Argentina agroexportadora

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Argentina es proveedor natural de trigo y derivados para el resto de América del Sur.

La incertidumbre respecto a las existencias del cereal, que incluso llevan a la posibilidad de desabastecimiento en las semanas previas a la próxima cosecha (a partir de noviembre) a llevado a existan molinos de baja escala y sin capacidad financiera a no tener grano para moler, en especial los más alejados de las principales zonas productoras y por ende con mayor costo de flete. De las 9 millones de toneladas cosechas en el último ciclo, se autorizaron 3 para la exportación asegurar el consumo interno con el saldo de 6 millones, la industria molinera lleva adquiridos alrededor de 3,2 millones de toneladas, pero no aparece el volumen restante y el precio de estar a menos del 60% del valor FOB paso a estar arriba 350 dólares la tonelada cuando en Chicago cotiza a 260. Ante esta situación la Secretaria de Comercio pidió a los exportadores que vendan a los molinos para descomprimir la situación.

Esta situación termina impactando negativamente en los segmentos sociales más desfavorecidos y en tal sentido el tema del precio de la harina es una muestra por el absurdo; el Estado ha intervenido a discreción en el mercado triguero (al igual con el maíz, la carne y los lácteos) con el argumento de asegurar “la comida en la mesa de los argentinos”, pero terminó ocurriendo exactamente lo contrario y para colmo en un insumo que es justamente el último que cualquier hogar va a sacrificar. La harina es el producto esencial para elaborar una variedad de productos finales (pan, galletitas, fideos, etc.) que son los más accesibles de los sectores populares, cualquier suba en el precio de estos alimentos significa automáticamente una suba en la cantidad de personas bajo la línea de pobreza y de indigencia.

Argentina debería ser el proveedor natural de trigo, harina y farináceos al resto de América del Sur pues en el balance entre producción y consumo de trigo son todos deficitarios (excepto Uruguay); y para todos ellos es más conveniente adquirirlo en nuestro país antes que en otros proveedores. En realidad aunque casi todos los países en el mundo producen trigo, pocos tienen un excedente exportable de cierta magnitud y muchos son los que deben importarlo; Argentina y un reducido conjunto de países (Canadá, USA, Australia, Ucrania, Rusia, Francia, etc.) forman el lote de esos exportadores.

El consumo interno es de alrededor de 420 mil toneladas mensuales, o sea con 5 millones de toneladas se asegura el abastecimiento anual, y en campañas anteriores había triplicado esa cifra, aunque el potencial es superior a las 20 millones de toneladas, vale decir el desafío no es asegurar el consumo interno, eso se logra casi por inercia, sino ocupar y dominar su mercado natural, América del Sur, no solo no trigo, sino harinas y sus derivados, pero las continuas restricciones a las exportaciones, llevaron a que en ocasiones el precio al productor tuviera una retención efectiva que en ocasiones llego al 45% (las legales son del 23%) y que directamente no hubiera precios de referencia para el trigo en las bolsas de cereales.

Esto es lo que provoco desaliento a la producción y en cuanto se agrego algún problema climático (el área sembrada en los años 2009 y 2012 cuando hubo sequía, fueron las más bajas en un siglo), la consecuencia natural es la actual incertidumbre acerca de si las existencias de granos, alcanzan para empalmar con la nueva cosecha a partir del próximo mes de noviembre, y con ello la cotización paso a estar arriba de 350 dólares la tonelada cuando en Chicago cotiza a 260. Para que se entienda el precio de 1800 la tonelada de trigo es más cara a que si no hubiera retenciones, se esgrimió reiteradamente que había que desacoplar los precios internacionales para asegurar la mesa de los argentinos y paso exactamente lo contrario.

 

Lic. Claudio FORLANI

Miembro de la Fundación EGE y docente universitario.

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