Violencia y búsqueda de sensaciones límites

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Nos estamos acostumbrando a contemplar paisajes en donde la cuestión de los límites son fronterizos entre lo normal / anormal. Estoy refiriéndome a conductas humanas (en especial de jóvenes) buscan provocar o intervenir en situaciones de peligros para sí o para los demás y que son concientes en quienes lo practican. Debido a esto, existe un creciente interés de las ciencias de la salud  mental por los trastornos de conducta, que junto con la depresión es uno de los mayores problemas contemporáneos.

Este interés tiene que ver con dos factores. En primer lugar, el desarrollo que han tomado los estudios de la personalidad con el creciente conocimiento que tenemos del cerebro. Y en segundo aspecto, tiene que ver con la potencial y actual tendencia destructiva que caracteriza a las conductas de riesgos individuales y sociales.
Es un tema transdisciplinario pues atraviesa, además de la Salud Mental, la Sociología, la Antropología y la Filosofía, no dejando de lado el aspecto judicial, político, etc . Cuando estas conductas alcanzan un máximun, comienzan a caracterizarse por la agresión y su subproducto perverso, la destructividad. Para que esto ocurra, se requiere el compromiso de antiguas estructuras cerebrales que todos tenemos localizadas en el centro de nuestros cerebros, y que son las representantes anatómicos de nuestra historia evolutiva. Entonces el cerebro transporta consigo la historia de la evolución a través de la especie.
No es necesario subrayar la importancia de la alteración de la personalidad teniendo en cuenta su asociación con las actividades delictivas, la violencia, las dificultades de control de impulsos y el consumo indebido de substancias.
Varios individuos tienen tendencia a producir acciones por el solo hecho de calmar ansiedades: serían aquellos que padecen de adicciones a la alimentación, al trabajo, al exceso de compras.
Otros tienen una clara supremacía de comportamientos impulsivos, serían los que buscan sensaciones y experiencias intensas, asumiendo diversos tipos de riesgo: alta velocidad, adicción al juego, riesgos financieros, deportes de alto riesgo, etc.
Ambas están relacionadas con un déficit del aprendizaje de la evitación, que sería el privar la acción del comportamiento momentos antes de realizar la acción, al tomar conciencia del daño eventual. Sería como una déficit del control de impulsos, déficit reflexivo, déficit de autocrítica.
Lo que pasa es que la intensa gratificación que estas conductas les provee, supera los riesgos que estas actividades puedan contener. Prestan demasiada atención a las señales de recompensa que a las señales de peligro.
Esto nos lleva a concluir que estas personalidades parecen tener problemas de aprender que “no deben repetir ciertos comportamientos” riesgosos, sobre todo de aquellos que les acarrearon problemas con anterioridad.
Si un trastorno de conducta como los descriptos, aún los mas violentos, pueden ser identificados en la adolescencia, puede haber alguna posibilidad factible de ser ayudado. Esto implicaría la instrucción de habilidades latentes que poseen claramente y intentar alejarlos así de la violencia y de otras situaciones de riesgo.
Las variables estadísticas de estos rasgos están asociadas a la edad y género. Va declinando consistentemente desde la adolescencia hacia los 60 años, siendo los puntajes de los hombres significativamente mas altos que en las mujeres: estos trastornos de personalidad es de 4 a 7 veces prevalente en varones. Declina con la edad después de un pico máximo alrededor de los 19-20 años. No hay una explicación categórica, pero quizás tenga que ver con los procesos de sociabilización y cambios biológicos por edad y de hormonas sexuales en el caso del género.
Si el problema fuera sólo éste, se podría esperar oscilaciones dentro de una sociedad dada. Pero en una sociedad contemporánea compleja en donde prima la incertidumbre, es probable que la confluencia de varios factores generen un estado de equilibrio estable, que hacen que las cosas no cambien demasiado entre generaciones.
“El hombre no puede alcanzar satisfacción o vencer permanentemente los obstáculos cuando se encuentra en un estado de ignorancia, que es una forma de incapacidad.
Dr. Eduardo Medina Bisiach  
Médico siquiatra

17/04/07       
                                                   

                       

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