A poco de cumplir 100 años, los pros y contras del Zoo de Córdoba

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Telediario Digital recorrió las 17 hectáreas de uno de los jardines zoológicos más grandes de Sudamérica. Te contamos sus atributos, deficiencias y las disputas en torno al predio.

Por Gerónimo Mariño

Jueves 7 de agosto, 16.00 hrs. Tarde soleada, pero ventosa en la Docta. El corresponsal de este medio hace su ingreso al Zoo cordobés por la calle Amado Roldán, justo en frente del Super Park. En plena mitad de semana, casi no se visibilizan visitantes ni personal del establecimiento. Frondoso zoológico para una sola mirada, el periodista desciende sus escaleras observando hasta el más mínimo detalle.

Atributos

Siendo una de las reservas de flora y fauna más importantes de la provincia, el Zoo de Córdoba se encuentra situado en medio de pronunciadas barrancas, en un terreno de quebradas y laderas. Sus caminos, escalinatas y glorietas están flanqueados por árboles y arbustos típicos de la zona, manteniendo la exuberante vegetación nativa. Muchos de los recintos, incluso, están empotrados en las barrancas, lo que permite su integración al paisaje natural serrano. Su contraste con los edificios de Nueva Córdoba (ubicados a poquísimos metros) realmente impacta a la vista.

A tono con la tendencia mundial en materia de zoológicos, la institución fue modificando sus prioridades a lo largo de los últimos años, convirtiéndose en un centro en donde la educación, conservación e investigación científica son los principales objetivos. En ese sentido, desde el establecimiento se generan instancias de aprendizaje y concientización, además de ser un sitio atractivo en sí mismo. El Zoo cuenta con: un centro de investigación y zoología aplicada que depende de la UNC; una granja educativa y un hospital veterinario en donde se asisten a especies autóctonas amenazadas y rescatadas de la fauna ilegal; un jardín materno-infantil en donde se inculca el cuidado de los animales, entre otras iniciativas.

Si bien los recintos se hayan deteriorados por el paso del tiempo, muchos de ellos conservan el estilo gótico y victoriano de hace 100 años. A poco de cumplir un siglo (el 25 de diciembre de 2015), la arquitectura del zoológico, a cargo de José Ricardo Scherer (de origen germano) y Juan Kronfus (austro-húngaro), se distingue por su diseño refinado y naturista.

Deficiencias

La tristeza de los animales es evidente. Aunque estén bien alimentados y cuidados, se los percibe alicaídos y desganados. “Hay tres veterinarios trabajando y 25 personas dedicadas a los animales. Por semana gastamos $9.000 en carne, $7.000 en verdura y más de $12.000 en alfalfa”, detalla el director del Zoo, Daniel Villarreal. Pese a estos argumentos, nada alcanza para revertir el estado de ánimo de las diversas especies.

El Serpentario es uno de los lugares más lamentables. En peceras de 2×2 y con iluminación artificial, distintas variedades de víboras son exhibidas cuan modelos de zapatos. Mientras muchas de ellas parecen embalsamadas (casi no muestran signos de vida), otras deben acurrucarse a la fuerza para poder entrar en estas insólitas cajas de vidrio. Así también es el caso de otros animales, cuyas jaulas son minúsculas y de cemento.

Por otra parte, se visualizan construcciones tanto abandonadas como en reparación. Espacios verdes, inclusive, se encuentran clausurados con cintas, restringiendo el libre paso de los visitantes. Que el Zoo no atraviesa por su etapa de esplendor, claramente está a la vista.

Disputas en torno al predio

En mayo del presente año, el legislador por el Radicalismo, Rodrigo de Loredo, presentó un proyecto de ley para prohibir el zoológico de Córdoba. Así también, la titular de la cátedra de Derecho Animal de la UNC, Andrea Heredia de Olazábal, está trabajando en conjunto con 130 alumnos para redactar una acción judicial que busque su cierre definitivo. Ambas iniciativas coinciden en que los animales en cautiverio mantienen una conducta artificial, al no relacionarse con el ecosistema al cual pertenecen.

Por otra parte, la institución sufrió clausuras simbólicas por parte de grupos ambientalistas como Acción Directa, cuyos integrantes consideran al Zoo como “una cárcel de animales, al vivir en espacios reducidos y no en su hábitat natural».

Defendiéndose de las acusaciones, su director plantea que el zoológico es el principal centro de recepción de animales decomisados en Córdoba actualmente, realizándose también un importante trabajo de investigación y conservación de las especies autóctonas. “El 54% de las especies que hay en el zoológico tiene uno o más ejemplares que fueron rescatados del tráfico o el mascotismo. Podríamos hacer un zoológico con esta fauna ilegal”, asegura.

Volviendo al proyecto de ley, muchos creen que detrás de esta “buena intención” por parte del Radicalismo para con los animales, se esconde un ambicioso negocio inmobiliario. Recordemos que el Zoo y su granja educativa (emplazados en un terreno de 20 hectáreas) se encuentran situados en una zona estratégica, dentro del Parque Sarmiento y a sólo metros de la sobrevalorada Nueva Córdoba.

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