Es más que el destrozo de la fuente

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Al ver los destrozos de la fuente recientemente inaugurada en la plaza central de nuestra ciudad por un grupo de estudiantes, rápidamente me vino a mi mente una reflexión: ¿existe una mala educación? Creo que no. Hay educación o no hay educación. Y esto no hay que dejarlo pasar sin recapacitar. El hecho vandálico en sí tiene un valor simbólico que nos muestra lo que creo es lo mas profundo del ser humano.

 Los seres humanos estamos condenados a vivir en sociedad, y debemos funcionar como ciudadanos, al decir de Savater. Pero no para quejarnos, porque la queja es propia de los esclavos, sino para utilizar nuestro raciocinio humano. «Los animales nacen; el hombre ve la luz del mundo. El hombre, a su vez, excede y sufre de la incapacidad de ser un animal. Los animales viven en un entorno y dependen de un hábitat. El hombre -en cambio- ve la luz del mundo» Esto lo dice Sloterdijk, filósofo que voy a nombrar repetidamente en este comentario. La tradicional ley cosmopolita que niega al otro para actuar sin culpa se ha encarnado con intensidad e individualismo en nuestra actual comunidad, ese hecho lo demuestra. El “otro”, representado por su semejante o por sus construcciones (como la fuente),  aparece con límites imprecisos, “como si sus fronteras fueran invisibles” Uno de los elementos psíquicos que subyacen a este pase de encantamiento que “desvanece” al otro, tiene a ciencia cierta una raíz original: «Quien no ha sido percibido, tratado ni sentido como persona en sus primeros años no puede desarrollar él mismo la capacidad de hacerlo», Las personas con estas características «no sienten, viven desconectadas de sus afectos, en un cuerpo que sienten como un objeto más en un mundo de objetos». Me pregunto ¿Qué es lo que estamos criando y/o educando? Y allí entonces es que interviene la “toma de conciencia” familiar y social y su resultado: la educación. Cuando nace un niño, y esto lo sabemos todos, los padres y familiares van siguiendo paso a paso cada etapa de su crecimiento, pero en algunos casos los padres no llegan a observar, pero sí los docentes, una tendencia general de pérdida progresiva de la capacidad de empatía, de reconocer al otro y armonizarse con sus parecidos y diferencias. Confunden individualismo con autismo social, que es la raíz de muchos males contemporáneos y que tiene estrecha relación con esta imposibilidad de reconocer al otro. Nosotros los docentes, en consonancia con las familias, tenemos que hacer hincapié, quizás con mayor énfasis que otras problemáticas, estos extravíos de la relación social y de la comunicación. Aquí, en este tipo de comunidades del interior, donde la trama social se teje con nombres propios, los vínculos son más personalizados y cada uno ocupa un rol simple e irreducible, es imposible tolerar estos arrebatos o desconocimientos de las construcciones del otro. ¿Por qué digo esto? Porque si hablamos de autistas sociales, me remito nuevamente a Sloterdijk sobre la sociedad actual, compuesta por ciudadanos-individuos que “viven cómodos en el interior de una burbuja en una sociedad seudo individualista, en la que se da un cortocircuito autista-narcisista: es el hombre que no necesita recurrir al otro, creándose la ilusión de formar pareja consigo mismo. Hay una teoría que define al autismo humanista como “la ideología del hombre desnudo que hay que sustituir por el hombre vestido y acompañado de objetos. Este hombre es el que tiene que desarrollar una nueva “naturaleza existente” a ser posible antes del fin del siglo XXI (tenemos tiempo!!). Estos hombres, desnudos hasta ahora, viven en una sociedad que se ha ampliado, que incluye además de plantas y animales, tecnología y máquinas innovadoras. Ha llegado el momento de construir una existencia que tenga en cuenta a todas las partes. Probablemente, continua reflexionando Sloterdijk, será mejor buscar una existencia que incluya a todos nuestros conciudadanos; nuestro “autismo humanista” quizá resultará herido, pero sólo será un dolor pasajero.
Creo que tenemos que despertar los padres y los docentes que tenemos injerencia directa en nuestros niños. Algunos con estas reflexiones se levantarán y estarán revolviendo el café y pensando; otros se darán vuelta en la cama y seguirán durmiendo; pero no podemos negar, sino seriamos también nosotros autistas, que existe una crisis ingenua del humanismo. La razón es que los seres humanos estamos aprendiendo que estamos viviendo con una falsa creencia del mundo. El vandalismo destructivo de la fuente es el simbolismo.
LIC ELENA FARAH

 

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