Más que cenizas

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Lucia Maina – Comunicadora Social

El fuego dejó profundas consecuencias en el medio ambiente y en los pobladores afectados de la provincia de Córdoba. El negro paisaje de las sierras de nuestra región anuncia tristes cambios en el ecosistema. La flora, la fauna, el agua, el aire y el suelo de los lugares que sufrieron los incendios ya no son los mismos. Habrá que esperar mucho tiempo para que el ciclo de la naturaleza se recupere de uno de los tantos daños causados por el ser humano.

Las pérdidas causadas en las 50 mil hectáreas que se quemaron en Córdoba se agravan aún más si tenemos en cuenta la situación crítica de la provincia en relación a factores esenciales para el medio ambiente. Los escasos bosques nativos que subsisten en la región y la poca fertilidad natural que aún conserva el suelo cumplen una función de gran importancia para el ecosistema y merecen un cuidado extremo. En ese contexto, los perjuicios ocasionados por los incendios son aún más elevados de lo que se percibe a simple vista.

Guillermo Build, desde el vivero comunitario de flora nativa Wichan Ranquen, cuenta que la mayor parte de los bosques que quedan en el sur de Córdoba y que fueron dañados por los incendios son renovales. Se trata de árboles que tiene alrededor de veinte o treinta años y que no tiene el tronco lo suficientemente ancho como para resistir el fuego y volver a rebrotar con facilidad.
De cualquier manera, las consecuencias reales de esta catástrofe dependen también de las características del fuego recorrió cada lugar. En los sitios afectados por el denominado fuego frío, aquel que pasa rápido por el pastizal y gracias al viento no alcanza a afectar las raíces de los árboles, muchas especies pueden recuperarse en dos o tres años. Pero en los casos en que el viento es menor, el incendio pasa lentamente y va quemando profundamente la vegetación, que necesitará alrededor de diez años para recomponerse.

Desde la Organización No Gubernamental Wichan Ranquen sostienen que uno de los aspectos más preocupantes del incendio es que haya implicado la desaparición de molles y tabaquillos. Estas especies son las que sostienen las cuencas hídricas de la zona. “No tener el monte influye en el ambiente, porque el bosque es justamente lo que va a generar y retener las lluvias para que los arroyos tengan agua durante todo el año”, explica Guillermo de Wichan Ranquen. El fuego también se llevó diversos nutrientes que componen la capa protectora del suelo, deteriorando su fertilidad. A su vez, al desaparecer la flora, la tierra quedó expuesta y el viento la irá erosionando, ayudando a la desertificación.

A pesar de que las lluvias son indispensables frente a la sequía reinante, su llegada terminará de desnudar el saldo que dejaron los incendios. El agua se llevará gran parte de lo que quedó del suelo y va a arrastrar las cenizas a ríos y arroyos, deteriorando la calidad del agua que consumen muchas poblaciones. Por otro lado, al limpiar las cenizas, las lluvias dejarán ver cuán afectada se encuentra la vegetación.

Desde el vivero comunitario de la ciudad de Río Cuarto manifiestan que la principal causa que desató este desastre es lo alejada que está la humanidad de reconocer los ciclos de la naturaleza. “Nosotros estamos en una región semi árida con un clima seco que dura por lo menos seis meses. Entonces iniciar un incendio en el fin de la temporada seca es una locura”, afirma Guillermo Build. “Pero si se lo deja y se lo ayuda, el monte vuelve. El problema es que haya un sobre pastoreo después del incendio y no se lo deje crecer. Hay que dejar que las especies pioneras (los talas, los espinillos, quizás los moradillos) vayan preparando el lugar para los árboles principales, que según la zona serían los molles, los cocos, los tabaquillos, los algarrobos y caldenes”, aconseja Guillermo.

Los pobladores después de las llamas

Los pobladores de las zonas afectadas por el fuego sufren diversas consecuencias tanto en su salud como en su vida diaria. Como explica la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP); “la exposición e inhalación de humo y gases tóxicos en un incendio provoca daños tanto en forma aguda como crónica y además del riesgo de muerte pueden dejar secuelas, algunas irreversibles”. Los principales efectos que puede ocasionar un incendio en la salud están relacionados con problemas en las vías respiratorias y el pulmón, irritación ocular y con daños al corazón y al sistema nervioso.

Los perjuicios del incendio dependen de los componentes del humo inhalado, el grado de exposición y la respuesta del organismo. En este sentido, las personas que presentan mayores riesgos son los niños pequeños, las embarazadas y aquellos con enfermedades crónicas. Por otro lado, la toxicidad del humo varía según la materia que se quema. Pero según afirma la SAP, uno de los gases tóxicos más peligrosos para el organismo es el monóxido de carbono, el cual está presente en todo tipo de incendio.
Quienes vivieron el siniestro en nuestra región también pueden ver afectada su salud psíquica mediante el estrés postraumático. Este trastorno se origina tras haber sufrido u observado un acontecimiento traumático en el que está en juego la vida de las personas. Ello puede generar intensas reacciones de ansiedad, agotamiento, emociones intensas y pensamientos irracionales. Evidentemente, todo esto conduce a problemas a la hora de readaptarse a la vida cotidiana.

Respecto a las situaciones traumáticas vividas en las últimas semanas en nuestra región, Alicia, una de las habitantes de la zona de La Barranquita cuenta cómo ella y su familia tuvieron que evacuar su vivienda: “Nos fuimos cuando el fuego llegó al alambrado. De este lado no se podía salir. Si nos demorábamos un poco mas nos quemábamos todos”. Agradecida porque las llamas finalmente no llegaron a su casa, Alicia expresa que “el mayor miedo ya pasó”.

Ahora los pobladores deben enfrentar los problemas que dejó el incendio. La gente de La Barranquita ya lleva encontrados más de 500 animales muertos, en su mayoría vacas. Mientras tanto, el ganado que sobrevivió ya no encuentra pasturas para alimentarse. Lo único positivo que parece haber encendido el fuego es la solidaridad de la comunidad. “Sino hubiese venido toda esa gente a ayudarnos, no hubiese quedado nada”, expresa Alicia en consonancia con la gratitud que muchos vecinos sienten por haber podido enfrentar el problema entre todos. Este espíritu comunitario sigue haciéndose presente; actualmente pobladores de distintas zonas de la provincia se reúnen y organizan para enfrentar el panorama que dejaron las llamas.

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