Las sombras del paro agropecuario

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Que nadie se engañe, el paro agropecuario, tiene un significado mucho más profundo que el ser una simple protesta por el aumento de las retenciones. Nos recuerda en realidad, como dice Mónica Peralta Ramos, que la historia política de Argentina está caracterizada por dos rasgos centrales, por un lado la incapacidad de las fracciones de clases dominantes para conciliar sus diferentes intereses, y  por el otro que en el país se ha usado en forma sistemática la coerción para solucionar estos conflictos.

 ¿Que fue el golpe de los años 30 sino una forma de resolver conflictos del capital a favor de lo que se dio en llamar la restauración oligárquica? ¿Que fue el golpe del 43 de donde emergería posteriormente el Peronismo sino una manera de favorecer al capital industrial aliado a la clase obrera postergada del país? ¿Qué fue el golpe del 55 y luego el Plan Prebish  sino una manera de volver a torcer el tablero a favor del capital agrario en el país? ¿Qué fue el golpe de Onganía sino la tentativa de coordinar la lucha entre fracciones que luchaban por el poder económico para imponer un modelo de desarrollo que apoyaban los sectores más poderosos del capital industrial? ¿Qué fue el golpe del 76 que intentó crear grupos económicos a partir de la fusión de capitales productivos bajo la hegemonía del capital financiero mientras se buscaba disciplinar de una vez y para siempre a las clases trabajadoras?
 Si vamos a tener memoria, hay que tenerla en serio. La ruptura de la institucionalidad en Argentina siempre fue el resultado de la incapacidad de las fracciones de capital para coordinar sus intereses encontrados y de la debilidad del Estado encargado de resolver esos problemas para que ello ocurriera dentro de la institucionalidad establecida. Conflicto intra-clase en los sectores dominantes y uso de la coerción y la violencia oficial  han sido sinónimos en nuestro país. Hubo autores como Huntington que pretendieron argumentar que los golpes militares de mediados de siglo eran en realidad golpes de la clase media. Que la clase media latinoamericana era apenas una ensalada ocupacional producto de la educación secundaria y la urbanización sin una unidad orgánica que la cohesionara. Que los militares, en ese contexto, tenían organización y estaban familiarizados con la tecnología, por lo cual ellos simplemente reemplazaban en su rol histórico a una clase media débil y desorganizada. Nada de eso fue cierto. En Argentina los golpes han sido golpes del capital. Destrucción del orden constitucional a favor de una u otra fracción empresaria. Una forma de decidir la manera de redistribuir el excedente económico.
 Lo que ocurre hoy en Argentina, es simplemente una nueva edición de la vieja confrontación entre dos fracciones de capital, que luchan por la transferencia del excedente y la riqueza acumulada. Es una confrontación entre clases sociales. El capital agrario que  tracciona la macroeconomía con una altísima productividad aceptó por años transferir vía subsidios públicos a la industria una parte de su excedente. La mega-devaluación favoreció al sector exportador agrario. Al mismo tiempo protegió a los industriales de la competencia. Era una luna de miel. En el medio quedó la población asalariada con su ingreso licuado y haciendo el sacrificio de enfrentar la inflación que inexorablemente debía seguir a la devaluación y a la política de mantener el dólar alto mientras el mismo cae en todo el mundo. La contradicción entre las clases no podía ser mantenida para siempre. La postergación de los sectores no capitalistas no puede ser eterna. El contexto mundial y los precios en alza apenas fueron la gota que desbordó el vaso del conflicto latente. En nombre de la equidad social y de los pobres se aumentaron las retenciones. Ahora para el capital agrario su paciencia a la succión del Estado acosado por la Unión industrial Argentina ha llegado a su límite. La reacción ha sido, como siempre, en los conflictos intra-capital recurriendo a medidas de fuerza que dejan a la población que nada puede hacer como rehén de sus peleas matrimoniales. La cama del capital está llena de espinas, pero la población poco tiene que ver con ellas más allá de sufrir su propia situación de subordinación social en silencio. El común denominador por supuesto es que el sistema institucional aparece una vez más como incapaz de asegurar una transición pacífica entre visiones diferentes del desarrollo 
 Lo que es nuevo, a partir de la última década es que a la incapacidad congénita del Estado Argentino de arbitrar entre los conflictos de las fracciones del empresariado, y la falta de canales institucionales para coordinar los conflictos intra-capital que en el pasado desembocaron en golpes de Estados militares en el país ahora se le ha sumado la institucionalización de los piquetes. La toma de las carreteras públicas. La negación a las personas de su derecho a circular libremente por el país. Los partidos políticos han dejado de funcionar como canales de expresión del conflicto social. En Argentina se personalizó el poder. Se debilitó al Ministerio de economía y hoy la crisis no encuentra un cause institucional ya que ni diálogo existe entre las partes. Un Estado totalmente ausente y autista.
 Desde finales de la administración del Dr Alfonsín las protestas se hacen en las calles. Desde los saqueos a supermercados y tiendas en busca de comida durante la alta inflación a los piquetes del día de hoy. Desde la ocupación de calles y rutas del país en el Gobierno del Dr Menem a las manifestaciones piqueteras fatales que adelantaron la salida de Duhalde del poder.  La calle en definitiva ha sido lo que el Propio Ex presidente Kirchner pareció utilizar para consolidar su poder.  Ahora el agro también toma la calle. Corta las rutas. Nada ha cambiado hay incapacidad de conciliar intereses, de coordinar diferentes fracciones de capital y la forma de canalizar los conflictos no es institucionalizadamente. La situación es francamente delicada. Ha corrido demasiada sangre en este país como para minimizar los riesgos.
 Finalmente entonces, resulta absurdo que el Ministro de Economía pretenda reducir una historia cargada de conflictos sociales que han sido la principal razón del atraso argentino, a una cuestión de comprensión sobre lo que son retenciones móviles o el impacto de sus medidas de política económica. Parece este ilustrado funcionario, desconocer, que la vida Argentina ha sido sacudida por la confrontación entre los segmentos agropecuario, industrial y financiero del capital por un lado y por los conflictos entre las clases dominantes y la población asalariada, desempleada, estudiantil, y en general los que no viven del trabajo de otros o sea de las rentas que genera el capital (sectores populares). Cual si viviera en una burbuja de cristal pretende el funcionario hacernos creer que de lo que se trata es apenas de una confusión sobre los efectos que puede tener una norma regulatoria, o mejor lo que pasaría ante su ausencia en términos de suba de precios y de aumento de inequidad social. Mientras así piensa se gesta el eterno germen de la confrontación social en Argentina. Ese que tantas veces terminó en golpes de estado y en violencia irracional. Todo demasiado pesado para una semana que debió ser santa…
Dr Roberto Tafani

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