«Tras años de una pésima reputación, Monsanto ha decidido cambiar de estrategia»

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Así lo señala el diario El País de España, tras un encuentro de empresarios de la multinacional y periodistas europeos.  En 2011, Monsanto fue considerada la compañía «más malvada» del mundo en una encuesta en Internet.

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La batalla entre partidarios y detractores de los transgénicos es feroz y en Monsanto son muy conscientes de ello, señala el diario El País de España.
«Tras años acumulando una pésima reputación, la mayor compañía de semillas del mundo ha decidido cambiar de estrategia: acercarse más al consumidor para tratar de convencer a escépticos y críticos sobre la seguridad de sus productos, y sus efectos positivos para la agricultura mundial», indica el periódico español.
«En los últimos veinte años casi todas nuestras actividades de comunicación y educación han estado enfocadas a los granjeros, y han ido muy bien. Pero el error que cometimos es que no pusimos suficiente esfuerzo en los consumidores. Pensamos que ese era el trabajo de la industria de alimentación», admitió el vicepresidente ejecutivo y responsable tecnológico de Monsanto, Robert Fraley, en un encuentro reciente con periodistas europeos en la sede central de la empresa en San Luis.
En 2011 la multinacional estadounidense, especializada desde hace dos décadas en desarrollar semillas alteradas genéticamente para resistir herbicidas y repeler insectos, fue considerada la compañía «más malvada» del mundo en una encuesta en Internet.
Y el profundo rechazo que generan sus prácticas en capas de la población a lo largo del planeta se visualizó ampliamente en mayo del año pasado cuando en un mismo día se celebraron manifestaciones contra Monsanto en 436 ciudades de 52 países. La iniciativa la engendró una sola persona en Facebook y tras el abrumador éxito de convocatoria se repetirá el próximo 24 de mayo. Para cerrar el círculo, los sondeos indican que tres cuartas partes de los estadounidenses se declaran preocupados por la presencia de transgénicos en su comida -que están ampliamente autorizados y rondan el 80% de todos los alimentos-, la mayoría por el temor a efectos nocivos. En Europa -que solo permite un tipo de maíz-, el rechazo es del 61%, mientras en España del 53%, según las últimas encuestas, de 2010.

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