Segunda vuelta y control de gestión

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Las cifras son contundentes, Cristina Kirchner lleva una ventaja abrumadora en las encuestas. Quien pone el oro pone la ley dice el refrán. Quien lleva la ventaja no debate, es su lema. Sin debate, no habrá programas ni promesas electorales. Sin programas, no habrá control de gestión posible. No se puede controlar lo que no se sabe se debe hacer. No hay forma de hacer control de procesos sin tener siquiera el objetivo de la acción. Quien no sabe adonde va, no sabe adonde llega. Así es hoy la situación para el país. La única alternativa, el presupuesto, está des-caracterizado por los decretos Presidenciales. Al silencio actual le seguirá la imposibilidad para la población de reclamar nada. Quien calla nada dice. Quien nada dice, nada podrá serle reclamado. Cristina ganará pese a no prometer nada y la población quedará a la deriva de un personalismo basado en el silencio.

 ¿Cómo hacer entonces para reinstalar la posibilidad del control de gestión sobre la Presidencia de Cristina Kirchner?, ¿Es deseable una segunda vuelta electoral? La respuesta es si. Solamente con una segunda vuelta electoral podrá haber control de gestión. Si los indecisos apoyaran la oposición y provocaran una segunda vuelta dos efectos serían inevitables:

a) Por un lado obligaría a la oposición a considerar la primera vuelta como la interna opositora. Una vez elegido el titular más votado, el resto debería seguirlo sin chistar. Obligaría a todos a dar lo mejor de sí para fortalecer un programa de gobierno alternativo. Lo que no se hizo por acuerdo de los líderes opositores, lo impondría el pueblo por la fuerza de su voto. Impondría la población, tal responsabilidad sobre los hombros de los grupos opositores, que estos estarían obligados a actuar unidos o desaparecer en el olvido por no estar a la altura de la misión delegada.
b) Por otro lado, Cristina debería proponer, sino incluso debatir. El blanco es blanco por contraste con el negro. Ante programas alternativos y agendas de gobierno opositoras la candidata deberá expresar no sólo su plan y sus objetivos sino sus programas, proyectos, metas y actividades. Una vez logrado eso, el pueblo sabrá lo que debe controlar y como votar cuando haya que renovar el Congreso y ejercer de nuevo el látigo de la evaluación democrática. Sin dudas, una segunda vuelta que obligue a explicitar los compromisos sólo puede traer un mejor futuro al país.

 La pregunta que resta entonces es la siguiente ¿es posible una segunda vuelta ante tanta diferencia? Parece muy difícil. Por dos razones.

 Primero porque la reflexión aquí expuesta está centrada en dos supuestos:  
a) La estructura de lealtades responde a una preocupación programática y no a una adhesión emocional difusa rodeada de clientelismo.
b) La gente que decide la elección prefiere una administración que no provoque la ejecutoriedad de sus medidas sin debate, y rechaza el control ex post factum y en bloque (voto castigo) porque prefiere un control de gestión simultaneo y descentralizado. Ninguno de esos dos supuestos se sostiene.

 Segundo, porque la elección se decide en el conurbano bonaerense donde los datos muestran que casi dos terceras partes de la población tiene estudios que no llegan al secundario completo. Esto tiene consecuencias. Por un lado porque resulta ser justamente la población con menos instrucción la que parece seguir a Cristina Kirchner en la actualidad.

Por el otro, porque las necesidades de esa población son tales que pretender que ellos piensen en términos de Gestión Estratégica es una burla a su sufriente condición. El conourbano es una población sufrida. Sólo la mitad de ella (53 %) tiene obra social. Una de cada tres personas vive en condición de ocupante con o sin permiso. Uno de cada cuatro vive en una zona inundable y uno de cada diez vive próximo a un basural. Sólo el 46 % tiene acceso a cloacas y mas de la mitad de la población tiene baños con desagues sólo a pozos ciegos o cámaras sépticas. El 15 % tiene que llevar baldes de agua a sus baños para provocar el arrastre de los desechos y un cuarto de la población carece de agua corriente y debe utilizar bombas o tanques vecinos para obtenerla.

 Claramente entonces, no es el pensamiento abstracto sobre programas, gestión de procesos, armado de redes operacionales, articulación interinstitucional y control de gestión lo que debe preocuparles. Es el día a día. Es la ayuda de quien pueda dar una mano para sobrevivir en la dureza de la Argentina desigual. Es sobre esa base que se han montado los aparatos clientelistas del Conourbano bonaerense. Será difícil entonces, hacer que el pueblo discipline a la oposición, genere el juego dialéctico de la política basada en programas y que en Argentina el control de gestión futuro sea una realidad de una República que se precie…
Roberto Tafani

 

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