Desigualdad vs disminución de oportunidades

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Para fundamentar el título de este comentario bien vale compartir con ustedes los postulados de la UNESCO. Achacando la responsabilidad de esta situación tanto a la indiferencia política como a las políticas nacionales de educación poco enérgicas y el fracaso de los donantes de ayuda a la hora de traducir sus promesas en actos, el Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2009 –titulado “Superar la desigualdad: porque es importante, el gobierno advierte que una serie de disparidades “inaceptables” a nivel nacional e internacional están socavando los esfuerzos para conseguir los objetivos internacionales en materia de desarrollo.

“Cuando los sistemas financieros están en crisis, sus repercusiones son sumamente notorias y los gobiernos actúan”, declaró el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura. “En cambio, cuando los sistemas de educación están en crisis, sus repercusiones son menos visibles, pero no por ello menos reales. La desigualdad de oportunidades en la educación es un factor de acrecentamiento de la pobreza, el hambre y la mortalidad infantil, y mengua las perspectivas de crecimiento económico. Por eso, los gobiernos deben actuar con un mayor sentido de la urgencia”. El informe de la UNESCO documenta “el profundo abismo” que separa a los países pobres de los ricos, en lo que respecta a la igualdad de oportunidades en la educación y señala, entre otros, los siguientes hechos:
• En los países en desarrollo, uno de cada tres niños –esto es, 193 millones en total– ingresan en la escuela primaria con problemas de desarrollo cerebral debidos a la malnutrición y perspectivas menguadas de adquirir una buena educación.
• Setenta y cinco millones de niños en edad de cursar la enseñanza primaria están sin escolarizar en el mundo entero.
• En los países ricos más de un tercio de los escolares de primaria llegan a la enseñanza superior y terminan sus estudios universitarios, pero en la mayor parte del África Sub-sahariana la proporción de alumnos de primaria que acaban este ciclo de enseñanza es menor y solamente un 5% de ellos accede a la universidad. Las disparidades dentro de los países reflejan las desigualdades que se dan entre ellos a nivel mundial. En Filipinas y Perú, los niños del quintil de familias pobres, cursan cinco años menos de estudios que los hijos de las familias más acomodadas. El grado de pobreza no es el único factor de desventaja en la educación. A las niñas también se las olvida. Los autores del informe señalan que “las circunstancias como el lugar y el medio en que nace un niño, su sexo, los recursos económicos de sus padres, el idioma que habla y el color de su piel no tienen por qué ser factores determinantes de sus oportunidades en materia de educación. ”En el informe anual de la UNESCO se efectúa una evaluación minuciosa de los progresos realizados hacia la consecución de una serie de objetivos clave en el campo de la educación, a saber: la atención y educación de la primera infancia; la universalización de la enseñanza primaria; la paridad e igualdad entre los sexos; la reducción del analfabetismo; y el logro de una educación de buena calidad. Al tiempo que pone de relieve los avances alentadores que se han registrado en algunos de los países más pobres del mundo, el informe pone en guardia contra el peligro que se corre de no alcanzar muchos objetivos –en algunos casos con márgenes de diferencia muy importantes– a no ser que se tomen medidas drásticas. En lo que respecta a la enseñanza primaria, el informe presenta una información documentada sobre algunos logros impresionantes conseguidos a nivel nacional y regional. Sin embargo, el informe señala que, a pesar de esos progresos, el mundo en general no va por buen camino para alcanzar en 2015 el objetivo internacional en materia de desarrollo consistente en universalizar la enseñanza primaria. Según una serie de proyecciones parciales, en 2015 el número de niños sin escolarizar ascenderá como mínimo a 29 millones.

El informe de la UNESCO advierte que las estadísticas relativas a los niños sin escolarizar sólo son un indicador parcial de la magnitud del problema. En efecto, hay millones de niños que ingresan en la escuela y la desertan prematuramente sin terminar sus estudios primarios. Además, las evaluaciones del rendimiento escolar de los alumnos dan pruebas sólidas del fracaso de los sistemas escolares a la hora de impartir una educación de buena calidad. Muchos niños acaban la primaria sin haber adquirido las competencias más elementales en lectura, escritura y cálculo.
• 60% o más de los alumnos de secundaria en Brasil, Indonesia y Túnez obtuvieron puntuaciones que los situaron en el nivel más bajo de la escala de clasificación establecida en algunas evaluaciones internacionales del aprovechamiento escolar en disciplinas científicas. Solucionar todas estas carencias requerirá llevar a cabo reformas muy vastas e incrementar las inversiones en el sector de la educación. Los sistemas escolares de muchos países carecen sistemáticamente de financiación y de recursos.
Además de estas carencias, el informe de la UNESCO analiza la situación del analfabetismo, un ámbito en el que las políticas de educación están muy rezagadas. En efecto, se estima que en el mundo hay todavía 776 millones de adultos –esto es, un 16% de la población mundial– que no saben leer ni escribir. Dos tercios de esas personas analfabetas son mujeres. Si las tendencias actuales persisten, en 2015 nuestro planeta seguirá contando con 700 millones de adultos iletrados.
Hay políticas para reforzar la equidad. En el informe “Superar la desigualdad: por qué es importante el gobierno” se expone también un amplio programa de reformas. Su mensaje más importante es que los gobiernos deben otorgar más prioridad a la equidad y la justicia social. “Si los gobiernos del mundo toman en serio su compromiso con la Educación para Todos, deben tomar aún más en serio la lucha contra la desigualdad”, dice el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura. Basándose en la experiencia internacional, el informe hace un inventario de las políticas encaminadas a remediar la extrema desigualdad. Entre esas políticas cabe mencionar: la supresión del pago de derechos de escolaridad en la enseñanza básica; el incremento de las inversiones públicas en el sector de la educación; la creación de incentivos para escolarizar a las muchachas, así como a los niños y niñas de grupos marginados; y el reforzamiento del compromiso contraído con la mejora de la calidad de la educación. El informe señala, en cambio, que las políticas de descentralización han amplificado con frecuencia las desigualdades, al ahondar las diferencias que se dan en materia de financiación entre las regiones más ricas y las más pobres. En el informe se menciona un ejemplo alentador procedente de América Latina. Varios países de esta región han creado programas de transferencias de dinero en efectivo destinadas a las familias más pobres. Esas subvenciones se abonan a condición de que los niños asistan a la escuela y se sometan a exámenes médicos y sanitarios regulares. El programa “Oportunidades” de México, que es uno de los más vastos de este tipo, se está aplicando actualmente en la ciudad de Nueva York con carácter experimental. Los autores del informe examinan con espíritu crítico las reformas en la gobernanza de los sistemas educativos. Asimismo, ponen en guardia contra la tentación de exportar a los países en desarrollo “planes básicos de gobierno” inspirados en modelos de los países ricos. También ponen en tela de juicio las políticas encaminadas a incrementar el papel del sector privado en la educación para compensar los fallos del Estado. “Aunque la prestación de servicios educativos por parte del sector privado pueda desempeñar un papel en determinados ámbitos, la base real de la educación para todos es la prestación de una enseñanza básica, eficaz y asequible, por parte de los poderes públicos”, asegura el director del equipo del informe, Kevin Watkins, que añade: “Si el sistema público de educación no funciona bien, los gobiernos deben restablecer su buen funcionamiento”.
LIC ELENA FARAH

 

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