Condenan a 3 años en suspenso a uno de los sexagenarios acusados por el abuso simple de 3 niñas

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Se trata de Román Morano. La jueza le fijó un tratamiento psicológico y tareas comunitarias de 12 horas mensuales. Su hermano, José Alfredo Morano, fue absuelto. Quedó comprobado para la Justicia que las pequeñas, de entre 9 y 13 años, fueron besadas y tocadas en sus partes íntimas por el hombre condenado, pero no se consideró el hecho como promoción ó facilitación de la corrupción de las pequeñas.  No quedó ratificado por el fiscal de Cámara si las chicas recibían los abusos a cambio de dinero para comprar comida.

Fue condenado a 3 años en suspenso Román Morano, uno de los sexagenarios acusados por el «abuso simple» de 3 niñas, de entre 9 y 13 años, en hechos que se produjeron durante el año 2006, en la localidad de Alejandro Roca.
Su hermano, José Alfredo Morano, resultó absuelto porque no habría participado de los hechos.
La sentencia a cargo de la doctora Nora Sucarías se conoció después de las 19 en la Cámara Primera del Crimen. Estuvo en coincidencia con lo solicitado por el abogado de los imputados, José Sagarraga. 
El fiscal de Cámara Alejandro Cabrera había pedido que la pena fuera de carácter efectivo.
La doctora Sucarías redujo la carátula inicial de promoción o facilitación de corrupción de menores, que prevé una pena de entre 6 y 15 años de prisión, a la de abuso simple. 
A Román Morano le fijó un tratamiento psicológico y tareas comunitarias de 12 horas mensuales. Además, le impidió visitar lugares donde puedan  concurrir las menores.
Para la Justicia quedó comprobado que las pequeñas, de entre 9 y 13 años, fueron besadas y tocadas en sus partes íntimas por el hombre condenado, pero no se consideró el hecho como una promoción ó facilitación de la corrupción como lo calificó inicialmente la fiscalía de La Carlota. 
En el juicio no se ratificó si las chicas recibían los abusos a cambio de dinero para comprar comida como surgía de la investigación. Para el fiscal de Cámara no hay pruebas que confirmen la presunción de los investigadores.

«No hubo corrupción»

El doctor José Sagarraga, abogado de los acusados, manifestó que «el delito de promoción y facilitacion de la corrupción implica que se haya intentado corromper y echar a perder a las menores».
«El fiscal consideró que esto no se daba. En mi opinión, ni los tocamientos ni los besos en la boca implican actos de perversión con entidad para corromper a las menores», sostuvo.
Sagarraga hizo referencia en su alegato a que «las menores se encontraban en situación de calle» y esto habría profundizado los riesgos a los que se exponían.
Recordó que la madre de una de las pequeñas ejercía la prostitución y habría llevado a su hija a la vivienda de los Morano en algunas ocasiones. También, destacó que los padres de las otras dos criaturas «no eran quienes las cuidaban y muchas veces las obligaban a salir a pedir».  

Desprotección

El proceso judicial reveló que las niñas que fueron víctimas de los abusos vivían una situación de calle e inmersas en la desprotección familiar.
La psicológa del Juzgado de Menores de La Carlota que recibió el relato de las criaturas advirtió que «vivían en situación de calle».
La mujer precisó en su descripción técnica que no hubo violación, aunque destacó que, en reiteradas ocasiones, fueron besadas y tocadas en sus partes íntimas por los acusados a cambio de dinero -le daban entre 5 y 30 pesos.
Dos de las menores vivían con una abuela y un tío, y la otra víctima era vista habitualmente, y hasta altas horas del día, por las calles del pueblo. La madre de ella ejerce la prostitución y habría mantenido vínculos frecuentes con los sexagenarios que abusaban de las criaturas -sin acceso carnal- a cambio de dinero para comprar comida.
En el juicio también declararon las docentes que habían advertido cambios abruptos en las conductas de las pequeñas y una trabajora social de la Municipalidad de Alejandro, quien detalló cómo era el contexto en el que se desarrollaban y  ratificó que las chicas concurrían con frecuencia a la casa de los hermanos Morano.

En la escuela

Los hechos, ocurridos en el 2006, se comenzaron a conocer a partir del testimonio de la directora de la escuela a la que concurrían las niñas, quien advirtió cambios bruscos en la conducta de una de las pequeñas, quien cursaba tercer grado.
La menor, integrante de una familia de bajos recursos en la localidad, comenzó a concurrir al colegio con importantes sumas de dinero y realizaba numerosas compras. Además, en algunas jornadas llegaba maquillada y vestida con ropa «de tipo provocativa».
La directora denunció los cambios en el Juzgado de Menores de Río Cuarto que tomó contacto con las hermanas y sus progenitores. Al ser consultadas sobre el origen del dinero, admitieron que se los entregaban los acusados «para poder jugar con ellas».

Las recibían

Los investigadores del caso pudieron determinar que «durante el año 2006, en horarios de la tardecita o noche, los imputados, con la intención de satisfacer sus deseos sexuales recibían en el interior de su vivienda a las menores».
Según surge de la pesquisa las sometieron a acciones «de evidente naturaleza sexual, con capacidad corruptora, tanto por su reiteración como por su contenido, ya que las habrían tocado en su cuerpo y besado de un modo sexual».
Los presuntos pervertidos lo hacían a cambio de dinero que las pequeñas utilizaban para comprar comidas.
«Dichos actos prematuros excesivos y lujuriosos fueron realizados por los imputados, para satisfacer sus propios deseos sexuales y con finalidad corruptora para las menores nombradas», concluyó el fiscal de instrucción de la causa. 

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