El ciudadano Juan Bell sostiene que el ser humano a lo largo de su vida es como un «marca» que debe venderse a sí mismo.
Durante toda la vida, el ser humano se debe vender. Y lo hace de diferentes formas. Cuando chico, haciendo «monerías» a cambio del besuqueo de amigas de la familia y tal vez un regalo. Ya mayorcitos debemos ponernos en vidriera para que el profesor nos vea, le caigamos simpático y no nos llame al frente. Si sabemos, vendemos nuestros «machetes» a los no estudiosos. Al llegar a la «edad del pavo» nos disfrazamos a la moda para impresionar al sexo opuesto. Cuando nos presentamos a un trabajo, debemos vender nuestra imagen, conocimientos y experiencia. Por supuesto que nos piden experiencia cuando tenemos 21 y nos preguntamos ¿cómo se hace para tenerla? Pero los evaluadores de personal, así lo consideran y es lo que piden. Tampoco pidamos peras al olmo, pero… es lo que hay. Cuando estamos llenos de experiencia, conocimientos y práctica que no se aprende en la Universidad, pasamos a ser obsoletos e innecesarios. Y es que entramos en la cuarta dimensión. Estamos pero no estamos. Somos pero no somos. Y lamentablemente nuestra mente sigue trabajando y con el estómago vacío, es una peligrosísima combinación. Así se inician los rencores contra la vida, los gobernantes, los políticos y cuanta persona tenga autoridad. ¿No sería hora de que a los mayores se les «exprimiera el jugo» que no figura en los libros? Pero no. Es que nadie acepta competencia y todos cuidan su «quintita».
Atentamente
Juan R Bell
belljuanroberto@yahoo.com.ar
Río Cuarto
19/05/06