El país y su deuda moral con la educación

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En esta semana se retoma el circuito escolar en todos los niveles. En este escenario nuestro gobierno dedicó una parte de su  gestión para hacer cambios en las cúpulas educativas. Todo en nombre de la educación de calidad y otras postulados. El profesor Tedesco deja el Ministerio de Educación para estar a cargo de una secretaria estratégica, con rango de Ministro, para asesorar directamente a la Presidente en cuestiones de educación, poniendo el acento en reconstruir nuestra tan pobre, vapuleada y asimétrica escuela secundaria y, en insertar en el sistema educativo a la población que desertó por las razones que siempre mencionamos y que son problemas cardinales: pobreza que va en aumento, y la inequidad que se está ampliando.

Parafraseando al psicólogo Sinay , plantea la deuda moral que se tiene con la educación; expresando lo siguiente “…las deudas morales nacen con el olvido de valores esenciales para la convivencia humana, con el desprecio por la alteridad. Cuando nuestros intereses personales, grupales o corporativos se imponen por encima de aquellos que son vitales para la comunidad que integramos, y no sólo despreciamos los intereses de los otros y el bien común, sino que además transformamos a nuestros semejantes en simples instrumentos de nuestras prioridades, empezamos a contraer una deuda moral”. Y continúa diciendo…”hay deuda moral cuando la educación no forma parte de ningún proyecto de país en las propuestas de quienes gobiernan. Hay deuda moral cuando se tiene tiempo para involucrarse sin necesidad en cuestiones de otros países (ya atendidas por quien corresponde) mientras se postergan ad infinitum temas, necesidades y prioridades nacionales. Hay deuda moral cuando la misma agenda que no tiene espacio para recibir a sectores representativos de la vida nacional siempre encuentra el hueco y la foto para el frívolo personaje de tapa que hace una parada técnica en el país. Hay deuda moral cuando se miente (o al menos se omite decir la verdad) sobre candidaturas electorales que se saben simuladas desde el principio y que se proponen no con el fin de beneficiar al ciudadano, sino para valerse de él”.
Hubo cambios en las carteras educativas, la presidenta Cristina Fernández tomó juramente al nuevo Ministro de Educación, Alberto Sileoni, en reemplazo de Juan Carlos Tedesco, quien en el mismo acto asumió como Director Ejecutivo de la nueva Unidad de Planificación Estratégica de la Educación. La Presidenta señaló que las designaciones de ambos funcionarios «implican la profundización del proyecto del Gobierno en materia educativa». Además, manifestó que «tenemos la decisión de construir un área estratégica en el proyecto educativo, orientado al punto nodal que es el secundario».
Si tomamos el tema de re-fundar un secundario inclusivo y obligatorio como lo dice la nueva ley de educación, nos tenemos que preguntar en que vamos a invertir los recursos para lograr que esto sea posible y no quede en una utopía, a una expresión de deseo con intencionalidad política de ganar clientelismo público a lo que este gobierno nos tiene acostumbrados.
Si analizamos esta noticia de un periódico provincial, vemos que en Córdoba, cuatro de cada diez niños de 0 a 5 años en el Gran Córdoba han sufrido hambre alguna vez. Son más de 50 mil chicos que no comen con frecuencia o que no lo hacen esporádicamente. Son casi el doble del promedio nacional. Casi cuatro de cada 10 niños (37,2 por ciento), de 0 a 5 años, de la ciudad de Córdoba y Gran Córdoba, viven en hogares que sufren episodios de hambre por problemas económicos. Son 50.227 niños, según el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2004-2008.
Esto es solo una muestra que si la analizamos es profunda y preocupante, en donde la gestión del sistema educativo no lo puede eludir, de allí la importancia de que no se puede separar educación de economía, pues deben ir de las manos en consonancia con las reales necesidades que nos muestran esos datos. Si negamos, y a veces, eludimos estas realidades, jamás lograremos una secundaria igualitaria e inclusiva. La inversión debe estar orientada en  atacar contra la pobreza, la inequidad y en la formación docente. Creo que de esta manera podemos reparar la deuda moral que tenemos con la educación y por consiguiente, en ello incluyo a todos nuestros jóvenes. Siguiendo a Gregorio Marañon “no pretendo resolver lo que por hoy es difícilmente soluble; pero al decirme a hablar de estos asuntos, tampoco quiero divagar sin sentido por los terrenos trillados en que florecen con tanta facilidad las frases hechas de la moral”
LIC ELENA FARAH

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