Durmientes dormidos

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Las ventajas que genera transportar la producción en tren son muchas y de gran valor tanto económico como ecológico. Pero una vez más poner en marcha este medio de comunicación se torna difícil por cuestiones burocráticas.

El tren  permite que el productor mas pequeño pueda colocar su producto en el mercado, es ecológicamente mejor que los otros medios de transporte actuales, y sin embargo no encuentra cabida dentro de las políticas del gobierno.
Particularmente, el tramo C-14 del Ferrocarril General Belgrano, el ramal que une a Salta con los puertos chilenos de la región de Antofagasta, no logra superar los problemas que detuvieron su marcha. El transporte de cargas hacia el océano Pacífico funcionaba a través de un convenio con la firma chilena Ferronor, propietaria de las vías en el país trasandino, hasta que, en 2006, dos locomotoras chilenas se cayeron a un río por el mal estado de las vías argentinas. Este ramal es muy importante considerando que el nuevo plano geográfico para el intercambio esta en el océano pacífico debido a que al comercio China es cada vez mas voluminoso.
La pérdida de estas locomotoras origino el fin del servicio ferroviario de carga a Chile y el comienzo de una larga negociación entre las partes que explotan el ramal para determinar quién se haría cargo del arreglo de las locomotoras. «Finalmente se llegó a un acuerdo por el cual el Belgrano Cargas y el Estado se harán cargo de la reparación», dijo Marcelo López Arias (PJ Salta), diputado y director de la Sociedad Operadora Ferroviaria, creada por la ley 26.352, de reordenamiento ferroviario, sancionada en febrero.
Hasta que fue suspendido, el ferrocarril transportaba 100.000 toneladas anuales, entre gas licuado, mineral y vegetal, pero su potencial es mucho mayor por la demanda de Asia Pacífico y por el gran ahorro en tiempo y dinero que generaría a la producción del Norte no bajar a los puertos del océano Atlántico.
A dos meses de que el ramal comenzó a estar operativo para el transporte de carga, las locomotoras todavía no fueron reparadas.

 

Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de Mónica Lucero – Miembro de Fundación EGE. info@fundacionege.org

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