Condenaron a 4 años y 5 meses de prisión a uno de los 12 Apóstoles

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La sentencia se conoció al mediodía. Estaba acusado de tenencia ilegal de armas. También fue condenado su cómplice. Quedará alojado en la cárcel de Bouwer.

La macabra historia del motín de Sierra Chica

La Cámara del Crimen condenó a Marcelo González, uno de los 12 apóstoles que protagonizó el sangriento motín de Sierra Chica, a 4 años y medio de prisión por tenencia ilegal de armas.
Por el mismo delito tambièn fue sentenciado su còmplice, Miguel Córdoba, aunque, en este caso, la pena fue de 2 años y 8 meses de prisión.
González, de 41 años de edad y con domicilio en Bahía Blanca, fue uno de los autores de la masacre en el penal porteño que concluyó con hechos de canibalismo.

La macabra historia

Los 12 apóstoles saltaron tristemente a la fama para la Semana Santa de 1996 al desatarse el motín más sangriento de la historia argentina.
Esta banda de presidiaros era liderada por Marcelo Brandán Juárez de 32 años, quién cayó preso a los 19 años y purga una condena de 19 años y tres meses por robo calificado reiterado y tenencia de arma de guerra. Juárez participó en motines en La Plata, Olmos y Sierra Chica y también está sospechado por la violación de un compañero de celda.
Este cabecilla tenía un prontuario muy interesante antes de protagonizar el feroz motín. En 1992 fue detenido por tentativa de homicidio. Intentó fugarse cuatro veces y está investigado por el asesinato de un recluso. Estaría relacionado con importantes bandas delictivas. El resto de los integrantes de la banda de los doce apóstoles eran Jorge Alberto Pedraza (32), Carlos Gorosito Ibáñez (35), Marcelo González Pérez (43), Jaime Pérez Sosa (29), Víctor Esquivel (36), Oscar Olivera Sánchez (25), Carlos Villalba Mazzey (33), Héctor Cóccaro Retamar (41), Marcelo Vilaseco Quiroga (26), y Héctor Galarza Nannini (27).
Estos presos más que peligrosos podrían quedar en libertad. Es que la Corte Suprema de Justicia bonaerense declaró la inconstitucionalidad del artículo 24 del Código Penal que regula el cómputo de los días de prisión preventiva de los presos condenados a reclusión perpetua.

El motín en Sierra Chica

Las características de la rebelión de presos fueron inéditas para los antecedentes del país. El 30 de marzo de 1996 un grupo de convictos intentó la fuga del penal, y al ver frustrado el intento, tomaron rehenes rápidamente, entre los que se contaban 13 guardias y dos pastores evangélicos, y más de 1.000 reclusos se plegaron al levantamiento. Horas más tarde, la entonces jueza en lo Criminal y Correccional Nº 1 de Azul, María Mercedes Malére, ingresó al penal junto a su secretario para mediar en el conflicto, y ambos fueron capturados por los internos.
Este último acontecimiento significó lo que muchos presos definieron durante el juicio como un signo evidente del «quiebre de todos los códigos carcelarios».
Luego la violencia se apoderó del penal. Sierra Chica fue escenario de una de cacería humana. Ocho presos fueron perseguidos y asesinados, sus restos luego fueron quemados en el horno de la panadería del penal y, según algunos internos, cocinados y servidos como comida a sus compañeros de prisión.
Después de ocho días, los líderes del motín establecieron un acuerdo con las autoridades y fueron trasladados a la cárcel de Caseros.
Los mismos «doce apóstoles» volvieron a levantarse en la prisión porteña el 25 de mayo de ese año. De nuevo tomaron rehenes y planearon fugarse. Después de seis horas, efectivos del Servicio Penitenciario entraron al penal y reprimieron la revuelta.

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