La Nueva Pandemia

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La aparición de la fiebre porcina y su calificación como pandemia letal ha puesto al mundo en alerta. Se ve ahora que un problema de salud pública tras otro golpea no sólo a los países pobres sino también al mundo desarrollado. El impacto es múltiple. Afecta desde las prácticas sociales, hasta la propia economía.

De repente la salud pública que era vista como algo relativamente postergado en los sistemas de salud ha pasado a ser lo más importante en la vida cotidiana. Socialmente el mundo está cambiando sus patrones interactivos. Si la sociedad se estaba convirtiendo en una suerte de multitud solitaria donde las relaciones interpersonales se daban crecientemente por vía digital, (estar “con” pero “sin el otro” mediatizado por la electrónica) estas enfermedades habrán de profundizar esas prácticas sociales. El proceso de individualización social no para así de crecer.
 El impacto sobre la economía será inmediato. A la recesión mundial se le sumará la contracción del comercio. Habrá menos turismo, viajes y ocupación de los hoteles. Algunas estimaciones suponen que esto implicará una contracción del 5 % del producto mundial. La pinza rompenueces no podía ser peor. El mundo quedó entre los especuladores financieros irresponsables y las pandemias de origen animal. Desde el punto de vista del sistema de salud hay varias cosas que destacar.
En primer lugar que por demasiado tiempo el enfoque fue basado en la alta tecnología como solución para los problemas sanitarios y queda claro ahora que el sistema no estaba preparado para el resurgimiento de enfermedades infecto-contagiosas.
En realidad ya en los 80s con la aparición del HIV SIDA, esta cuestión de la falta adecuada de organización en el sistema sanitario y la ausencia de las conductas apropiadas en la población civil había quedado sobre el tapete. Sin embargo una vez que aparecieron los antiretrovirales que cronificaron la enfermedad, la discusión sobre el propio sistema de salud en general pasó a un segundo plano.
En Argentina, hasta el mayor aumento por las retenciones iban a ir hasta hace apenas un par de meses a 30 hospitales de alta complejidad y ahora comprendemos que no podemos dar cuenta del saneamiento básico ambiental. Que el mosquito nos abruma. Que las ratas traen sus propias pestes y que esto ocurre hoy y no hace una eternidad.
En segundo lugar queda claro el daño que ha hecho la falta de Federalismo. Como ha dicho correctamente el centro de estudios IDESA en Argentina la falta de coordinación de las políticas se ha traducido descentralización de servicios y centralización de dinero. Cada vez más hubo que hacer más tareas con menos recursos. Las Provincias aprendieron a mendigar en la corte del poder presidencial. Los centros de salud aprendieron a vivir en la pobreza. Los hospitales a funcionar en base a transferencias de cajas chicas. Mientras tanto el poder central gasta la mayor parte del presupuesto en compras centralizadas que distribuyen posteriormente como les parece en base las coyunturas que se presentan.
Como se sabe en nuestro país son las Provincias reunidas la que conformaron al mismo. Son ellas las que delegaron parte del poder al Gobierno Central. Es este un país Federal donde la salud es una facultad no delegada por las Provincias por lo cual el Consejo de Ministros de las Provincias  o sea el Consejo Federal de Salud (COFESA) debió ser el eje central de las políticas de Salud. En lugar de eso lo que se visualiza es la personalización de las mismas en quien debió ocuparse de regulación antes que de la operación diaria del sistema esto es el Ministro Nacional de turno.
El sistema de salud ha sufrido los avatares de la falta de coordinación de las Provincias entre sí y entre las provincias y los municipios. El sistema de salud estuvo abrumado por la puja distributiva donde los actores pelearon infinitamente por colocar sus prestaciones dentro del programa médico obligatorio. Donde la sobreoferta ha convivido permanentemente con la escasez. Un sistema donde ya en los años 80 había tomógrafos computados para 300 millones de personas y hoy nos damos cuenta que los mosquitos y los roedores nos quitan la tranquilidad. El sistema de salud ha sufrido la falta de Federalismo. La desfinanciación unida a la sobrecarga de trabajo. La salud importaba poco. Hay provincias donde las partidas para obra pública llegan puntualmente mientras las de salud tienen meses de demora. El mundo y el país están en alerta. Ojalá esta tragedia sirva para reenfocar las prioridades en el futuro y no sigamos haciendo de las Escuelas de Salud Pública y la Salud Pública en general el patito feo del sistema. Como siempre el mundo parece estar al revés hoy los cerdos, los mosquitos y las ratas nos dicen que debemos cambiar el rumbo…
Dr. Roberto Tafani

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