La inflación local y las retenciones a las exportaciones

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A nivel interno, lo más destacable en lo económico en el transcurso de la semana ha sido la determinación de una nueva grilla de retenciones para algunos de los principales productos que el país exporta, ligados a la producción del campo. Las razones esgrimidas por la autoridad económica para el cambio en las retenciones es la necesidad de desvincular la suba de precios de los bienes que se comercian internacionalmente respecto de los precios que tienen estos artículos en el mercado local, para no agravar el problema inflacionario que vive el país. Otra razón, tan importante como la última aunque no explicitada, es la recaudatoria. Los nuevos valores van a significar un aumento de U$S 2.500 millones para las arcas del gobierno.

La inflación internacional y la local

La suba de precios internacionales en las commodities -muchos de los productos que el país exporta, y que su población consume- agrega puntos porcentuales a una inflación que ha sido incentivada por la política económica desde mediados del año 2005 a la fecha, y que en el último año alcanzó  el 25% aunque el gobierno se niega sistemáticamente a dar por verdadero tal guarismo. Si bien una parte de la verdadera inflación local refleja la inflación internacional, el grueso del cambio de precios que observan los consumidores y productores es de confección propia, de la política económica argentina.

Las retenciones y la desvinculación de los precios locales de los internacionales

Las retenciones a las exportaciones sirven tanto para un fin recaudatorio como para que haya un menor precio en el mercado local, incentivando el consumo interno y desalentando la producción y las exportaciones. 
Las retenciones móviles del Ministro Martín Lousteau llegan al 44,1 % en soja (antes 35%), y para el girasol 39,1% (antes 32%), mientras que en trigo y maiz se las rebaja muy levemente. Estos niveles son de naturaleza confiscatoria. Para el Ministro, a contrapelo de cualquier lógica económica, la variabilidad de los niveles impositivos acorde al valor internacional del producto otorgaría previsibilidad al productor. Estas retenciones imitan lo que aplicó el ex – Ministro Rodolfo Lavagna alrededor de 4 años atrás, cuando empezó a subir sostenidamente el precio del barril de crudo. La consecuencia de la medida fue exacerbar el consumo interno de gasoil y naftas, por el abaratamiento artificial que implicaba, y generar los actuales problemas de desabastecimiento –racionamiento- de combustibles que se tiene en diversas partes del país. En este caso, la consecuencia será que cosechas de 100 millones de toneladas de grano por año no podrán concretarse a futuro, por el desaliento que conlleva. El paquete tecnológico, que ha hecho explotar los rindes de los cultivos, se reducirá sustancialmente en su aplicación.

Concluyendo, es cosa poco vista que un país desaliente la producción y las exportaciones de los productos que tienen un ascenso sostenido en los precios mundiales, que es más o menos como rifarse la mejora de los términos de intercambio, que potencia la valorización internacional del producto bruto realizado. En la Argentina, en vez de ser para la celebración parece que fuese una maldición. Al menos, es lo que se deriva del accionar de los que hacen la política económica en los últimos años.  Pero lo más importante: la inflación no se reducirá por el aumento de las retenciones, porque la preocupante alza de precios internos es, en esencia, el resultado de un esquema insustentable de expansión del  consumo a fuertes tasas que no se compadece con los incentivos  existentes para una mayor oferta del producto.

Por  Santiago Gastaldi – Fundación EGE

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