¿Y si se acaba el viento de cola?

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Se ha advertido muchas veces que el crecimiento extraordinario del PBI argentino no se debía al modelo económico instalado desde 2002, sino al favorable contexto internacional que proporcionaba, a través de la exportación de materia prima, las divisas necesarias para aceitar el sistema interno e impulsar mediante el exceso de liquidez, el nivel de consumo.

También se ha destacado en varias oportunidades que sin inversiones no es posible sostener tales tasas de crecimiento, por lo que cualquier cese en las condiciones favorables afectarían directamente al consumo y por ende, a la producción llevando nuevamente a una crisis.
Actualmente numerosos analistas coinciden en que el ritmo de expansión mundial comenzó a descender a partir del año 2007, y que la economía global ya se halla en un período recesivo ya que el crecimiento económico del próximo año será inferior al del actual. Así, el crecimiento se enfría en todo el mundo, incluyendo China.
Algunos analistas creen que es improbable que los precios de los commodities retomen las alturas de hace unos meses por diversos motivos: una buena performance productiva de EE.UU., Canadá y otros países productores; una posible recuperación del dólar respecto del euro y las monedas latinoamericanas, lo que se traduciría en mayores presiones inflacionarias e implicaría políticas monetarias más duras por parte de los bancos centrales; la recuperación –aunque no completa- de los mercados bursátiles a nivel mundial, que recaptura las inversiones desplazadas por la crisis hacia los commodities desde mediados del año pasado; y una posible reducción de la demanda mundial por materias primas si la recesión se profundizara en la potencia asiática.
Bajo este contexto, aquellas economías que dependen excesivamente de las materias primas -lo que hace que la inflación se encuentre fuertemente condicionada por la evolución de los precios de las commodities-, se encontrarán en aprietos si no han sabido equilibrar sus cuentas nacionales y elaborar una estrategia de contingencia para estas ocasiones.
En el caso particular de Argentina, la deuda nacional asciende al 55% del PBI y el Gobierno está usando los ingresos extraordinarios de la soja y otras exportaciones para financiar un alza del gasto, lo que constituye un problema; contrario a lo que ocurre, por ejemplo, en Chile, que tiene como política ahorrar todo lo que recibe por sus exportaciones de cobre si la cotización del metal está por encima de un valor prefijado.
De esta manera, es previsible un escenario muy complicado para los próximos años si el viento de cola cesa y no se han ordenado para entonces las políticas destinadas al sector productivo y no se elabora una estrategia seria para recuperar los mercados perdidos. Como ocurre a nivel mundial, el crecimiento argentino viene debilitándose desde el año pasado, y en las economías regionales netamente agrícolas, en la primera mitad del año se perdió todo el crecimiento logrado en los últimos 12 meses y la inflación llegó en algunos sectores al 40% para el período, paralizando completamente la inversión.

Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de la Lic. Cecilia Reboyras – Miembro de Fundación EGE, info@fundacionege.org

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