Un país a la deriva

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Argentina es hoy un país a la deriva. Donde la relación principal-agente se ha roto. El que delega (el principal) ve que quien debe hacer en su nombre (el agente) no lo escucha. Donde el pueblo ve que sus mandatarios son voceros del poder ejecutivo. Donde solo puede cundir el desencanto en las instituciones.

Donde se enfrentan en sendos actos multitudes para tratar de convencer a los senadores de que voten tal o cual proyecto. Es algo así como un punto intermedio entre la democracia parlamentaria y la acción de cambio directa. Una muestra de la poca confianza en la autonomía sobre el propio parlamento. Es como si se apostaran las últimas esperanzas para el re-ordenamiento pacífico y racional del país. Después de esto el riesgo social subirá. Si el desencanto y la desesperanza cunden y  empieza la protesta directa nuevamente, ya no habrá paso parlamentario alguno que llame al sosiego. Después de esto se habrá acabado la posibilidad de la pronta salida institucional.
 En la Argentina actual,  las instituciones se han lesionado por el personalismo de la pareja Presidencial. Hoy el Congreso aparece como no como el principal que establece las normas para que el agente las cumpla sino un mundo al revés donde el agente le impone al Congreso lo que este debe legislar. Donde la propia investidura Presidencial se desdibuja por el protagonismo que busca Néstor Kirchner. Por una visión Presidencial que ha reducido la complejidad del país a una caricatura en blanco y negro del conflicto social.  Que quiere eliminar la cuestión de los valores que subyacen en el corazón de cada acto político por la billetera presidencial. Una vulgaridad propia de seres que razonan equivocadamente. Que no comprenden que no saben lo que creen saber. Que están cegados por su propio simplismo y torpeza. Que no perciben el daño que les hacen a los pobres a quienes dicen defender, pero a quienes parecen no conocer.
Parece mentira que estemos como estamos. Un país  parado de norte a Sur. En Catamarca  los prestadores de salud no cobran sino con largas demoras de las obras sociales. Hay allí como en otras partes del país crisis fiscal. Mientras la inflación hace estragos, las autoridades desalientan los aumentos salariales. Es la distribución regresiva del ingreso. Esa que atenta contra los más humildes. La que despoja de todo a quienes dan crédito a su empleador antes de cobrar mientras el gobierno les saca el impuesto inflacionario. También en Catamarca tratarán ahora que 6000 personas que cobraron durante 6 años los planes trabajar sin hacer nada dejen esa situación. Es el resultado de las propias construcciones institucionales creadas sin criterios desde hace años. Mientras tanto los Kirchner buscan aliarse con los Saadi. Esa debe ser la nueva política que pregonan.
De Catamarca se pasa a Misiones. Allí tampoco hay ahora obra pública. Aparece si el desempleo. La necesidad de bajar el gasto público porque la co-participación demora.  Mientras tanto los indicadores de mortalidad infantil y materna siguen críticos. Ni hablar de la sífilis congénita. En Santa Fe se dejan de vender autos. En Córdoba ya aumentaron los impuestos. Algo que lesiona la actividad, cuando esta, está en caída. La capacidad hotelera en estas vacaciones de invierno está vacía. No se trata de venta de cosechadoras o tractores.  Esos rubros están fuera de actividad. Se trata de entender que esta crisis afecta desde los fabricantes artesanales de tallarines hasta los comercios minoristas de ropa. La gente sufre la incertidumbre. Tiene miedo de gastar. La economía se ha parado. En el extremo sur, Tierra del sur se debate en plena crisis financiera. Un país herido de punta a punta.
En el medio suena ridículo escuchar a la Presidenta hablar de redistribución y comprobar que a 120 kms de Río Cuarto, hay gente que come gracias a la pesca. Gente sencilla que al conversar  lamenta el paro del país que les impide dar servicios de jardinería a los turistas. Que no hay árboles que podar, ni verjas que mejorar. Que observan que pese a los hospitales de alta complejidad prometidos, el hoy se ha vuelto una realidad dura donde cuesta obtener el trabajo diario para comer. Donde se pelea para dar a los hijos algo que permita una mínima nutrición. No es África. Es el corazón de la región Pampeana del país. Una concepción grandilocuente de la redistribución choca contra la realidad cotidiana de gente sufrida que no entiende como en su nombre, su propia realidad se les vuelve en contra. Que lo que quieren es una economía en movimiento que les permita participar en el flujo circular de la renta que ahora parece haberse detenido.
 La gente observa como el ex presidente Néstor Kirchner se llena la boca de más democracia pero lo único que percibe es que la obra pública la usa el poder ejecutivo como una moneda de cambio para favores políticos. Que la presión es permanente para que los indecisos voten el proyecto oficial. Donde se comenta que en los corrillos del poder sostienen que hasta el Vicepresidente debería renunciar si vota contra el proyecto confiscatorio de las retenciones móviles. Es como si el voto del pueblo que allí colocó al Vicepresidente ahora fuera apenas una sombra irrelevante en las pretensiones personalistas de hacer del país una estancia de los Kirchner sin más patrones que sus propios caprichos.
 En esas condiciones patéticas llega el momento del voto del Senado. Un país parado y una institucionalidad que se manosea por quien más debería representarla: el propio poder ejecutivo. Mañana se juega el destino del país. Un país donde la relación entre el pueblo y sus legisladores se encuentra empañada por la obediencia debida de muchos políticos elegidos que solo piensan en la recompensa presidencial.  Es la ilusión de querer salvar el pellejo propio en un país que ahora controla celosamente los votos de sus elegidos. Que quiere hacer valer su mandato.  Donde el pueblo recupera su papel de principal y comienza a exigir que su agente promueva sus más arraigados intereses nacionales. Un pueblo que no comprende como la representación que se ha depositado transitoriamente en sus mandatarios ha sido transfigurado en un ciego acatamiento de muchos a las órdenes presidenciales. El País será otro a partir de mañana. Sin ninguna duda la política también. Los Senadores tienen la gran oportunidad. Será en cuestión de horas…  
Dr Roberto Tafani

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