presencia de industrias con semejantes características en tierras densamente habitadas.

Como sociedad, tendríamos que reflexionar sobre los riesgos que implica para el ecosistema y la salud humana la instalación de plantas atómicas en zonas superpobladas. Por otra parte, y a fin de prevenir futuros impactos ambientales, el país debería apoyar la generación de un tipo de energía “limpia” y bionatural (como la solar, la hidroeléctrica y la eólica), en lugar de recurrir al uso excesivo de energía nuclear.

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