Un recuerdo que no prescribe – La Biblia y el Calefón

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El fallo del fiscal Di Santo dio el punto final a la estrategia de impunidad que el tiempo y el accionar policial aseguraron en su eficacia. 18 años después la Justicia admite lo que era un secreto a voces: cómo mataron a Alejandro Flores y quienes lo hicieron. La resolución, sin embargo, parece un mero justificativo de las fallas en casi dos décadas de investigación. La prescripción resuelve el peor final para un delito que pone bajo sospecha a la fuerza policial, la justicia riocuartense y los encubridores que supieron callar y nunca fueron acusados por el hermético silencio.

              

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar)

Hay policías que matan, ocultan y mienten.
Hay una Policía que encubre, silencia y asiente.
Hay un pibe que ya no juega, ni corre; que muere.
Hay enfermeras que no curan, que asisten la muerte.
Hay policías que hablan, que denuncian y que pierden.
Hay datos veraces, mentiras que duelen y voces que hieren.
Hay un pibe enterrado, que no corre; que muere.
Hay búsqueda sin restos, excavaciones sin huesos, hay llanto que duele.
Hay padres que exigen, un tiempo que se escurre, un reclamo sin suerte.
Hay un fiscal que no investiga, que lo hace mal, que no resuelve.
Hay un pibe que no se olvida, que nos recuerda, que muere.
Hay un padre investigando, una madre sin consuelo, una Justicia doliente.
Hay testimonios que contradicen, que admiten culpas, que no les creen.
Hay mentiras valiosas, verdades que no se oyen, testigos que ya no dicen.
Hay policías que callan, pruebas que no se encuentran, fiscales que nunca exigen.
Hay padres sin dinero, hay quienes matan con poder, y hay poder sobre la muerte.
Hay fojas que se acumulan, expedientes amarillentos y huellas que ya no existen.
Hay efectivos que parten, méritos que dan vergüenza, sospechosos que siempre ascienden.
Hay un pibe y no hay Justicia, hay un pibe que muere.
Hay huesos que aparecen, hay casualidades y vestigios de la muerte.
Hay una alcantarilla, un hallazgo y mil mentiras, la impunidad y su peste.
Hay geólogos, forenses, genética y algo de suerte.
Hay certezas de la muerte.
Hay restos en ataúd, un sepelio y hay manto verde.
Hay una madre que llora, un día claro y el duelo que no fenece.
Hay hijos de puta que no hablan, un tiempo sin honra, un homicidio que advierte.
Hay un fiscal que imputa, un delito que prescribe, y un fallo que no convence.
Hay una colisión y hay impunidad, hay un pibe que muere.
Hay sensación a fracaso, de los fiscales y la Justicia, hay un fallo que resiente.
Hay una trampa del tiempo, leyes que no son justas y falacias que no prescriben.
Hay lecturas forzadas, homicidas que nada pagan, un fiscal que elude y asiente.
Hay bronca, pena y tragedia. Hay recuerdos que siempre vuelven.
No hay olvido, ni hay condena. Hay Justicia que es injusta, policías que matan y un hartazgo que hiere.

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