En quien creer – La Biblia y el Calefón

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Se conduce en el asiento del acompañante de un auto que no le pertenece. Es el guía que asume la potestad sobre la presunta elección de los otros. Cuando hay elecciones cuenta los porotos que dejó germinar en la tertulia subsidiaria de los días sin urnas. Las estructuras partidarias perdieron prestigio y peso electoral pero el puntero persiste. Sueña que podría ocupar secretariados públicos, asesorías sin turnos ó marcar tarjeta en las sedes partidarias donde se lleva los resabios que garantizan la changa. Algunos ya lo hacen…

Por Pablo Callejón (pjcallejon@yahoo.com.ar) – Al puntero no lo llaman por su nombre. Lo reconocen por su apodo y el lugar donde vive. Podrá ser hábil, entrador, pica, cacique, chupamedias, útil ó insuficiente. Su valor se mide en votos y se paga en migajas. Coordina viajes a mil partes, es llamador de vecinas, promete las dádivas del protector y no protege aunque asegura que lo hará por  siempre.
Se conduce en el asiento del acompañante de un auto que no le pertenece. Es el guía que asume la potestad sobre la presunta elección de los otros. Cuando hay elecciones cuenta los porotos que dejó germinar en la tertulia subsidiaria de los días sin urnas. Las estructuras partidarias perdieron prestigio y peso electoral pero el puntero persiste. Sueña que podría ocupar secretariados públicos, asesorías sin turnos ó marcar tarjeta en las sedes partidarias donde se lleva los resabios que garantizan la changa. Algunos ya lo hacen.
En los actos políticos llega a ganar más de  150 pesos por llevar 5 personas. Si la cifra se duplica tendrá algunos privilegios en el reparto clientelista. Los votantes que trasladen su remis cotizarán en bolsa y recuperará nombre propio si en la escuela del sector el candidato sale ganancioso por su maniobra. La derrota lo excluye, aunque no definitivamente. Siempre habrá oferta mientras desnude a la demanda.
Las villas son una barricada donde la pobreza no despotrica sobre la falda de los políticos. Las venas  sangran sobre las urnas. Algunos candidatos olvidan corregir la hemorragia y confían en que solo hay que mejorar el monto.
Un acto, dos, decenas. Hay anuncios de obras faraónicas, perdones por olvidos recientes y promesas que no podrán cumplir.
El puntero no necesita creerles aunque le cueste convencer al resto. Perdió parte del poder pero no las mañas. Si consigue menos votos será útil de todos modos. La estructura no mueve montañas pero aún promete hacerlo. El puntero es útil mientras le creen. Lo usarán para que se sirva de otros y será servil con quienes lo usan.
Hay punteros que se enriquecen sobre la confianza de sus vecinos ó la permisividad de todos. Hay quienes ostentan camionetas 4 x 4 porque la oportunidad los convirtió en ñoquis y ya no necesita ahuecar el fango.  Es un paso superador al puntero, aunque a veces solo sean una derivación. Pocos alcanzan el cenit de la mesa chica donde la obsecuencia sustituye los pergaminos.
En general, el puntero reside debajo del mismo adobe y recoge el calor del mismo leño que el vecino que canjea su voto. No se excluye de los excluidos solo porque no puede hacerlo. Es parte, aunque se mienta.
La desprotección del puntero puede hacerlo cambiar de partido. Será una elección ocasional ó permanente. El puntero les pertenece si hay pertenencia en los beneficios del partido. Hay punteros que remueven ideales y se los creen.
Esta semana volvió a pulular en las mismas oficinas y antros. Se lo observó callado ó mascullando al oído del intermediario. En el acto cumplió con los señores del mandado y arrimó veletas sin seguir al viento. El puntero esta de vuelta y por un tiempo ganará dinero. Tendrá contactos y entrará a despachos donde las cuentas se rinden. Recuperará un rol activo de campaña y esperará un conchabo después del 28 para mitigar las fauces que no saciaron las urnas. Le prometió a su esposa que esta vez cambiará la suerte y ella ya no sabe en quien creer.

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