Todos sabemos que las sociedades cambian, tanto a nivel tecnológico como en lo relativo a sus saberes, costumbres, valores, pero esto no quita que quede idenme a los cambios la moral y la ética. Por eso recurro a Edgar Morin quien presenta siete principios clave que él estima necesarios a la educación del futuro, haciendo hincapié en la séptima que es la ética del género humano, las otras pretende única y esencialmente exponer problemas centrales o fundamentales que permanecen por completo ignorados u olvidados y que son necesarios para enseñar en el nuevo milenio.
De los siete saberes, hay uno «fundamental» que florece en vísperas de las elecciones, por eso, para mí, la educación del futuro debería tratar en esta sociedad y en cualquier cultura sin excepción. Un repaso de sus contenidos, siguiendo a E. Morin:
1. LAS CEGUERAS DEL CONOCIMIENTO: EL ERROR Y LA ILUSIÓN
El conocimiento del conocimiento debe aparecer como una necesidad primera que serviría de preparación para afrontar riesgos permanentes de error y de ilusión que no cesan de parásita la mente humana. Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano. 2. LOS PRINCIPIOS DE UN CONOCIMIENTO PERTINENTEL: la supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide a menudo operar el vínculo entre las partes y las totalidades y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprehender los objetos en sus contextos, sus complejidades, sus conjuntos. Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo. 3. ENSEÑAR LA CONDICIÓN HUMANA: El ser humano es una unidad compleja de la naturaleza humana la que está completamente desintegrada en la educación a través de las disciplinas y que imposibilita aprender lo que significa ser humano. Es posible reconocer la unidad y la complejidad humanas reuniendo y organizando conocimientos dispersos en las ciencias de la naturaleza, en las ciencias humanas, la literatura y la filosofía y mostrar la unión indisoluble entre la unidad y la diversidad de todo lo que es humano. 4. ENSEÑAR LA IDENTIDAD TERRENAL: En lo sucesivo, el destino planetario del género humano será otra realidad fundamental ignorada por la educación. Es pertinente enseñar la historia de la era planetaria que comienza con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI y mostrar cómo se volvieron Inter.-solidarias todas las partes del mundo sin por ello ocultar las opresiones y dominaciones que han asolado a la humanidad y que aún no han desaparecido. 5. ENFRENTAR LAS INCERTIDUMBRES: La educación debería comprender la enseñanza de las incertidumbres que han aparecido en las ciencias físicas (microfísica, termodinámica, cosmología), en las ciencias de la evolución biológica y en las ciencias históricas. Se tendrían que enseñar principios de estrategia que permitan afrontar los riesgos, lo inesperado, lo incierto, y modificar su desarrollo en virtud de las informaciones adquiridas en el camino. 6. ENSEÑAR LA COMPRENSIÓN: La educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión. De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Y por último lo que quería resaltar que es la 7. LA ÉTICA DEL GÉNERO HUMANO: Y la resalto, por los actuales acontecimientos en materia de candidaturas para legisladores. Pareciera que todo vale si está dentro de la legalidad, o mejor dicho, si no lo prevén los códigos de justicia. Así es, para la justicia todo lo que no está abordado, vale. No es así para la ética y la moral; ya que la ética individuo/especie necesita un control mutuo de la sociedad por el individuo y del individuo por la sociedad, es decir la democracia; la ética individuo como especie humana, convoca a la ciudadanía de nuestro país y del mundo en el siglo XXI. Porque es desde allí, donde se esbozan las dos grandes finalidades ético-políticas del nuevo milenio: establecer una relación de control mutuo entre la sociedad y los individuos por medio de la democracia, y a partir de allí concebir la Humanidad como comunidad mundial. La educación debe no sólo contribuir a una toma de conciencia de nuestra República-Patria, sino también permitir que esta conciencia se traduzca en la voluntad de realizar y extender a una ciudadanía universal.
LIC ELENA FARAH