La conspiración del silencio

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La conspiración del silencio como causa de los males de la sociedad de este tiempo, el análisis de nuestro blogger invitado el médico siquiatra Eduardo Medina Bisiach.

Cuando se tratan temas lacerantes de éstas épocas: acoso moral, abuso sexual, violencia, adicciones, delincuencia juvenil, etc., en general se expresan los hechos en términos superlativos y dramáticos, términos como: “alarmante estadística”, “enorme dimensión”, “magnitud impresionante”; no escuché ni leí similares repertorios como “pasividad alarmante”, “indiferencia tremenda”, etc., referidos a la parsimonia de los entes responsables directos y si muestran celeridad, muchas veces se limitan a lo circunstancial. conspiración
Los acontecimientos sociales graves, no aparecen sin una biografía que marca el carácter procesal del mismo; tienen antecedentes de otros sucesos anteriores de menor trascendencia y que no sensibilizaron ni concientizaron a las entidades pertinentes en su momento. Esto me recuerda una ilustración de la progresión de estas desviaciones psicosociales: “sino se las afronta adecuadamente van en aumento, por lo cual sus protagonistas muchas veces culminan su derrotero en el hospital, en la cárcel o en el cementerio”.
Lo peyorativo es que cuando llegan las anheladas soluciones, burocracia mediante (léase leyes, normativas o decretos), el proceso se ha transformado de tal manera que su aplicación es pretérita, “el presente hoy es ya el futuro” al decir de García Venturini.
Esto puede acontecer con la nueva Ley de Educación en elaboración si se demora su diligencia. La impresión del ciudadano es que en la búsqueda de remedios prima el interés político y la necesidad de maquillar la situación de un pueblo despojado de educación y trabajo. Creo que es un momento de un giro de ciento ochenta grados hacia la lucidez y sensatez, dejando de lado el concepto de pueblo rebaño estúpido, que todos sabemos provoca ese clientelismo, al seguir las órdenes del poder político y que son usados para promover aplausos, pero no reformas renovadas.
Son los temas que estoy bregando constantemente en numerosas charlas y escritos.
Me pregunto ¿Qué pretende la sociedad como recursos ante tales aberraciones, comenzando por el Estado y siguiendo por la sociedad con sus educadores, profesionales, empresarios, miembros de la iglesia, etc?
¿No será que somos nosotros quienes las provocamos? ¿ No caímos en la trampa de deshumanización del sistema global de redes administrativas en vez de solidarias, ya anunciadas por Edgar Morin y otros sociólogos y filósofos de la época?
¿Que planificación se están produciendo para que se reformule lo establecido o se busque la innovación de lo predictivo, anunciado por numerosos pensadores entre los que me incluyo?; las movilizaciones sociales actuales contra la inseguridad, en defensa de la ecología, contra la injusticia, etc., apuntan en la mayoría de los casos, contra la precariedad del Estado para encontrar soluciones o anticiparlas. Todos estamos concientes que existen millones de adolescentes y niños en desamparo social, jurídico y cultural, fatalmente cautivos del sistema. ¿Dentro de 15-20 años, Qué?
Lo que llama la atención es el incremento de la tolerancia social en los micro ambientes familiares, judiciales y educativos cuando los hechos se iniciaron como incidentes menores para luego transformarse, muchos de ellos, en actividades delictivas internacionales de alcances y efectos impredecibles. Un ejemplo fácil de entender es el acrecentamiento de la pedofilia (afinidad hacia los niños), con sus “gerenciadores y usuarios” a través de Internet. Cornaglia y Vignolo ya denunciaban la aparición de organizaciones mundiales que reivindicaban la pedofilia como práctica normal o de una organización que proclama el orgullo pedófilo justificando la anormalidad sexual.
Otro ejemplo es la oferta de drogas ilegales, donde se propone debatir la liberación o la despenalización, maniobras de enmienda que no condicen con la forma prudente de tratar la cuestión pues no existe, o si existe es precario, el papel protector del Estado.
Estos son ejemplos para mí, de las conspiraciones del silencio de la sociedad actual; porque numerosos acontecimientos mencionados anteriormente, que por el carácter dinámico de sus metodologías no se podrían efectuar sin connivencias encubiertas.
“No es solamente una conspiración de silencio de las victimas, sino también del Estado, de la familia, de los pares, del orden judicial y en general del orden social en su conjunto, que hipócritamente frente a la gravedad de las cuestiones han venido teniendo una actitud miope, aplicando el cínico axioma que aconseja que la mejor forma de resolver un problema es postergarlo, negando su existencia o trascendencia” (Cornaglia y Vignolo).

Dr. Eduardo O. Medina Bisiach                       
Psiquiatra Universitario (UBA) Matrícula Especialista Nº 11375
Master Internacional en Adicciones (USAL y Deusto- España)

18/07/06

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