La cultura del barbijo

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¿Cómo abordar en la escuela el tratamiento de este contenido, tanto con los alumnos como los padres y componentes de la comunidad educativa? Parece anhelado estar muy alertas, como adultos y educadores, sobre “qué” es lo que explican los medios de comunicación masiva en general, y la televisión y la radio en particular, sobre la “nueva” gripe porcina, o N1 H1, o Influenza A. ¿La información que divulgan favorece a prevenir la difusión de la enfermedad?

¿En qué medida el tratamiento irresponsable del tema puede estimular la propagación de “otra epidemia”, también muy grave, de “pánico al contagio” que muy a menudo promueve la culpabilización y la discriminación de las personas infectadas o posiblemente infectadas? Es indudable que, en comparación con la cantidad de afectados y muertos por las anteriores pandemias y por las anuales gripes comunes, las secuelas de la enfermedad actual son aún muy limitadas. En los últimos días se publicaron los números que evalúan el porcentaje de muertes respecto a la cantidad de infectados registrados. El tasa de mortandad del virus es algo mayor al 0,1% de los que caen enfermos y, para el caso de México, país dónde se diagnosticaron las primeras personas con los síntomas de la nueva gripe, la cifra sube hasta el 2.25% de muertes respecto de la población total de enfermos
Al mismo tiempo, desde hace algo más de un mes, los medios masivos de comunicación producen y difunden noticias que, antes que informar, buscan el dato espectacular y, en muchos casos, además, hacen referencia al “peligro potencial” que pueden significar la expansión del nuevo virus. ¿Como impacta la nueva gripe en las relaciones sociales en nuestros alumnos y en toda la comunidad educativa? Las tendencias nos dicen que los efectos que esta nueva gripe o influenza pueden tener en las relaciones entre los integrantes de la sociedad, superan por mucho el daño físico limitado, que la enfermedad estampó en algunas personas. Esos efectos sociales son, igual que la gripe, globales. Hasta fines de mayo de 2009, en la Argentina se han confirmado muy pocos casos, en comparación con los números totales registrados en el mundo. Y, sobre todo, en relación con los “terribles números” a los que aluden las “preocupantes proyecciones” citadas por muchos medios de comunicación. Sin embargo, se han registrado algunos hechos de “miedo social” provocado por el “pánico al contagio”, resultado de la combinación de desinformación con un tratamiento irresponsable del tema por parte de algunos medios de comunicación. La “nueva gripe N1 H1” en los medios de comunicación termina creando lo que el escritor Juan Sasturian describió como una “cultura del barbijo”. Puede ser valioso, reflexionar y debatir en el aula de qué manera se generan estos mecanismos sociales de discriminación y estigmatización de algunas comunidades, supuestas portadores de ciertos “males” que, según el prejuicio, serían inherentes a ellas. ¿Cuál es el límite entre la prevención y el temor injustificado? ¿Quiénes intervienen en esa construcción social del “miedo”? ¿De qué manera los niños y adolescentes son protagonistas y objeto de estas situaciones, en tanto son visualizados como grupos “en riesgo” para determinadas “epidemias sociales”? Sería conveniente en el aula fomentar las actitudes no discriminatorias y los comportamientos solidarios que resultan deseables por parte de los alumnos, de los miembros de la comunidad educativa y de todos los integrantes de la sociedad.
A modo de reflexión final, podemos preguntarnos porqué está tan presente esa necesidad de buscar, cuando no crear, la noticia sensacionalista, el dato espectacular, la catástrofe, y tan ausentes las preguntas pertinentes que muchos especialistas y analistas se hacen por estos días: ¿Hay una relación entre este nuevo virus y las formas de producción de alimentos, entre ellos los de origen porcino? ¿En qué medida cierto rédito económico, de costos de producción, está alentando la creación de espacios hacinados y poco saludables para la cría de animales? Al mismo tiempo, es necesario pensar la potencialidad de las actuales herramientas de comunicación para prevenir, informar, integrar e incorporar a comunidades distantes que de otra forma llegarían demasiado tarde a las novedades. La globalización de las comunicaciones, a la luz de esta epidemia, implica velocidad, el fin de las barreras como medio de escape, el contagio por el intenso tráfico aéreo, la inmediatez del conocimiento de lo que ocurre del otro lado del mundo.
Los reales peligros y posibilidades dependen de la capacidad crítica que logremos desarrollar para no confundir cuidado con pánico, ni información con sensacionalismo.
 LIC. ELENA FARAH

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