Desde el establecimiento del actual modelo económico los resultados han sido en general alentadores acerca del desempeño de la economía, en particular por la extraordinaria recuperación de los sectores que más habían sufrido durante la crisis. Pero luego de la reactivación, la política dejó de ser la determinante del desempeño del modelo para pasar a estar determinada por los buenos resultados del mismo.
Actualmente el panorama macroeconómico nacional se presenta favorable para las principales variables monetarias nacionales durante el primer bimestre del año. La señal más clara de fortalecimiento del sistema financiero y de las expectativas de los agentes es el comportamiento de los depósitos y préstamos a nivel nacional (y local) los que por ser variables que involucran decisiones a futuro sirven como un indicador de la confianza que los individuos tienen en el sistema. Éstos acumulan ya más de tres años de incrementos paralelos al desempeño de la economía en general, por lo que cabe inferir que mientras los niveles de actividad económica continúen en expansión –en gran medida impulsados por la demanda interna de consumo-, los créditos se moverán en la misma dirección.
Ésta es la principal razón por la cual la política monetaria se encuentra atada al comportamiento del modelo económico actual, y por la que se comporta de manera expansiva ya que debe coexistir con el incremento del crédito (para expandir la producción y el consumo) y con tasas de interés que incentiven el consumo y no el ahorro, ya que de otra manera desaparecería el motor principal del modelo: la demanda interna de consumo.
Al depender la economía y sus resultados, y por tanto la política en general y el fortalecimiento político del gobierno, tan fuertemente del nivel de consumo, la distribución de los resultados favorables de la economía se convierte en el aspecto central de la estrategia del gobierno. Es decir, la política de redistribución de los ingresos se convierte en el medio para asegurar la fluidez en el intercambio entre la oferta y la demanda de bienes.
Por ello la presión impositiva hacia aquellos sectores que “más ganan con el dólar alto” se ha visto incrementada de manera sucesiva en aras continuar inflando la demanda de consumo. El primer dispositivo de reparto es el tipo de cambio alto con retenciones a la exportación -para redistribuir desde el campo y el sector petrolero hacia el resto de la economía-. El segundo, es la política de ingresos (controles de precios y política salarial) -para redistribuir desde la renta empresaria al salario en la medida que se pueda-, y el último es una alta presión tributaria con un alto nivel de gasto público -para redistribuir desde el sector privado hacia el sector público-.
En este contexto, el desempeño macroeconómico dependerá de cuán bien siga desarrollándose la economía mundial por un lado, y de la capacidad del gobierno para sujetar el nivel de precios, por otro, lo que en caso de no ser posible implicaría profundos cambios en el modelo económico actual.
Por Cecilia Reboyras
Fundación EGE
16/04/07