Cáncer y apiterapia

0
Compartir

Hablar de cáncer y tratamientos, es un tema bastante delicado en el cual entran a jugar las propias ideologías. Es bueno tratar de conocer algo del tema antes de intentar arreglarlo. Sin estar correctamente definido, el tema cáncer, para la medicina tiene como aceptado que es propio de la persona. Si a nadie le cae de arriba y no se contagia, debemos pensar que cada uno lo genera. Otros diràn que nacemos con nuestros cànceres y està en nuestra forma de vida (o la que nos imponen), mantenerlos dormidos o despertarlos o incluso engordarlos.

 También hay coincidencia en que esas células propias degeneran, pierden (o cambian función) y tienen muy larga vida. Han perdido la apoptosis. Lo explico: Toda célula tiene un “mecanismo” genètico de suicidio programado. Este se activa cuando envejece, degenera o pierde función, por ejemplo. Esto hace que la célula cancerígena sea muy longeva, consuma energía y no produzca.
 En los países “civilizados”, a los que miramos con cierta envidia, el tratamiento del cáncer (y de casi toda enfermedad) es pluridisciplinario. En estos lugares, ante el diagnòstico inicial, lo primero que se hace es el apoyo psicológico. Esto no es para que la persona asuma su destino o se vaya haciendo a la idea de tratamientos mutilantes y perjudiciales. Esto obedece a que no se puede despegar la enfermedad orgánica del aspecto emocional. Casi siempre hay eventos desencadenantes o agravantes que pasan por el aspecto emocional; y cuando no se los encuentra visibles, casi sin excepción, la persona enferma lleva una lucha diaria, sea contra un ambiente social que le es desfavorable, sea contra sucesos muy anteriores que nunca pudo superar, sea por lo que quiere y no puede ser o sea (las màs de las veces) por la contradicción eterna que tenemos los humanos con el saber que somos mortales, el miedo a esto y el lograr que el pequeño instante que llamamos vida, se nos malogre. Quizàs todo este bloque sea cuestionable o discutible técnicamente, ya que aùn no se miden las emociones; y la medicina organicista desprecia lo que no puede medir. Esto no es importante para el lector, ya que desde el punto de vista humano, todos sabemos de què estoy hablando. Mercancìa a la que no se le puede poner precio.
 Es cuestión de sentido común, entender que el cáncer o el tumor no son la enfermedad. Si esto fuera asì, la cirugía solucionarìa (o habrìa solucionado) la mayor parte de los cànceres, al menos los operables. En general casi siempre se opera, se dice que no quedó nada, que està todo bien, pero “por las dudas” quimio y rayos. Y la realidad marca que en pocos años, no màs de seis, el proceso vuelve totalmente agravado, con diseminación en muchas partes del cuerpo y un sombrìo pronòstico no solo en cantidad, sino en calidad de vida. En la década del 60, Ivàn Illich decía (con mucha aproximación) que los dolores y el decaimiento de la persona no son propios de la enfermedad, sino otra enfermedad paralela generada sobre todo por la quimioterapia y secundariamente por los rayos. La persona enferma sabe de la difícil decisión de dejar el tratamiento cuando hasta la última célula de su cuerpo y el sufrimiento le dicen que es mejor que los mate la enfermedad.
 Tambièn esto podrá ser discutido por la medicina convencional, porque va en contra de sus parámetros o de sus negocios, pero simplemente habrìa que hacer memoria y recordar a algún enfermo que pasando por todos estos pasos no haya muerto del mismo cáncer y de muy mala forma. Si se mostraran estadísticas reales de la eficacia de estos tratamientos, se verìa que son nulos. Es inaceptable el argumento de que sin los tratamientos hubieran muerto antes o de peor manera, ya que esto es una opinión sobre una realidad desconocida, y la medicina oficial, alopática no se basa en opiniones sino en certezas. Vaya contradicción la de ese sistema.
 Retomando, si el tumor no es la enfermedad, es obvio que el enfermo es el individuo todo, que debemos mejorar su organismo y especialmente su sistema inmunitario, nunca degradarlo con tratamientos destructivos. Es obvio que debemos preocuparnos por su forma de vida y lo que le afecta, y finalmente, cuando el terreno es propicio podemos o no ocuparnos del tumor.

Càncer y Apiterapia II
 Luego de la engorrosa introducción se puede pasar al tema de recuperar la salud, ¡Menuda tarea!!!. Si bien, la Apiterapia tiene efectos orgánicos y energéticos, mi enfoque del paciente es humanístico, aunque aquí no se haga demasiado hincapié en ello por no ser el tema.
 Hace 65 millones de años, cuando la abeja picaba, generalmente mataba. La Fosfolipasa A2 (y en menor medida la Fosfolipasa B apoyadas por la Mellitina) destruían las membranas celulares en un proceso en cascada que terminaba con la muerte de la vìctima. Las formas de vida posteriores (el hombre entre ellas), evolutivamente aparecen en este mundo ya con una contraenzima que inactiva en las células a esa Fosfolipasa. Ojo, este proceso se realiza en las células jóvenes y sanas, no en las viejas, en las que han perdido su función o las que han degenerado. Entonces, en primer lugar, el veneno de abejas obliga al recambio celular, “rejuveneciendo” el organismo, pero destruyendo lo anormal, entre ellos las celulares tumorales que han degenerado. Obvio, por definición es la quimioterapia ideal, destruye selectivamente a las células tumorales. Es esa misma Fosfolipasa la que se busca en los venenos de serpientes, de los que tantas veces hemos escuchado mencionar como crotoxina. Con la diferencia que en los venenos de serpientes es casi imposible despegarla de las proteínas neurotóxicas.
 Tambièn el veneno de abejas estimula el sistema inmunitario, con lo que se logra que sea el organismo –la propia naturaleza- quien pueda manejar la enfermedad. Si esto no se logra por haber llegado tarde, al menos con un sistema inmunitario optimizado y un organismo en condiciones se podrá acceder a lo que es la historia natural del cáncer, vida normal y muerte por paro respiratorio durante el sueño, en el momento menos pensado. Sin dolores ni consunción.
 Se sabe también que el veneno de abejas estimula Hipotàlamo-Hipòfisis y con ello todo el sistema endòcrino y el organismo, “obligándolo” a reparar lo reparable y a cumplir su función correctamente. Todos estos mecanismos citados no son nuevos. Orlov, en Rusia, los demostró en el laboratorio en la segunda mitad de la década del 50.
 Lo que se descubrió a posteriori, es que el veneno de abejas tiene la potestad de hacer recuperar a las células cancerosas el mecanismo de apoptosis, con lo que estas proceden a realizar “el suicidio programado” genéticamente y el cáncer se autodestruye, al menos parcialmente.
 No se puede soslayar –ante la necesidad- el efecto analgésico del veneno, que en muchos casos será requerido. De altísima potencia, sin problemas de acumulación ni de sobredosis. Todo en la medida que la persona no sea alérgica al veneno, única contraindicación absoluta.
 El propòleos es un enérgico antioxidante, los hay muchos en la naturaleza y se complementan. Un antioxidante “limpia” por dentro, desintoxica las células; y una célula desintoxicada y limpia, no solo no puede ser parasitada por virus, no solo cumple bien su función, sino que no degenera y se transforma en una barrera para el crecimiento tumoral.
 La recuperación de las energìas, del estado general, el volver a sentirse dueño del cuerpo y la reducción del o los tumores, deben ser la plataforma sobre la cual la persona construirà su futuro a los fines de curarse ella, cosa que està vedada a cualquier tipo de medicina.
 Difìcil tema en apretada síntesis. A solicitud, se lo ampliarà en forma individual por correo electrónico. Al decir del maestro Lito Nebbia, “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oir, que oiga”
Dr. Julio Cesar Dìaz – epumer@infovia.com.ar epumer@gmail.com.ar 
Presidente Asociaciòn Argentina de Apiterapia

Commentarios

commentarios

Compartir