La familia y el desarrollo infantil Primera entrega

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La familia y el desarrollo del niño, la educación y la prevención desde la óptica de una especialista y un médico siquiatra.

Sabemos que la interacción durante el desarrollo de factores vulnerables, es decir, factores que aumentan las posibilidades de causar daño, hicieron imprescindible el estudio de los mismos para prevenirlos. Pero también hicieron necesario analizar su contraparte, los llamados «factores protectores» o fortalezas. Estos, a diferencia de aquellos, responden al modelo epidemiológico, ponen el énfasis en la Promoción de la Salud.
Los factores protectores facilitan el logro o el mantenimiento de la salud pueden encontrarse en las personas mismas, en las características interaccionales del micro ambiente (familiar, escolar, etc.) y/o en las instituciones de la comunidad (educación, trabajo, iglesia, asociaciones, etc.).
Se observa creciente interés en los últimos años, por el estudio de la capacidad de reacción que pueden desarrollar algunos niños y adolescentes, cuando están expuestos a situaciones difíciles o agresiones. Estos, muchas veces, logran sobrepasar niveles de resistencia y terminan con más energía protectora que antes de la exposición a las situaciones adversas.
Esta capacidad de recuperación se ha denominado «resiliencia», es una palabra inglesa, proveniente del campo de la Física que alude a la propiedad de los cuerpos elásticos de recobrar su forma original, liberando energía cuando son sometidos a una fuerza externa. Sería algo así como «capacidad de rebote».
Es un concepto opuesto al de riesgo, o complementario de él. En lugar de poner énfasis en los factores negativos que permiten predecir quien va a sufrir un daño, se trata de ver aquellos factores positivos que, a veces sorprendentemente y contra lo esperado, protegen a un niño o un adolescente.
Es así que si queremos intervenir preventivamente, el trabajo tendrá que estar orientado a los factores individuales y socio familiares que generan vulnerabilidad, ya que estos serán los que marcarán luego, en la adolescencia, el tipo de respuesta entendida como conducta de riesgo que los jóvenes asumirán.
        Estas conductas de riesgo significarán lo esencial del trabajo de prevención, ya que son las que exponen a los adolescentes a perjuicios graves para su salud como la violencia, asociada a la drogadicción.
La interacción de todos estos aspectos va a determinar la peculiar manera en que cada adolescente resolverá qué grado de riesgos asumirá en sus respuestas adaptativas.
           Frente a este panorama, pareciera que la anticipación es la que aparece como solución más viable.
Hablar de anticipación de todos estos trastornos implica un análisis de las variables que intervienen en su generación. En relación a ellas debemos hablar en términos de factores que influyen en el desarrollo del fenómeno de la violencia y no de «causas» en sentido estricto.
                El grado de violencia se ha intensificado y ello representa sólo la punta del iceberg cuya profundidad se mueve en las regiones más subjetivas del dolor, el trauma y la secuela psíquica de la violencia entre las víctimas, sus familiares y, algunas veces, entre los propios victimarios.
Este interés en descubrir los factores resilientes (protectores o fortalezas) van unido a la jerarquización de las acciones de promoción de la salud y a la búsqueda de intervenciones o actividades que, en lugar de prevenir daños específicos, tiendan a mejorar las condiciones de vida.
Particularmente pienso que este objetivo es bastante difícil de lograr teniendo en cuenta la poca importancia que aún se le da al campo de la Prevención y Promoción de la Salud; pero no imposible. Por lo pronto se podrían encarar acciones preventivas y de promoción de la salud, centradas en los factores que generan Resiliencia que ya están identificados, como por ejemplo:
La existencia de Redes Informales de Apoyo y, como exponente básico: una relación de aceptación incondicional del niño o el adolescente en cuanto persona, por al menos una persona significativa. Esta aceptación es, con toda probabilidad la base de la construcción de la subjetividad.
· La capacidad para averiguar algún significado, sentido y coherencia de la vida, en estrecha relación con la vida espiritual.(júnior)
· Aptitudes sociales y aptitudes resolutivas de problemas, y el convencimiento de tener algún tipo de control sobre la propia vida.
· Autoestima y concepción positiva de uno mismo.
· Sentido del humor, o un clima en el que este pueda desarrollarse.

Dr. Eduardo O. Medina Bisiach           
eomedinab@hotmail.com
DNI 7.976.139
Psiquiatra Universitario (UBA) Matrícula Especialista Nº 11375
Master Internacional en Adicciones (USAL y Deusto- España)

Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)

29/05/06

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