Acerca de los desórdenes emocionales

0
Compartir

Voy a insistir en mi oposición a etiquetar pacientes con nombres de enfermedades, sobre todo mentales, pues pueden estigmatizarlos para toda su vida. Muchas veces los colegas se tranquilizan acertando un diagnóstico y aplicándoselo inmediatamente al paciente. Insisto, los diagnósticos están para los médicos, ateneos, congresos y quizás obras sociales.

Voy a describir, en la práctica, un desorden emocional depresivo a través de una serie de síntomas, que muchas veces no son comprendidos por las personas de su entorno. Iré a un caso clínico muy ilustrativo de lo que estoy relatando, descrito por el colega S. Rotemberg. Se trata de un paciente que presenta fracturas de la pierna en varias partes, lo operaron y estuvo en reposo bastante tiempo hasta que se recompuso. Durante su convalecencia, interaccionaba con varias personas, quienes aconsejaban: ”reposa, quédate tranquilo, hacé una buena rehabilitación, date tiempo, no te apures”. Consejos tranquilizadores más para quien lo dice que para el paciente. Ante los supuestos “consejos estimulantes”, relata que “al tiempo me deprimí ya que tenía la cabeza más rota que mi pierna”. Es que traducidas las frases “alicientes” le estaban diciendo en realidad, “poné voluntad, dale, salí, levántate, ponete bien”.” Ojalá tuviera una radiografía para mostrarles como “tenía rota mi cabeza” ante tanta exigencia. Para entender la anécdota es necesario saber que lo primero que afecta la depresión es la voluntad y las energías. De acuerdo con esto, le estaban pidiendo hacer algo a una persona que no podía hacerlo en el mismo momento, por no saber que lo primero que la depresión cercena es la voluntad, ¿Cómo se entiende entonces cuando viene la familia y le dice al paciente poné voluntad? Le está pidiendo lo que no puede hacer porque no lo tiene, con lo cual se está rompiendo el axioma de la comunicación con el otro, una interrelación sumamente necesaria para evitar el aislamiento afectivo. Si se comprendiese esta situación evitaríamos profundizar el problema.
Algo importante sucede en la persona deprimida y es que le cuesta concentrarse, atender, y memorizar. Lo principal está en la concentración ligada a la atención. Sin atención no hay concentración ni memoria. La persona que está estudiando va a tender a fracasar porque no atiende, no se puede concentrar. Todo esto le pasa a una persona deprimida. El ejemplo del uso de la computadora nos puede orientar. Cuando alguien quiere guardar un documento, lo hace en el disco rígido de la PC para luego recuperarlo. Con la memoria ocurre lo mismo. Comienza con el proceso de la atención, se registra, se guarda y luego hay que ir a buscarlo para evocarlo Entonces si no prestamos atención no vamos a poder guardar bien. A veces se cree que uno anda mal de la memoria, pero en realidad hay problemas de atención. También cuando hay problemas de memoria, es porque nuestro “disco rígido” no anda de lo mejor, entonces a veces cuesta ir  a buscar el dato.
Entonces tenemos una persona a la que le faltan ganas o energías, hay trastornos para dormir,  fatiga fácil y  problemas de concentración. Al no tener ganas, tampoco tiene deseos de comer y pierde peso. Algunas están más ansiosas y comen más, pero lo habitual es que la persona esté “en menos”: tenga pocas ganas de hacer y tenga pocas ganas de comer. Una de las cosas que también paradojalmente se agrega, es que la persona puede estar muy acelerada e irritable, pero lo común es que esté enlentecida. Otras alteraciones son querer dormir ya que el humor triste consume las energías, las ganas, en consecuencia el paciente se encuentra fatigado. Una de las palabras habituales es “me tira la cama” o “me cuesta levantarme” y no querer levantarse no es lo mismo que querer estar todo el día en la cama. En estos desórdenes depresivos el sujeto no es que quiere estar en la cama sino que no puede levantarse. Hay depresiones en las que no duermen en toda la noche y por eso duermen durante el día.  Además debemos tener en cuenta que no es lo mismo un chico deprimido, un/a adolescente deprimido/a; una mujer en edad media de la vida no es lo mismo que una mujer que atraviesa la menopausia. No es lo mismo  un viejo que un chico. ¿Recuerdan la máscara de la tragedia griega, la que tiene la comisura labial hacia abajo, el ceño fruncido en S y los párpados caídos? Esa es la expresión típica del deprimido.
Es el desorden mental que mas perturba la calidad de vida, una persona con depresión antes que seguir con esa “no vida” prefiere la muerte. Siente como un “objeto negro” que lo envuelve, lo invade, que lo va consumiendo, que lo llena de dolor y que no lo deja vivir. Nadie quiere vivir así, se quiere curar. En resumidas cuentas es un desorden emocional serio por lo cual, quienes lo rodean, deben intentar colaborar en la recuperación, no exigiendo sino entendiendo lo que pasa.
“Ser capaz de prestarse atención a uno mismo es requisito previo para tener la capacidad de prestar atención a los demás; el sentirse a gusto con uno mismo es la condición necesaria para relacionarse con los otros” (Erich Fromm)
 
DR EDUARDO MEDINA BISIACH

 

Commentarios

commentarios

Compartir