Hacia un despertar del letárgico pasado

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“La escuela tiene que estar abierta la mundo y el mundo debe ser una escuela, por eso todos somos colegas, todos formamos parte de este colegio educativo”.
Desde hace unos años nuestro espectáculo en educación es el desarrollo avasallante de la información, los chicos llegan a clase con la impronta de un mundo real o ficticio: el alumno espectador, conectado con la inmediatez, recibiendo mensajes de distintas índole que compiten con lo que aprenden en las aulas o lo contradicen. Estos mensajes están organizados en breves secuencias, lo que afecta negativamente en la duración de la atención en la clase y por lo tanto en las relaciones, problemas cardinales que trataremos de comprender.


Veamos que pasa cuando un maestro entra a clase:
-30 o 40 alumnos que esperan algo de él
– Un hogar que espera algo de la escuela
Cada cual además de esperar, tiene una función que cumplir, con techo de adobe o con equipo de aire acondicionado. Con pizarrón, tiza y libro o con POWER POINT, y con las mas sofisticadas computadoras, la esencia educativa es idéntica a un triangulo                                                                                                               

                                      maestro

                    alumnos                        hogares 

 Podría ser un cuadrado si incluimos también a los políticos, al Estado representado por ellos. Les proponemos lo siguiente: un viraje en nuestra manera de ver las cosas, de pensar para generar el cambio necesario en cada uno, al decir de  Abel Posse. Si Ud. está dispuesto a unirse a esta moción, la de la educación que educa, trabaja y hace trabajar y deja de tener miedo: habrá una esperanza, sino, es que no quiere una buena educación para sus hijos
y la sociedad: ud decide.
En este complejo cuadro axiológico y cultural en que nos movemos, es crucial que nos planteemos cómo pasar de la “sociedad de la información” a la “sociedad del conocimiento”. Según Thorndike, psicólogo americano, el conocimiento consiste en una sucesión de enlaces: nexos entre pares de identidades mentales o entre estímulo “externo” y respuesta mental “interna”.
La comprensión y la libre adhesión a lo que son las grandes causas humanas y de humanidad son elementos constitutivos de una sólida formación del carácter y del acceso a niveles amplios de conquista de sentido.
 El alma humana está sedienta de comprensión y de abrazar lo universal.
Para eso se necesita conocimiento y sentido, no solo el placer. Consideramos que el componente para el logro de un mayor o menor grado de felicidad interior de la persona, es el compromiso profundo con la familia, el trabajo, los amigos y otros intereses, así como del esfuerzo continuo de conquista de sentido –y de coherencia– para la vida que surge.
“Ni el origen socioeconómico, ni el educativo de la familia ni el entorno social en que crece un niño, son tan poderosos para definir que tanto aprende, como el compromiso que tengan sus padres con la escuela y con las instituciones de salud.”
¿Como hacerlo en una sociedad, cuyos valores están mas cercanos a los que imperan los reformatorios, sociedades de encierro y cárceles? Donde el poder lo tiene, al decir de Foucault, “quien tiene un lugar de posición destacado mas que del que tiene el saber y el conocimiento”, a la que le agregamos: la ética.
Nuestros jóvenes no han sido entrenados en los «grandes relatos» o sea que no han vivido (como nosotros los adultos) la ideología que no tenía discusión: el paradigma de que el Estado nos iba a proteger, los valores eran inalterables, la familia nuclear con el padre de jefe, el ritual de la seguridad del trabajo, etc).

Hoy esos relatos se instituyen simultáneamente mientras se están produciendo los hechos, pues se han rotos los paradigmas (modelos) vigentes y otros están en formación; esta desorientación y desesperanza se manifiesta a través del zapping y más bien su tiempo es el de los video-clips o las multiconexiones en Internet. La cuestión es no reflexionar.
Tenemos que tomar conciencia del momento que vivimos: estamos en presencia de un gran desafío de la  humanidad, nosotros somos los artífices de la construcción de los nuevos modelos que van a regir el devenir de la civilización. Nuestros jóvenes los van a poner en práctica, y la educación toma un papel importantísimo en esta cimentación.

El reencantamiento de y por la educación se lleva a cabo al tocar el alma humana en sus más profundas y perennes aspiraciones a través de la continuidad del diálogo humano. Nos queda la fundada esperanza de que la Sociedad Educativa sea una campana matinal que despierta a un Nuevo Humanismo, en la justa medida en que nos neguemos a permanecer adormecidos en el sueño letárgico del pasado.
Aquella es la misma esperanza que nos permite creer que ser humano puede ayudar a convertirnos en cada vez mejores seres humanos.
 Nos remitimos, para terminar, a un antiguo proverbio Sufi que dice:

“Para los que ya revuelven el café, la campanada del amanecer es una llamada para despertar. Para los que aún duermen profundamente, ésta no
pasa de ser una molestia”.

Lic. Elena Farah

30/03/07

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