Cómo aguarles la fiesta – La Biblia y el Calefón

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Ignacio Puelles asegura haber intentado frenar actitudes abusivas en los controles a los chicos, aunque todas las voces son coincidentes en que «chapeó» con su rol de jefe de Bomberos para garantizar la continuidad del evento. Puelles no necesitó hablar en nombre de su cargo simplemente porque no puede desprenderse del mismo. Sin embargo, el problema no es solo Puelles. Inicialmente, se planteó que impidió el acceso a la quinta. ¿Cómo pudo hacerlo, con qué derecho? ¿Si hubo entorpecimiento al accionar policial por qué no se lo demoró lo se lo detuvo? ¿No es de esta forma cómo se actúa en otros casos? Si efectivamente los agentes intentaron ingresar para verificar las condiciones de seguridad los hechos corroboraron que no lo hicieron. ¿Pudo ser Puelles quien lo impida?…

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar) – Hubo una fiesta en una quinta, se tomó alcohol y había menores que compraron sus entradas. Se promocionó por internet y a través de algunos medios de comunicación. Solo accedían quienes los organizadores permitían ingresan pero el arribo de medio millar de personas le dió un carácter público. Una secuencia de datos objetivos.
Una carpa se desplegó para la ocasión, se colocaron baños y barras improvisadas. Había chicos que recién cumplían la mayoría de edad y muchos menores. Algunos fueron en vehículos particulares y otros caminaron el oscuro tramo que divide la ruta de la quinta de Dagatti.
En el mismos espacio, a solo metros, un grupo de amigos -entre ellos el propio dueño- compartían un asado y sabían lo que pasaba en la carpa. No podían no saberlo.
Cuando agentes del Edecom y efectivos policiales irrumpieron en la madrugada uno de los comensales habló por todos. No fue casual. Se trataba de Ignacio Puelles quien asegura haber intentado frenar actitudes abusivas en los controles a los chicos, aunque todas las voces son coincidentes en que «chapeó» con su rol de jefe de Bomberos para garantizar la continuidad del evento. Puelles no necesitó hablar en nombre de su cargo simplemente porque no puede desprenderse del mismo.
No fueron los chicos quienes asumieron las explicaciones del caso, ni el dueño de la quinta, ni el resto de los amigos del asado. Fue Puelles, el jefe de Bomberos y responsable de la Defensa Civil en la ciudad.
Más allá del cruce de acusaciones -algunas lamentablemente con despreciables tintes políticos-, es evidente que su presencia en el control reprochando el accionar policial y de los inspectores resulta irritante por el cargo que ostenta. Si observó como excesiva la metodología de acción de los agentes la confrontación no pareció el modo más pertinente de resolverlo.
Puelles no pudo desconocer sobre la fiesta que se desplegaba a metros del asador. Sin embargo, nada hizo por evitarlo. Consintió su desarrollo en un espacio que no había sido inspeccionado por la Defensa Civil que conduce y hubo menores alcoholizados por consumir en la quinta cuyo dueño compartía con él una noche de amigos.
Los hechos requieren el debate necesario sobre la continuidad del abogado riocuartense en cargos de enorme sensibilidad pública por su compromiso con la seguridad y la vida de los personas.
Sin embargo, el problema no es solo Puelles ni las cosas parecen haber ocurrido como se plantearon. Inicialmente, se señaló que impidió el acceso a la quinta. ¿Cómo pudo hacerlo, con qué derecho? ¿Si hubo entorpecimiento al accionar policial por qué no se lo demoró lo se lo detuvo? ¿No es de esta forma cómo se actúa en otros casos? Si efectivamente los agentes intentaron ingresar para verificar las condiciones de seguridad los hechos corroboraron que no lo hicieron. ¿Pudo ser Puelles quien lo impida?
La Municipalidad, el Edecom y la Policía ya sabían sobre la realización de la fiesta. Incluso hubo un aviso al dueño de la quinta sobre el control que se iba a practicar. ¿Por qué no se actuó antes? El tiempo no pudo ser un condicionante. Una simple inspección habría advertido lo que se denunció después: no estaban dadas las medidas de seguridad en el lugar, se habían vendido entradas a menores y el acceso a la quinta no garantizaba la integridad de quienes allí participaban.
Días después del evento se insistía con que Puelles habría sido el organizador del evento, pese a que los propios chicos lo negaron. Y aunque no surgen elementos para considerar al jefe de Bomberos como un ocasional empresario de la noche es necesario saber si los jóvenes actuaron solos. Todo hace presumir que no. El dueño de la quinta emerge como un responsable directo de lo sucedido.
El fenómeno de las fiestas en quintas ya había sido alertado por los bolicheros que encuentran una amenaza a su negocio. Temen una competencia desleal por cumplir con controles que otros eluden amparados en el supuesto marco de la privacidad.
Los jóvenes, en realidad, no solo prefieren los encuentros selectivos y restrictivos para consumir alcohol sin condicionamientos. Lo hacen como una metáfora de la sociedad que unifica para excluir. Quieren estar entre ellos, como pares de clase y afinidad social. Los festejos del día de la primavera resultaron una señal que describe el nuevo contexto.
La noche ya es compleja y dispersa. En la Policía advierten con preocupación cómo deben someter a casi la totalidad de su estructura para garantizar entre las cuatro y las siete de la mañana que no hayan incidentes en confiterías, bares, pubs y quintas privadas ubicadas en el micro y macro centro, sobre las rutas ó en el límite del ejido urbano. La falta de un criterio de urbanización que exija un espacio para la ubicación de los locales nocturnos obliga a mega operativos cada vez más difíciles de efectivizar.
La ciudad acaba de celebrar las coincidencias que derivaron en un nuevo Código de Espectáculos Públicos. Un paso necesario pero que podría ser insuficiente. Hay un negocio, chicos que se aislan, menores que quieren tomar alcohol, padres que consienten, funcionarios que «chapean», controles que llegan tarde ó no alcanzan y la necesidad de asumir un compromiso que no dependa únicamente de la rigurosidad de una norma. Pasará el tiempo del escándalo y la polémica antes de preguntarnos cómo aguar la fiesta que se mofa de la ley. Tarde ó temprano, habrá que hacerlo.

«La ejecución de las leyes es más importante que su elaboración.»
 Jeremías Bentham
  

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