Enemigo silencioso

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Muchas de las personas que inhalaron monóxido de carbono deben ser controladas ya que puede dejar secuelas. Los síntomas suelen confundirse con otras patologías.
Llegan las bajas temperaturas y el riesgo latente de intoxicación por monóxido de carbono (CO). Calefaccionar ambientes con lo que haya a mano y sin control puede ser peligroso.
El monóxido de carbono es un gas venenoso, sin color ni olor, que se produce por la combustión incompleta del carbono presente en materiales como leña, carbón de leña, gas, querosén, alcohol, gasoil o nafta. La inhalación de CO produce que este gas reemplace al oxígeno en el torrente sanguíneo. Esa falta de oxígeno afecta corazón, cerebro y pulmón. Pero todas las intoxicaciones por CO son evitables, incluidos casos accidentales como incendios.
Los síntomas de quienes han inhalado monóxido de carbono varían según las personas. Pueden correr más riesgo los niños pequeños, adultos mayores y las personas con enfermedades cardíacas y/o pulmonares. Puede ocasionar desde dolor de cabeza, náuseas o vómitos, mareos, cansancio, letargo o confusión, desmayo o pérdida de conocimiento, alteraciones visuales, convulsiones, hasta estado de coma.
“Muchas veces se producen síntomas parecidos a una intoxicación alimentaria, histeria problema cardíacos, entre otros”, señaló Nilda Gait, Jefa de Toxicología del Hospital de Niños.
Frente a la inhalación de este gas venenoso –que se trata con oxígeno–, puede parecer que la persona tiene otra patología. En ese sentido, señaló que hace seis años diagnosticaron intoxicación alimentaria en dos jardines maternales pero luego del interrogatorio médico y la búsqueda de información para el diagnóstico detectaron que las maestras estaban coloradas y que había mala combustión en algunos artefactos de esos jardines. “Se les dio oxígeno y los niños estuvieron perfectos”. En el ámbito laboral, enfatizó que hay que considerar el control en los lugares donde hay grandes comedores. También fábricas como las de pintura donde, por ejemplo, hay otras sustancias que se metabolizan lentamente a CO.
“No hay que confundir una pérdida de gas con el monóxido de carbono. Si algo está funcionando mal y hay combustión incompleta, por ejemplo, en una cocina, calefón, calefactor u otro artefacto es cuando se produce monóxido de carbono”, 
dice Gait.
Si alguien cree que puede haber estado expuesto a CO y presenta dolor de cabeza, cefaleas pulsátiles (como latidos a la par de la frente) y, en el caso de bebes y niños, irritabilidad, palidez o color azulado, vómitos, falta de apetito, entre otros, debe controlarse.
Un indicador de que puede tratarse de una intoxicación por CO es la muerte de mascotas en el hogar ya que son muchos más sensibles.

Gravedad

La gravedad de la intoxicación está vinculada con el tiempo de exposición y la labilidad de las personas. Entre los más susceptibles están los niños, ancianos y embarazadas. “La hemoglobina del niño –más la fetal– tiene mucha afinidad por el monóxido de carbono que la que posee una persona adulta”, explicó Gait.
“Puede suceder que a una embarazada que se intoxicó se le suministre oxígeno y se la envíe a su casa. Pero después empiezan otros síntomas. Esa paciente tiene que quedarse en control oxigenándose y controlando su embarazo también, ya que los riesgos para el feto son hipoxia y otras alteraciones”, agregó. Por eso, requiere una carboxihemoglobina (dosaje específico) para ver los niveles de CO ya que la intoxicación puede significar un deterioro futuro para el bebé, lo que depende del tiempo de embarazo.
“Las personas que han sufrido un intoxicación, reciben su terapia de oxígeno y, aunque ya se sientan bien, deben volver a control para un seguimiento oftalmológico y neurológico porque pueden hacer síndromes tardíos con alteraciones neurológicas, con psicosis a largo plazo”, graficó. Agregó que si un niño se desmaya y se recupera cuando se ventila el ambiente, igual hay que llevarlo a un centro de salud ya que, seguramente, la intoxicación ha sido entre moderada y grave.
Se considera que una persona puede tener entre uno y dos por ciento de monóxido de carbono en sangre, ese número puede elevarse si es fumador. Pero se considera intoxicación leve si el dosaje da por debajo del 30 por ciento; moderada, si está entre el 30 y 40 por ciento y grave, si es superior a 40. Si la cantidad de monóxido es mayor al 70 por ciento puede ser fatal. Para que un paciente pueda ser dado de alta, debe ser inferior al 8 o 10 por ciento.
Los grados varían según tiempo de exposición y cantidad de monóxido en ambiente.Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, cada año fallecen unas 200 personas por esta intoxicación. “La fatalidad se da por la gravedad del cuadro y por un diagnóstico incorrecto”, dijo Gait.
El oxígeno enseguida mejora el cuadro, salvo que revista mucha gravedad y el paciente haya entrado en coma. En tal caso, se requeriría el uso de cámaras hiperbáricas (oxigenoterapia).

Causas

Hace diez años, en el hospital de Niños la primera causa de intoxicaciones por monóxido era la mala combustión por leña y braseros, mientras que hace cinco años se daba por mala combustión de calefones, cocinas (cuando se calienta con horno y hornallas). En los últimos dos años, la primera causa volvió a ser el uso de los braseros. “Puede deberse a una cuestión económica”, opinó Gait.Verónica Goldaracena, jefa de toxicología del Hospital San Roque estimó que el 99 por ciento de los casos se registra en invierno. Y dijo que a ese hospital, acuden muchos que habitan en de Nueva Córdoba: “Los estudiantes viven en departamentos muy chicos y a veces no controlan los artefactos”, dijo.

Tendencia

Niños menores de diez años internados en el Hospital de Niños por intoxicación con monóxido de carbono.

2011: 22 niños

2012: 30 niños

2013: 32 niños

2014: 2 niños

Fuente la Voz del Interior

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