En esta primera entrega la Lic Elena Farah plantea la importancia del ocio en la vida del ser humano y el desarrollo de adicciones.
Coincidiendo con la campaña electoral francesa, Lionel Jospin escribía en el artículo titulado “Un pacto para el empleo”, sus reflexiones volvían a un primer plano la reducción del trabajo interrumpida en Francia hace 15 años, tema candente aún y en todos los países desarrollados. Tras ésta propuesta se esconde la intención de solventar el problema más grave de la actualidad: el desempleo. De modo que si experiencias como que redistribuir el nuevo tiempo laboral, trajo múltiples consecuencias, entre ellas, una de las más importante es la nueva valoración del ocio.
El progresivo aumento del llamado tiempo libre nos está obligando a replantear las cosas de otro modo. Por un lado, el trabajo deja de ser la clave de la existencia en períodos cada vez mas largos de la vida; pero, además el aumento del desempleo ha dejado sin argumentos de carácter social, crítico y moral, la afirmación de quien no trabaja es por decisión personal. El crecimiento del tiempo sin ocupación laboral nos invita a replantear y profundizar en la experiencia de ese espacio temporal que se nos impone con el desarrollo de las tecnologías, como consecuencia de la evolución de la propia sociedad pos moderna. Actualmente podemos hablar de una civilización del ocio, no solo en función del aumento del tiempo libre, sino desde otros planteamientos mas profundos. No es que el ocio venga a sustituir al trabajo, de hecho del desarrollo del ocio está trayendo trabajo, sino que viene a ocupar un puesto que había perdido, o, si se quiere, que solo ocupaba en las clases pudientes. Sin perder su importancia, lo que sí ha perdido el trabajo es su carácter de exclusividad. Ya no somos solo la profesión que ejercemos; para mucha gente el motivo de identificación, auto desarrollo y autorrealización es el ocio. Porque mientras que el trabajo ha ido evolucionando hacia un recorte progresivo del campo de libertad, el ocio ha ido abriendo paso a situaciones, recursos y posibilidades insospechadas.
El ocio es hoy como sabemos motivo de realización e identificación, pero también es un modo de ocuparnos, organizarnos y pasar el tiempo. Ello quiere decir que está llamado a llenar el gran vacío existencial ocasionado por la reducción o ausencia del trabajo. Independientemente del aumento del tiempo libre, el ocio es un valor emergente en esta sociedad finisecular. Para no desviar a los jóvenes hacia conductas comportamentales que interfieren en la construcción de espacios vivenciales interrelacionales e interpersonales, que son los pilares de la formación de una personalidad saludable, con competencias de discriminación entre lo bueno y lo malo, lo conveniente y lo que no lo es, lo beneficioso y lo perjudicial, basta recordar que mientras que para leer un libro es preciso un largo proceso de alfabetización, la TV y otros medios masivos de comunicación, las múltiples conexiones, emplean los más cálidos instrumentos persuasivos: los gestos, las tonalidades de voz, los climas afectivos, el juego, la diversión y sin embargo promueven valores, actividades, emociones y actitudes comportamentales que llevan a las socio adicciones totales, al decir Savater. El siglo XXI es un símbolo de las inteligencias artificiales, pero debe serlo sobre todo de la inteligencia humana; la mayor expresión de un conocimiento adecuado, coherente y ético se sustenta sobre la libertad, equidad y humanismo; y es que la persona, socráticamente, debe comenzar por conocerse a sí mismo, luego tiene la responsabilidad de conocer su entorno y finalmente conocer lo demás. Es importante destacar, que como personas estamos perdiendo la capacidad de “asombro” lo que dificulta el recto conocimiento; conocer implica: asombrarse, problematizar, conceptuar y solucionar, esta también es la base de la ciencia; así lo hicieron los filósofos presocráticos, y desde ese momento todo gran pensador a bosquejado un esquema análogo. Opuestamente a lo que estoy diciendo y a la vez sumamente relacionado, nos enfrentando a un gran desafío de construir los nuevos modelos pedagógicos y preventivos para redefinir, optimizar y aumentar la calidad de vida, la densidad cultural de los modelos pedagógicos y la construcción del sentido para lograr la significación para los jóvenes que representa el educar y sistematizar en y para el Ocio y Tiempo Libre. Pero están las adicciones comportamentales, que se apoderan de ese ocio y tiempo libre, y que se están constituyendo en una epidemia de características mundiales, convirtiéndose en un problema social y económico de primer orden, en muchos casos con cursos predecibles de problemáticas antisociales que hacen temer por el futuro de los jóvenes. En la concepción de la civilización greco-latina, que Plutarco en un bello proverbio alejandrino proclama la urbes ludimus, es decir, la ciudad divertida, como el mejor ambiente instructor, donde a la educación se la identifica con el ocio infantil. Tiempo libre pasa a ser sinónimo de disponibilidad de espíritu para aprender. Se presentan a menudo, estos conceptos con el mismo significado: los términos ocio, tiempo libre o tiempo de ocio. El tiempo, es en efecto, una constante sin la que es imposible explicar la vivencia del ocio, que transcurre en un tiempo, y necesita de un tiempo de construcción y desarrollo. Cuando hablamos de tiempo libre nos referimos a un espacio temporal lleno de posibilidades, ya que depende de nosotros, al no haber obligaciones, podemos realizar acciones de cualquier tipo. Cuando hablamos del tiempo del ocio, es frecuente remitirnos a horas específicas empleadas a prácticas de ocio.
Históricamente son dos conceptos y dos mundos diferentes. El ocio es la Skolé, que siempre existió desde los tiempos de la cultura greco romana. En cambio el tiempo libre arranca desde el desarrollo industrial.
En la educación del Ocio y tiempo libre encontramos un campo inmejorable de conocimiento, una ocasión de encuentro de valores y sentidos, y una poderosa fuente en la que se puede desarrollar, se puede construir una matriz de identidad personal y comunitaria. Tenemos que tener conciencia que para prevenir la construcción de modelos culturales socioadictivos que hoy están en aumento, llevando a un individualismo, a un autismo adulto, que el problema está, como el caso de los TICs, en que las imágenes no son neutrales como puede uno suponer, como tampoco son neutras las miradas de los jóvenes. Pero también, tenemos que tener conciencia que es un campo propicio, que bien lo saben los depredadores de turno, si en ese espacio un niño o joven está a la deriva, una mano o una atractiva imagen visual que le permita conectarse, es suficiente para desviar la dignidad, y por lo tanto desviar su autorrealización: llámese socioadicciones
Lic. Elena M. T. Farah
elenafarah78@hotmail.com
DNI 6.396.189
Lic. En Administración y Gestión de la Educación
Egresada de Univ. Nacional de Gral. San Martin (BA)