En busca del renacimiento institucional

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La conformación de un nuevo Congreso Nacional es una de las más sanas manifestaciones de la democracia. Asumen como legisladores los elegidos por el pueblo y en representación de cada una de sus jurisdicciones. Con una gran representatividad en el caso de los Senadores Nacionales, que son pocos por cada provincia pero actúan en nombre de muchos, y algo más diluido por el número para los Diputados Nacionales.

Pero son nuestros representantes en la importante y sabia –muy sabia, cual antiguo consejo de ancianos en las tribus de nuestros ancestros- tarea de dictar las leyes que regirán nuestros destinos.

Se trata, en definitiva, de un recambio que en circunstancias normales sería apenas una ceremonia interesante para ver por televisión, más importante para el ámbito de la política que para el ciudadano común.

No es ésta, sin embargo, una época que podría llamarse normal, donde cada uno hace su vida y trabaja en beneficio de su familia y cumpliendo, cada uno hasta donde le da su rol, con la comunidad en la que desarrolla sus actividades. En los últimos 4 años, el sector agropecuario y, sobre todo, el interior del país, viene siendo víctima de la avaricia y las ansias de poder político y económico del matrimonio presidencial. Todo comenzó en Diciembre de 2005 que hoy parece tan lejano, con las retenciones a la carne; le siguieron después la soja y los demás granos. Un día se limitaron las exportaciones de carne y de leche, y a continuación le tocó al trigo. No sólo no se pudo vender afuera –generando divisas para todo el país y para el propio fisco- sino que también se elucubró un maquiavélico control de precios que aún hoy se sufre en los principales productos del campo.

Las consecuencias de este despropósito se ven hoy en el interior del país, donde la bonanza y el crecimiento pos-convertibilidad se hicieron añicos: cayó la actividad económica y aumentó el desempleo en las poblaciones, entre otras consecuencias.

En paralelo a ello, el Gobierno nacional hizo entrar a políticos y dirigentes sectoriales en una tremenda lucha por el poder y de quiebre institucional a la que, lamentablemente, no se le ve el final. Pareciera ser que sólo el alejamiento de los Kirchner podría poner las cosas en su lugar, pero eso sólo sería posible si –de a poco, aprovechando cada espacio de poder libre del influjo K- el Poder Legislativo comienza a actuar con independencia del Ejecutivo. Ese sería el primero y tan importante avance que se pide a los nuevos legisladores, muchos de ellos provenientes de nuestro sector. Dios y la Patria quieran que sepan estar a la altura de las circunstancias. 

 Editorial de La Revista de la Rural de Diciembre 2009

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