Uso de transgénicos, la mirada de un especialista en biología molecular

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El doctor Horacio Alberto Tigier, docente de la UNRC; destacó que «desde que el hombre en los albores de la historia empezó a practicar la agricultura ya empezó a hacer modificaciones en los cultivos aún sin conocer las ciencias actuales».

Por Dr Horacio Alberto TIGIER * -Nota publicada por UNRC

 Ya desde fines de 1995 al organizar la primera cohorte de nuestra Maestría en Biotecnología habíamos pensado en los aspectos éticos y legales que planteaban las nuevas técnicas de Biología Molecular e Ingeniería Genética que alimentaron a la Biotecnología Moderna. En esa dirección se organizó un curso  con especialistas de estos temas.
Un par de años más tarde la Dra Rosa Nagel, coordinadora general de la Maestría, organizó una charla debate muy interesante sobre los aspectos éticos de la clonación y la fecundación asistida pero solo participaron docentes e investigadores de las Ciencias Exactas y Naturales y no hubo representantes de los que saben de leyes, como son los abogados u otros participantes de las Ciencias Humanas. Me acuerdo muy bien de la intervención del Dr Alberto Kornblithh, prestigioso profesor e investigador de la UBA que aclaró muy bien la mezcla de efectos genéticos y ambientales, casí por partes iguales, en el mejor caso de clonación natural que se conoce, los mellizos gemelos. Si se separan después de nacer pueden ser muy distintos, con medios y costumbres diferentes, a pesar de ser genéticamente idénticos. En esos tiempos estaba de moda la oveja Dolly y se hacía mucha ciencia ficción con la clonación humana.
Con las especies animales y en particular con los seres humanos esta experimentación sigue siendo compleja a pesar de los grandes avances que ha habido en los últimos tiempos como es el descifrado del genoma humano. Sin embargo es con las especies vegetales que la biotecnología se hizo masiva  y llegó a la comercialización de alimentos y finalmente a las góndolas de los supermercados de todo el mundo.
Desde que el hombre en los albores de la historia empezó a practicar la agricultura ya empezó a hacer modificaciones en los cultivos aún sin conocer las ciencias actuales.   A la revolución verde nadie le puso trabas pues en principio beneficiaba por igual a países desarrollados y en vías de desarrollo. En realidad se hacía genética tradicional de muchos cruzamientos y obtención de híbridos, lo que se puede considerar como un ajuste grueso. Sin embargo  al poderse introducir un gen adecuado, que en última instancia fabrica una proteína adecuada el ajuste ya se puede considerar fino.  Así se dejó de obtener insulina, esa hormona que tanto necesitan los diabéticos, a partir de ingentes cantidades de páncreas animales. Entonces, una bacteria con un gen modificado comenzó a fabricarla y la biotecnología ya fué industria moderna.
Pero después, como los caracteres monogénicos son fáciles de trabajar en los vegetales,  a alguien se le ocurrió introducir un gen de resitencia a herbicidas en la soja y la soja crecía rozagante con bajas cantidades de ese herbicida y las malezas morían. En primera impresión esto parecería decirnos que usamos una tecnología diabólica pues favorecemos que se haga daño ecológico con herbicidas. Sin embargo es lo opuesto pues se usan así mucho menos herbicidas pero de una sola marca. Entonces empiezan los intereses creados que comienzan a decirnos que nos podemos hasta intoxicar comiendo transgénicos.
De todos modos,  siempre se comieron genes sin saberlo y  gracias a la gran eficiencia de los sistemas digestivos de los animales y obviamente de los seres humanos; tanto de las proteínas formadas por la información genética como los propios genes o sea los ácidos nucleicos (DNA), sólo quedan ladrillitos que son los aminoácidos o las bases nitrogenadas que forman el DNA.
Como cualquier ladrillito que viene de otras fuentes, estos sirven para hacer las nuevas moléculas de cada individuo de cada especie, tal como lo enseña la más elemental bioquímica  En otras palabras la modificación genética tuvo que ver con el desarrollo del vegetal en si y no con los productos que luego sirven para la alimentación de los animales y luego de los seres humanos.
Esto parece muy claro pero cuando uno trata de explicar estos hechos a profanos la pregunta inmediata es : ¿podemos consumir los productos transgénicos sin riesgo?. Uno debe decir que sí, pues infinitamente peor es que no exista cadena de frío o consumamos yogures con fechas vencidas.
Lo que mucha gente no sabe es la cantidad de tiempo de prueba que hay que hacer para aprobar un transgénico que son entre seis y diez años pues los problemas son otros, como una polinización cruzada que transfiera caracteres genéticos a especies no deseadas o eventualmente a la formación de proteínas que pueden ser alergenos, pero que por otra parte se podrían formar también sin la participación de la modificación genética.
En Argentina la CONABIA (Comisión Nacional de Biotecnología) hace esta tarea con eficacia, aunque según un lobby formado por diversas cámaras empresariales,  se queja de una cierta morosidad en aprobar nuevos cultivos transgénicos.
Este Grupo Biotecnología, que está en contra de las supuestas críticas ecológicas, está formado por la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, la Asociación de Cámaras de Tecnología Agropecuaria (ACTA) y el Foro Argentino de Biotecnología-esta última formada por científicos, entre otras entidades.
La Argentina es el segundo país del mundo, el primero es EEUU, que posee la mayor área cultivada con vegetales transgénicos. El 90 % de la soja, principal cultivo del país es trnasgénico. En maíz se alcanza un 10 a un 15%. Como se ve para los intereses de nuestro país es un tema de mucha trascendencia.
Respecto del etiquetado,  en una reciente rueda de prensa el Presidente de la Asociación Argentina de Productores de Siembra Directa, Victor Trucco ha manifestado  que “no se puede disponer el etiquetado obligatorio con información que puede confundir al consumidor”.
Estos últimos datos los he obtenido de informaciones periodísticas del diario La Nación, pero en una reunión que tuve oprtunidad de concurrir en el mes de octubre con la participación de especialistas nacionales y estranjeros también hubo opiniones contrarias al etiquetado  y a otras críticas que reciben los OGM.
Como anécdota final, en dicha reunión se entregó una lapicera hecha con almidón de maíz de plantas transgénicas de este cereal, que permiten que con este material se obtenga un plástico biodegradable, a diferencia de los fabricados con recursos petroquímicos. Entonces se dijo, que no habría oposiciones pero alguien comentó que capaz que los intereses petroquímicos algo inventarían para desprestigiarla.

(*) Profesor Titular Efectivo D.E del Departamento de Biología Molecular de la FCEFQN de la UNRC y Coordinador Adjunto de la Maestría en Biotecnología de la FCEFQN…

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