Parece que ya la vimos

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La forma a la que accedieron a las ponderadas mejoras está ligado al trabajo gremial y las conquistas laborales pero también es consecuencia de un mecanismo de presión que solo es posible ostentar cuando se puede dejar la basura en la puerta del vecino, interrumpir el transporte del país ó cercar un municipio con toneladas de desechos…

Redacción Telediario Digital – La figura del «Piojo” Sergio González contrastaba en cada manifestación con el séquito de chalecos verdes ó camperas amarillas que le copaban la parada al municipio. Era la voz cantante gremial ante los medios y el rostro embravecido que advertía en la cara de un jefe policial los costos de impedirles el ingreso al municipio. La mañana en que vaciaron la basura frente al Palacio de Mójica no solo ganaron la primer batalla, impusieron también las reglas de la guerra pendiente.
“El Piojo” se tuvo que ir. No por coletazos externos, sino por una disputa intestina sobre el poder del Surrbac Río Cuarto que se dirimió a los puñetazos. La tarde en que adherentes y opositores al entonces delegado regional libraron una pelea cuerpo a cuerpo en el interior de la sede de Gamsur, González supo que dejaba la conducción gremial y su puesto de trabajo. Desde entonces, una guardia policial custodia el galpón que la mixta utilizará hasta el próximo lunes.
El episodio de violencia no fue el primero, ni el único. Las recientes denuncias por aprietes a un directivo privado y la golpiza a un empleado de la firma se suman a otras advertencias verbales y físicas que no tomaron connotación pública.
Los gremialistas de la recolección de basura se parecen en parte a sus afiliados. Crecieron desde bien abajo, como trabajadores marginales que asumieron la prepotencia que define una vida con necesidades.
Surrbac es parte de la cofradía en la todopoderosa Federación de Camioneros que lidera Hugo Moyano. Desde la voluntad del jefe cegetista impusieron una vertiginosa mejora en las condiciones laborales que devolvió dignidad a los recolectores de basura.
Los empleados del sector ocupaban los últimos espacios en el reconocimiento sindical y de trabajo antes de alcanzar un salario por encima de la media, con ventajas en sus convenios y un mecanismo de contención social insospechado para sus beneficiarios. Venían de un pasado tumbero ó de hogares de pobreza histórica y obtuvieron un puesto estable, con recibo de sueldo, aporte jubilatorio y mutual.
La forma a la que accedieron a las ponderadas mejoras está ligado al trabajo gremial y las conquistas laborales pero también es consecuencia de un mecanismo de presión que solo es posible ostentar cuando se puede dejar la basura en la puerta del vecino, interrumpir el transporte del país ó cercar un municipio con toneladas de desechos.
De todos modos, muchos de quienes cuestionan estas reprochables metodologías sindicales no soportan, además, que trabajadores del sector ganen más que un empleado municipal ó de comercio.

Concesiones del mandato patronal

El poder que ganaron los representantes gremiales no solo impuso condiciones en la empresa y  una virulenta relación interna, sino que dispuso concesiones en el mandato patronal.
El intendente Juan Jure se jacta en un spot publicitario por sus tres años de gestión de haber enfrentado y superado la presión de una violenta protesta con camiones de basura descargados frente a la Plaza Olmos. Sin embargo, la estrecha relación entre el gremio y los representantes oficiales de la conducción de la mixta no es consecuencia de una madura convivencia sino el resultado de una venia a favor de sus reclamos.
Surrbac no solo consolidó las reglas salariales y los convenios laborales que exigió, sino que obtuvo la potestad para definir  los ingresos a la planta, la vivienda para la mutual, un vehículo propio, celulares, licencias sin reproches, horas extras cumplidas y generadas, aumentos salariales, premios en electrodomésticos para sus fiestas de fin de año y, por sobre todas las cosas, voz y voto en la toma de decisiones.
El gremio acompaña con bombos y platillos el proceso de reconversión que anunciará el intendente el próximo lunes, en la nueva sede sobre ruta 8. Pero, también es un veedor minucioso del proceso. Inspeccionaron cada detalle del traslado y hasta incorporaron un quincho para los empleados, entre sus pedidos.

«Delicado equilibrio»

Gamsur parece que hoy no podría definir su futuro sin complacer los reclamos sindicales. José Lago lo sabe y advierte en ese  complejo vínculo un delicado equilibrio de poder. En su entorno se jactan de haber frenado los conflictos del gremio con el municipio desde que asumió la presidencia de la empresa y en la cúpula de Surrbac no pierden la oportunidad de elogiar las ventajas de “ser amigo del Pepe”.
Rubén Infante incorporó en su preocupación por los hechos de violencia la trama de intervención sindical que consideró arbitraria. Los gremialistas tomaron contacto con la carta que defenestraba sus actitudes y que nunca llegó a todos los concejales. Ese texto habría sido uno de los motivos por los que el empresario fue increpado en la sede dominada en los últimos días por “el señor de los anillos” Andrés Ceballos y sus representados más íntimos.
Infante formó parte de la sociedad empresaria que controlaba la mixta y que se fue dejándole al municipio una empresa devastada, vaciada y endeudada que, sin embargo, significó para Jure “el mejor negocio del municipio en los últimos 25 años”.
El empresario se quedó, es cierto, y pregona con el slogan “Gamsur somos todos” su convicción por no haber vendido las acciones. Su postura le permitió al intendente mantener la condición de mixta de la empresa y evitar la municipalización.
Aunque sorprenda, la agresión que denunció Infante no tuvo manifestaciones públicas de apoyo de sus pares en la dirección de la compañía ni del propio municipio.

Relanzamiento

Gamsur nunca dejó de prestar el servicio, aunque suma denuncias judiciales, problemas con el fisco, un déficit estructural y una imagen desvalorizada ante los riocuartenses. Tras el papelón de Innviron y las promesas fallidas de una expansión que nunca dio las ventajas económicas prometidas, el intendente busca relanzar la compañía con una visión local, que mejore su estructura y amplíe el servicio.
El lunes era el Día D: sede nueva, 12 nuevos camiones, 6 flamantes camionetas, dos barredoras y la promesa de la recolección diaria en toda la ciudad.
Como otras veces, la mixta lo sorprendió al Ejecutivo con otro conflicto a mitad de camino, con la basura en los rincones y a medio recoger. Gamsur está de estreno, aunque el argumento de la película parece que ya lo vimos.

Por Pablo Callejón (callejonpablo@yahoo.com.ar)
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