Más reflexiones del ciudadano Juan Bell sobre la autopercepción de los argentinos y también su visión sobre cómo nos miran en el exterior.
Hoy comprobamos de que forma una persona puede hacer tanto daño a tantas. Recordamos cuando salíamos al mundo y mostrábamos el pasaporte, el orgullo que sentíamos cuando el empleado de migraciones de cualquier país, nos miraba con respeto. Hoy casi nos avergonzamos de mostrarlo. Aquellos días en que al ver ondear la bandera estábamos orgullosos. Pero el mundo ha cambiado la opinión que tenían de nosotros también. La realidad es que nunca fuimos políticos ni embajadores. La prepotencia porteña, no habló bien del pueblo, pero igual impactábamos.
Ahora al decir somos argentinos, nos tildan de ladrones y estafadores. El mote de mal educados y soberbios nos lo ponen a todos. Pero no todos somos así y no queremos que nuestros hijos sean mirados de costado. Hay gente que no se da cuenta de que cuánto más arrogantes, más demuestran que en sus casas no les enseñaron ni cortesía ni buenos modales.
Aquel cuento en que el lobo se disfrazaba de oveja lo podemos poner como ejemplo. Pero debemos hacerle ciertas modificaciones. El lobo no era lobo y el cordero tampoco lo era. Hoy el pingüino esconde debajo a un pato criollo. ¿Está claro?
Atentamente
Juan R Bell – DNI 92061605
belljuanroberto@yahoo.com.ar
Río Cuarto
29/06/06