Contrario a la mayoría de las monedas del mundo, el peso se devalúa

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Durante décadas en América latina el común denominador fueron las permanentes devaluaciones, efectuadas con el objetivo de otorgar competitividad va la economía. Sin embargo en la actualidad se observa un fuerte cambio de paradigma y la mayoría de las monedas se revalúan, es decir, le ganan al dólar. No obstante, el caso argentino es la excepción, y la devaluación parece ser un fenómeno que llegó para quedarse.

La corriente revaluatoria ocurrida durante 2007 se mantuvo a lo largo de todo el mundo, incluyendo economías tan diversas como la Eurozona, Canadá, Filipinas, Brasil o Turquía, y destacándose el peso chileno que llegó al 10%, seguido por el fiorint húngaro (9,4%) y el yen.
Tres son las causas que explican la reversión del comportamiento asumido por la mayoría de las economías mundiales para hacer frente a los desequilibrios macroeconómicos (devaluaciones permanentes).
 La fuerte entrada de dólares, producto de, por un lado las fuertes exportaciones de productos primarios y algunos con cierto grado de valor agregado (desde la soja al café y el hierro, el acero y los textiles) y el auge de la demanda internacional y precios de los mismos.
 El incremento de la inversión directa exterior. El crecimiento económico relativamente estable y sostenido atrajo numerosas inversiones extranjeras directas.
 Los capitales especulativos. Junto a las dos causas anteriores debe sumarse la entradas de capitales en concepto de inversiones,
Mientras tanto, inversamente a lo que ocurre en el resto de las economías, el peso argentino se ubica en el grupo de monedas que continuaron con el proceso de devaluación (siendo la lira turca la que lidera el grupo). Y podría pensarse que el 2008 no va a ser la excepción y el fenómeno de la devaluación seguirá llevándose adelante como política para mantener la competitividad, aunque no sea el instrumento económico más recomendado por muchos analistas, sobre todo, por las consecuencias inflacionarias que trae aparejado y la consecuente disminución del ingreso real de los asalariados. 
 
Esta es una publicación de Fundación EGE con la colaboración de María Noel Amuchástegui, miembro de Fundación – info@fundacionege.org

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