La tragedia de Neuquén

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1) En este país los delincuentes andan sueltos y la policía mata docentes. Los ladrones no cesan de robar. Los violentos de herir y matar, los barrabravas están libres y armados hasta los dientes mientras los ancianos son golpeados y robados ferozmente. En el medio la policía mata docentes. No hay consuelo posible.

 Lo ocurrido en Neuquén fue una represión irracional y criminal. Pudo haber sido distinto. Pero en estas Provincias de política personalista, las estructuras se confunden con los deseos del gobernante de turno. Con sus fantasías. En la tierra de Sobisch que se auto presenta como él (la Ley) o el caos, el homicida era nada menos que un criminal. En la tierra santa de la ley quien jaló el gatillo tenía una condena firme por apremios ilegales, denuncias de su pareja por amenazas y una condena apelada a dos años de prisión y a cuatro de inhabilitación por apremios ilegales y vejámenes a un detenido.  Eso lo pinta de cuerpo entero. Un adicto a la coacción. A la violencia sobre el indefenso.   En vez de ir a cuarentena, el asesino fue a un grupo especial (GEOP) lo que huele a ascenso. En la tierra de Sobisch, en el nombre de la ley su propia policía infectada con criminales la violó matando un inocente padre de familia.

 2) El reclamo social dentro del cual se inscribe el docente es absolutamente legítimo e inevitable.  La distribución del ingreso en Argentina es patética. El índice de Gini medido por el INDEC en el año 2006 es igual al de diez años atrás. En el medio hubo crecimiento hasta fines del 98, luego los años de crisis y de nuevo la bonanza ininterrumpida del crecimiento. El aumento de la riqueza se basa sobre una mayor desigualdad (licuación de salarios por devaluación y posterior inflación) de quienes están en el empleo formal y por la precariedad y clandestinidad de la enorme cantidad de trabajadores informales.  Los resultados están a la vista, un grupo pequeño de la población cada vez más rica, una pobreza e indigencia ampliada y una población que ya ni acceso a su casa propia puede aspirar. Los consultores destacan entusiasmados que la clase media se ha volcado al consumo tecnológico. El televisor, el DVD, la computadora o el paseo familiar es lo único accesible que le queda. Lo demás la inversión de largo plazo es inalcanzable. El lema es viva ahora luego Dios proveerá. La propiedad queda para los dueños de “alta gama”.

 3) Si la propiedad es inaccesible, lo que queda es el trabajo. Se acaba el argumento de la seguridad social liberal de John Locke. En las sociedades premodernas la seguridad está garantizada por la pertenencia directa a una comunidad. Hay protecciones de proximidad (comunidades campesinas, guildas, cofradías, corporaciones). Con la modernidad y la disolución de los lazos protectores aparece la sociedad de individuos. Thomas Hobbes aterrorizado de una sociedad sin ley, sin derecho, sin instituciones sociales veía una sociedad de inseguridad total y pensó un Estado absoluto (Leviatán) como el único medio de garantizar esta seguridad de las personas y los bienes. Treinta años después John Locke afirma que el hombre liberado de las redes tradicionales de dependencia se protege con su trabajo y la propiedad que logra con su esfuerzo. La propiedad le garantiza seguridad frente a los infortunios de la existencia, la enfermedad, el accidente y la miseria. Todo con un Estado que garantice el orden público y sea garante de los derechos y los bienes individuales.  Es un Estado democrático que no puede ser protector a cualquier precio porque ese precio sería volver a Hobbes: el absolutismo del poder del Estado. Por eso la separación de poderes, por eso el control de la magistratura sobre la policía para enmarcar las formas de su intervención y limitar su libertad de acción. En resumen su fórmula era protección civil fundada en el Estado de derecho y protección social fundada en la propiedad privada.

 El programa ideal fue desmentido por los hechos. El mundo es de unos pocos. De un manojo de grandes dueños. La mayoría son individuos no propietarios. La salida entonces, fue asociar protecciones y derechos a la condición del propio trabajador. El trabajo deja de ser una relación puramente mercantil. La condición salarial se convierte en una base de recursos y garantías sobre la cual el trabajador puede apoyarse para gobernar el presente y enfrentar el futuro. La solución a la inseguridad social no pasó ni por suprimir ni repartir la propiedad privada sino por armar una sociedad de semejantes.  Por una sociedad salarial diferenciada. Donde los miembros pueden tener relaciones de interdependencia porque disponen de un fondo de recursos comunes y de derechos comunes. La sociedad salarial consiguió neutralizar la inseguridad social pero sólo bajo condiciones de crecimiento y a partir de la inscripción de los individuos en colectivos protectores. Por los grupos de solidaridad grupal. Por la convención colectiva. Hoy todo eso está bajo ataque. Ni el fondo salarial quieren dejar. Ahora todo es trabajo en negro. Propiedad cara para pocos y pan y circo para la población.

 El gobernador de Neuquén no entendió nada. Trató de minorías corporativas lo que luego fueron 180 marchas en todo el país. Un país parado por las mayorías respetuosas de la propiedad privada pero que entienden que su seguridad social depende del empleo. De su fondo permanente de flujos laborales y no de su stock de capital. El gobernador Sobisch se quedo con conceptos pre-modernos. Se busca en Argentina descolectivizar, reindividualizar, desestandarizar. Se busca un país de trayectorias profesionales móviles. Construídas sobre la movilidad biográfica. Se proponen salidas individuales. Se reprime la única fuente de seguridad social que queda que es el apoyo en el grupo de pares. Esto es una crisis no de la modernidad liberal restringida sino de la modernidad organizada. Lo que se ataca es la base salarial. Eliminada la amenaza socialista. Con un capitalismo rampante y sin adversarios, el viagra ofensivo del capitalismo depredador fue un liberalismo vulgar. Ese que hoy todavía tiene bastiones en Argentina. Que ataca la sociedad salarial. Que mantiene el trabajo en negro. Que es tan ignorante que manda a matar justamente la fuente del saber, los docentes que hoy resisten en Argentina. Sin duda el juicio político deberá poner a Sobisch donde corresponde, en el baúl de los recuerdos políticos por su incompetencia que lo llevó a ser responsable último de una policía criminal. El Gobierno Nacional por supuesto como Pilatos se lava las manos…

Dr Roberto Tafani

10/04/07
 

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