Caminando por los bordes

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  “La tragedia de un país se completa cuando la educación no es el tema de los ministerios ni de los representantes del pueblo ni de lo expertos en pedagogía, sino de algunas patotas que brindan un ejemplo patológico (con cortes de calles y rutas como consignas), método que luego adoptan los alumnos” (Marcos Aguinis). El país está sufriendo de un paso lento y con posibilidades de ahogo. Es que hay en demasía ficción social que no lo deja marchar como debería ser, exponiendo los ciudadanos sus actitudes pre-electorales.

Entonces comienzan los apuros para buscar moverlo como “una topadora que arrasa con los derechos, las leyes, aún más con la credibilidad y la esperanza de los argentinos” continuamos siguiendo a Marcos Aguinis. Se ha logrado imponer en el cerebro y en la psiquis de la gente, la dificultad para comprender que nosotros, los ciudadanos, perdemos cada vez más la autonomía, nuestro protagonismo  y nos reducimos a “un rebaño de ovejas” obsecuentes, que nos empujamos unos a otros; eso sí, con la incapacidad de “gemir” con reflexión y raciocinio para que nos custodien nuestras riquezas tanto materiales como espirituales. Esto es lo más cercano a la sub-normalidad.

Pocos dirigentes se animan a declarar que han perdido la dirección de sus dirigidos. Hay bronca ciudadana, y no está siendo expresada por los canales habituales. Esto es nocivo para la salud educativa y civica de cada persona y del conjunto de la ciudadanía. Pareciera que se presenta en sociedad una ingeniosidad histórica en Argentina. Una Nación que reclama comprobación pública, no privada, además solicita extender el espacio y la transparencia de la justicia. Un país que continúa con igual “autismo” que tiempo atrás. No hay extraversión, se rige por las normas propias de sus dirigentes introvertidos. Además existe cierta impunidad verbal, ya que salieron a la palestra retóricos dirigentes partidarios, algunos abandonando sus respectivas y reales tareas (llámese artísticas, funciones públicas, etc.) para abalanzarse a la ocupación del pedestal de junio. El pueblo: espectador, como si no supiéramos nada del presente. ¿Seguiremos siendo infanto-juveniles obsecuentes? ¿No nos damos cuenta que los tiempos han cambiado? ya no existen los jóvenes de los setenta con ánimo festivo y capaces de sacudir calles, poderes e instituciones. Actualmente, como realidad, se están extendiendo cada vez más la pobreza, la exclusión y hasta el dengue. Según Massuh, hoy existen dos proyectos para dos épocas diferentes: una era el salir del infierno de la exclusión, aboliéndolo; y el otro entrar en el mismo para abrir un espacio de convivencia humana. Pareciera que este último condice con la modernidad. ¿Se está realizando? El problema es que no aparezca, ante tanto bullicio la violencia, “partera de la historia”, al decir de Victor Massuh, “porque produjo mucha sangre y pocos nacimientos”. La tentación a la violencia siempre está latente en los pueblos. Sabemos que la violencia surge no solo de la acción directa, sino también de la ausencia de los protagonistas en lugares donde lo necesitan.

Probablemente el avance del país existe, pero se ha dispersado en variadas direcciones. Me pregunto ¿Se esconderá un nuevo sentido? O, como todo lo indica ¿Nuestra ciudadanía está a la deriva marchando en conjunto y de la mano con una civilización mundial desorientada? No la veo así. Lo concreto es que hoy por hoy no se vislumbra manifiesta y honestamente coherencia civil. Somos espectadores miopes de una realidad parcial. Así de explícito y concluyente. La realidad es de ponerse más práctico cuando la historia se pasa de “normal a subnormal” y toma para cualquier lado, hasta llegar a lo patológico mental. Basta ver a la dirigencia cumplir a rajatabla “su destino” contra la corriente. Entonces ante un miedo nuevo, los ciudadanos nos apartamos nuevamente, esperando que se desplome tanta presión, mientras en la realidad, nos entretienen con “caramelos de fantasía” al decir de Peicovich. ¿Existe calidad y autenticidad política? Si no es así, ¿No tendríamos que reflexionar como lesiona a nuestra calidad de vida y por ende a nuestra salud mental?

Sergio Berenzstein decía que “hay una marcada retracción del interés de la ciudadanía por la cosa pública, por involucrarse en cuestiones que hacen al interés general” La opción por la vida privada en desmedro de la pública es una falsa y peligrosa disyuntiva”. Peligrosa por la retaliación (vuelta contra uno mismo) que muchas veces produce nuestras actitudes prescindentes bien común.

LIC .ELENA FARAH
 

 

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