La familia y el desarrollo infantil Segunda entrega

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La importancia de una rutina afectiva en la vida del niño como garantía de un buen aprendizaje futuro es tema de esta segunda entrega de la especialista en educación Elena Farah y el médico siquiatra Medina Bisiach.

Haré referencia principalmente  a la importancia de la interacción del niño con un contexto familiar, disfuncional y con gran posibilidad de generar trastornos de conducta.
Sabemos, siguiendo a Boris Cyrulnick, “que una carencia afectiva puede constituir una privación sin provocar sentimiento de pérdida. Es así que podemos hablar de acontecimiento traumático porque se trata de un golpe que desgarra su mundo y desmantela al niño. No es un dolor, es un desafecto lento, un malestar que altera al niño en forma tanto mas insidiosa, cuanto que no puede dominar o compensar esa privación afectiva (orfandad temprana)”.
Cuando parejas no dejan de maltratar a su hijo pequeño, cuando un adulto estafa con la sexualidad a un niño, es preciso separar al niño de esas influencias, pero también debemos saber que la separación protege al niño pero no cura su traumatismo.
Sabemos que eso sí producen alteraciones que “se encuentran en el origen de dificultades psíquicas de envergadura, de déficit intelectuales, de comportamientos violentos y de trastornos de conducta”
 No es la pobreza de los padres lo que altera al niño, es el aislamiento afectivo, la ausencia de rutinas afectivas.
Un niño que se aísla no solo queda atrasado, sino que todo el aprendizaje se vuelve para él una fuente de angustia. Al no tener seguridad, no experimenta el placer del descubrimiento. Al no tener el placer de depender de un adulto contra cuyo cuerpo le guste acurrucarse, no puede orientarse mas que partiendo de su propio cuerpo, ej: balancearse, chuparse el pulgar, vocalizar solo, tatuándose, etc. De ese modo como ha aprendido en un medio vacío, incorpora un desierto afectivo a su memoria.
Es posible que ante semejante catástrofe evolutiva cuando no se hace nada, o cuando las familias impiden que se teja todo vínculo afectivo o cuando los adultos responsables, al no creer en la posibilidad de  recuperar a esos niños, no disponen a su alrededor ningún tutor resiliente, es como creer perdido una persona antes de intentar desarrollarla.
Parafraseando a Ortega y Gasset, que si no vemos el todo, lo que está atrás de las sensaciones y percepciones, de lo que se ve u oye, estamos condenados a solo un fragmento de la realidad, porque no incorpora lo cognitivo: el conocimiento de la realidad.
Pero un niño real no es fragmentable. Es un ser total cuya mejoría corporal se asocia al progreso del lenguaje, y cuyas ideas e inteligencia se alían con la afectividad.
El niño aprende de su entorno, lo incorpora en su memoria y a sus desarrollos desde los primeros meses de vida. Cuando la burbuja sensorial que proporciona el entorno familiar está bien estructurada mediante rutinas afectivas y de comportamiento, el niño se desarrolla a lo largo de estas estructuras sensoriales. Cuando esas rutinas no se ponen en marcha durante los primeros meses, el niño no puede organizarse y no logra desarrollar nada.
Cada niño responde a su manera, pero, en aquellos casos en que la privación afectiva ha durado demasiado tiempo, logra desestructurar su psiquismo, teniendo dificultades para volver a la vida. Una pregunta lógica que se hará, si fuera adulto, sería para Cyrulnik, “Si no existe humanidad a su alrededor ¿para que hacer el esfuerzo de comprender?”
Hay niños que dado que fueron maltratados en el transcurso de su primera infancia, han aprendido que la violencia es una modalidad normal para la resolución de problemas, y por consiguiente repetirán el maltrato, con explosiones de violencia contra las personas que les son próximas o estallando contra si mismo o contra objetos, ya que esos niños no han  aprendido a dar forma a sus emociones, o mejor dicho le han dado esa configuración de expresión.
El problema que se presenta es que esos niños tratados de forma brutal, y que adoptan el mismo estilo defensivo que los que utilizan la brutalidad, solo obtienen un beneficio psicológico de corta duración, por lo cual deben reiterar un a y otra vez su comportamiento violento, el beneficio es breve y efímero, necesitan imperiosamente su repetición.
 Los niños violentos se ven rodeados y admirados por un grupo de jefes subalternos. Este mecanismo de defensa tóxico revela que estos niños padecen casi siempre alteraciones en su vínculo con los integrantes del par mórbido, y se arrastran mutuamente hacia la socialización deficitaria.
Sin embargo, la experiencia de Cyrulnik nos dice que “pueden ser abordados a través de tutores de resiliencia, para activar sus competencias secretas, entonces observaremos que esos niños tienen posibilidades de volver a la vida, hasta sus comportamientos, quizás, se borrarán por efecto de un trabajo afectivo, intelectual y social.  Mas lento por estar fuera de su momento cronológico facilitador.
Algunas estadísticas nos dicen que el 100 % de niños maltratados se vuelven violentos, otras no encuentran mas que un 70 %. Lo que sí es importante que en el 65 % de toda población general, los niños adquieren un comportamiento amable, seductor, pero el 0 % de los niños con problemas de maltrato han adquirido ese comportamiento.
¿Hasta que punto esta violencia aprendida depende mucho más del medio que del niño?. Si se les cambia el medio cambia de adquisiciones. Vemos que su mundo mental está invadido por imágenes de sufrimiento, se encuentran en cierto modo aislado del mundo real porque lo interpretan mal.
Por eso ante cualquier situación difícil la tratan de forma confusa. No obstante, si no adquirió ese sentimiento, ese vínculo relacional y protector en los primeros meses, que es el momento de  mas fácil adquisición, se podrán trabajar mas adelante ese vínculo, pero la adquisición se desarrollará con más lentitud. Pero hay una esperanza.

Dr. Eduardo O. Medina Bisiach           
eomedinab@hotmail.com
DNI 7.976.139
Psiquiatra Universitario (UBA) Matrícula Especialista Nº 11375
Master Internacional en Adicciones (USAL y Deusto- España)

Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)

30/05/06

 

 

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