¿A quién nos quejamos?

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Solo seamos breves: se esta violando la Constitución y no les importa. Aplicar impuestos nacionales, es facultad del Congreso y no del Ejecutivo. Un solo ejemplo.
La 25413 dice una cosa y por resolución del Ministerio de Economía, se cambia y castiga al usuario y no a las empresas. Lo mismo sucede con las retenciones.

¿A quién nos quejamos? ¿Cuál es la diferencia entre el gobierno de 1976/1983 y el de ahora?
¡Qué falta de memoria, coherencia, ecuanimidad y «cintura política»! Cada día vamos peor y se sigue utilizando a la gente contra la gente.
No se necesitan pruebas de «guapeza», se necesita usar el cerebro. Decir «Me equivoque o Bien, sentémonos y conversemos» no es signo de cobardía o debilidad; es de inteligencia.
Estamos hartos de llorar. Calma.
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Todavía sigue vigente aquello que la mujer era una débil y desvalida. No hay nada que conmueva más que ver llorar a una dama. El hombre se enternece y se «desarma» El hombre ha sido y continua siendo, iluso. Es que desde hace años, la mujer ha comenzado con su «liberación» y ha buscado su espacio. Ha competido con el hombre, «mojándole la oreja» y compitiendo en áreas que antes eran reservadas a ese sexo. Pero igual, el sexo «fuerte» sigue idealizando a la mujer. Es que estas tienen miles de recursos cultivados a través de los siglos, para avasallar, esclavizar, torturar y sojuzgar al sexo opuesto.
Por primera vez el país tiene una mujer elegida como presidente. No necesita mostrar fortaleza. No es necesario que sea «peleadora ni confrontadora» Solo imaginemos. Si en lugar de salir a decir «no voy tolerar presiones» solo hubiese dicho «por favor, ayúdenme a gobernar» unas lagrimitas y los piquetes «de la abundancia» se hubiesen derretido. Con seguridad que en los piquetes solo hubiesen quedado mujeres. Es que entre los pares se conocen bien.
Pero todo se hubiese calmado. Al hombre no le gusta una mujer «machona» sino una desvalida princesa. Según la historia miles de personas han dado su vida a fin de rescatar a «la dama» Se sabe de las armas que tienen, pero las aceptamos. Es que son más que astutas. Es la defensa de la debilidad y nos tienen «re-calados» Somos unos giles, pero nos sentimos bien. Detrás de un hombre débil hay una mujer fuerte y viceversa.
Atentamente
Juan R Bell
92061605

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